“.el Sapo no se ahoga
aunque baje hasta el fondo del río de las estrellas,
mordisqueando sus hierbas hechizadas.”
TU FU
Mystery meat
La carne misteriosa huele a la carne misteriosa
aunque ésta se oculte en la parte trasera de la casa
aunque se entierre con llaves de vigilia bajo un manto de musgo.
Los ojos de la cabra nunca engañarían a la cría ansiosa que busca el alimento,
ni podría desdecirse la tormenta de haber sido tormenta.
Así es la ley atroz de las espigas
que entregan su fruto
a bocas que nunca han bendecido el grano.
Así es la ley tibia de las madrigueras
que cobijan en silencio los corazones agazapados de cachorros
alumbrados de la carne misteriosa,
por la carne misteriosa.
Un lecho de palabras,
un curso casi fluvial de coincidencias,
una gestación que ignora los tiempos del odio.
Es la ley sagrada de la carne
que no sabe de senderos trazados
y se adentra arrastrándose
atajando ciega los desfiladeros misteriosos
entre hoces y vértebras.
Es la ley.
En vano espera la paloma a que el cuervo le responda a los arrullos,
en vano aguarda el surco a que lo siembren
pero sucede a veces el absurdo
y el cuervo gorjea a la paloma y la cubre con sus alas,
y la carne se entierra, se pudre y resucita.
Y la ley pare seres que huelen a tierra, a cuervo y a paloma.
Se amantan de ubres que no ves
de alimento amasado en días de tormenta.
Es la ley.
Luz ázima que alimenta el éxodo,
trémula y amarga como el pábilo que anuncia tiempos oscuros
y señala con penumbras la morada de la carne.
Recuerda piel la carne misteriosa
acre y oscura como hojas de tejo.
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