/ El establo de Pegaso: enero 2009

sábado, 31 de enero de 2009

El Gauchito Gil y la Difunta Correa



El primer encuentro con el Gauchito Gil fue al día siguiente de nuestra llegada a Buenos Aires. Paseábamos por los alrededores del Barrio de Boca y nos llamó la atención una pequeña capilla adornada con pañuelos rojos, velas y algunas botellas, cuando nos acercamos vimos también un gran mural pintado con la figura de un gaucho y que estaba dedicado a un tal Antonio Gil. Me aproximé a una mujer que estaba arreglando el altarcito junto a su hijo, un niño de unos cinco años realmente preocupado porque no se apagaran las velas que ardían frente a la estatua, y le pregunté quien era Antonio Gil. Después de contarme toda la historia me dijo que, justamente ese día, 8 de enero, era el aniversario de su muerte. Hasta entonces, yo nunca había oído hablar de este personaje, por cierto muy popular en Argentina, pero a partir de este momento nos acompañó a lo largo del viaje por las carreteras de todo el país.
Como del relato me acuerdo sólo a grandes rasgos, he buscado algo de información sobre esta figura que, según parece, tiene su fundamento histórico en un gaucho de finales del siglo XIX llamado Antonio Mamerto Gil. Sobre su vida y muerte debe haber diferentes versiones, pero la que me contó esta mujer era más o menos así. Al Gauchito Gil lo habían reclutado para combatir, como no quería derramar sangre desertó y fue perseguido. Cuando lo capturaron e iban a ejecutarlo le suplicó a su asesino, un sargento del ejército, que no lo hiciera que iba a llegar una carta que demostraría su inocencia. Éste no lo escuchó, pero antes de morir, el Gauchito le dijo que cuando esta misiva llegara tendría también noticias de que su hijo estaba gravemente enfermo, que le rezara y que su hijo se salvaría. Al llegar a casa el sargento encontró a su hijo moribundo, rezó al Gauchito Gil y éste se curó.
Quizás porque nuestro viaje coincidió con las fechas de su aniversario, lo cierto es que tras esta primera aproximación, encontrábamos pequeños santuarios del Gauchito Gil por todas partes. Kilómetros de nada y de repente unos puntos rojos a lo lejos dando una nota de color a la estepa patagónica. No he llegado a saber porqué se le identifica con el rojo, pero cuando veía las banderolas en el horizonte pensaba, "entramos de nuevo en el territorio del Gauchito Gil".



A la Difunta Correa la descubrimos más tarde, en el Calafate, próxima a las cuevas del Wualichu. De este personaje, que tampoco conocíamos la historia, nos llamó la atención la gran cantidad de botellas de agua que se amontonaban alrededor del improvisado santuario. En el interior de la capillita, rodeando a la imagen de una mujer tendida con un niño y que estaba medio cubierta por la cera derretida de las velas, había un poco de todo: flores de plástico, sandalias, fotos, guirnaldas de Navidad, hasta un bigudí, por citar algún objeto que me resultara extraño. En principio, pensé que se trataba de una ahogada, me recordó la imagen de la Ofelia de Millais, pero con niño, y deduje que ese debía de ser el motivo por el que en su altar predominaba el color azul y le llevaban las garrafas de agua. Nada que ver. La Difunta Correa es otro de los personajes populares del país, aunque parece que también tiene numerosos devotos en Chile. Por su complejidad esta leyenda la transcribo directamente de Wikipedia.



Deolinda Correa -ó Dalinda Antonia Correa, según el nombre con el cual aparece mencionada en el relato más antiguo (Chertudi y Newbery, 1978)-, fue una mujer cuyo marido, Clemente Bustos, fue reclutado forzosamente hacia 1840, durante las guerras civiles entre unitarios y federales. A su paso por la aldea de Tama provincia de La Rioja -donde vivía la familia-, la soldadesca de Facundo Quiroga, que viajaba rumbo a San Juan, obligó al marido de Deolinda, a unirse a las montoneras, lo que hizo que Deolinda, angustiada por la enfermedad de su marido, deseosa de reunirse con él en San Juan y de pedir clemencia a Facundo Quiroga conocido como el Tigre de los Llanos, tomara a su hijo lactante y siguiera las huellas de la tropa por los desiertos de la provincia de San Juan, Argentina llevando consigo sólo algunas provisiones de pan y charque y dos chifles de agua. Cuando se le terminó el agua de los chifles, Deolinda se estrechó a su hijito junto a su pecho y se cobijó debajo de la sombra de un algarrobo; allí murió a causa de la sed, el hambre y el agotamiento. Sin embargo, cuando los arrieros riojanos Tomás Nicolás Romero, Rosauro Ávila y Jesús Nicolás Orihuela, pasaron por el lugar al día siguiente y encontraron el cadáver de Deolinda, su hijito seguía vivo, amamantándose de sus pechos, milagrosamente vivos.


jueves, 29 de enero de 2009

Buenos Aires y el peso del peso

Monedas, Ubi sunt?


Terminal de ómnibus de Boca donde acudimos a comprar los billetes

Llegamos a Buenos Aires el 7 de enero y tras dejar las maletas comenzamos a patear la ciudad: Puerto Madero, el barrio de Monserrat y San Nicolás; y ya por la noche San Telmo, donde estaba nuestro hostal. Al día siguiente recorrimos diferentes lugares de este barrio y seguimos caminando hasta Boca, donde pasamos toda la tarde. A la vuelta decidimos tomar el autobús y la primera sorpresa fue que tuvimos que bajarnos porque nuestros billetes de dos pesos no los aceptaba la máquina y el conductor no cobraba. Intentamos cambiar, comprar algo para que nos dieran monedas. No había caso, en ningún lugar nos daban el preciado “vuelto”. La solución, nos dijeron, era acercarse hasta la Terminal, a unas tres cuadras, y una vez allí, sacar directamente los boletos. Desde entonces guardábamos las monedas como oro en paño. Posteriormente, comprobamos que esta carestía de dinero en metálico era general en todo Buenos Aires. ¿Por qué? Nos han dado respuestas para todos los gustos; desde que los niños las guardaban en sus huchas a que las “mafias” negociaban con ellas en el mercado negro revendiéndolas a un costo mayor. Y comienzas a hacerte preguntas. ¿Por qué no existen bonos o tarjetas monedero que eviten que un acto tan sencillo y cotidiano como el de viajar en transporte colectivo se convierta en una odisea? Bien que existen numerosas empresas que realizan idénticos recorridos, pero con todo, se podría llegar a encontrar una solución más razonable. ¿A quién beneficia?
Tras 20 días de viaje por el país teníamos un pequeño tesoro en monedas de un peso, 50, 25, 10 y 5 centavos y el último día, antes de ir al aeropuerto, las cambiamos: 10 pesos en metálico por 10 en papel, que nos venían bien para pagar el impuesto, llamado erróneamente tasa, del Aeropuerto de Ezeiza, que por cierto es de 18 dólares USA, y que siempre puedes pagar en el equivalente en pesos.
En mi búsqueda por querer entender el fenómeno de la escasez de moneda en Buenos Aires, indagando, he encontrado un artículo que me ha parecido interesante, pertenece al periódico Crítica Digital y lleva por título: El mercado negro de las monedas. Es del 25.08.2008, pero en vista de la situación, a día de hoy sigue siendo de lo más actual.

El mercado negro de las monedas

Los bancos no las dan porque pierden plata con la operatoria. Empresas de colectivos las usan para pagar horas extras y revenderlas.

La falta de monedas se convirtió en un flagelo nacional. No se las consigue por ningún lado, a pesar de que la Casa de Moneda acuña dos millones de unidades por día. Las monedas hacen tanta falta y faltan tanto –especialmente en los últimos seis meses– que las cadenas de supermercados, las de comidas rápidas, correos, autoservicios de origen chino y concesionarios de autopistas, por citar algunos casos, pagan por ellas. Lo mismo hacen los pequeños comercios. Para algunos, la escasez ha devenido en un negocio redondo. Por las monedas se paga entre 6 y 10 por ciento de su valor. Las miradas apuntan hacia unos camioncitos blancos y rojos –en total hay más de cien– que circulan por Buenos Aires y que suelen ir cargados de las preciadas monedas. La empresa dueña de esas unidades se llama Maco, y es una transportadora de caudales. Su funcionamiento es clave para entender las causas de la escasez.

Los dueños de Maco tuvieron la virtud de ver un buen negocio: quedar como nexo entre los recaudadores y los demandantes de monedas. De un lado, tienen como clientes a empresas de colectivos y a bancos líderes. Del otro, a las grandes cadenas comerciales y compañías de servicios públicos. Esa posición privilegiada los encumbró como los verdaderos dueños de las monedas. Y lo aprovechan.

Las rutas del negocio son las siguientes:

Cada día, Maco –compañía que los comerciantes conocen como “monedero”– recibe las piezas de empresas de colectivos que son los principales recaudadores del sistema. También se abastece del Banco Central y de las casas centrales de los bancos líderes para que se distribuyan entre las sucursales barriales.

Con la carga en su poder, la compañía ya está dispuesta a ofrecer sus servicios a la otra parte de sus clientes, aquellos que precisan las monedas para dar vueltos. Se estima que en cada camión entran entre 250 mil y 300 mil pesos en monedas. Para guardar el dinero, Maco cuenta con un tesoro propio. De hecho, se ofrece como “tesorería periférica” de las entidades financieras.

El ejecutivo de una cadena de supermercados contó a Crítica de la Argentina que paga $120 por cada entrega, en cada sucursal, sin importar la cantidad de monedas.

Miguel Calvete, secretario general de la cámara que agrupa a los autoservicios de origen chino, dijo a este diario que cada comercio debía abonar 200 pesos. Pero como a los comerciantes les pareció muy caro, prefirieronarreglar con empresas dueñas de colectivos. Les cobran entre 6% y 7% del valor que llevan en monedas.

Los súper chinos compran alrededor de $5 millones semanales en metálico, lo que les genera una pérdida de $350 mil en comisiones.

Maco ofrece sus servicios en internet. Justamente, uno de los rubros es el de las monedas. “Las monedas son cada vez más necesarias, por eso nuestra empresa decidió atender a nivel nacional ese tema. Desarrollando metodologías y procedimientos propios”, informa. El negocio de la empresa es dar un servicio integral: las monedas se clasifican, se embalan y se entregan en mano.

La compañía domina ampliamente el mercado. Controla alrededor del 80% del negocio con las monedas. Su principal competidor entre las transportadoras de caudales es Prosegur-Juncadella, que, en cambio, lidera cómodamente el mercado de los billetes. Entre ellos no hay discordias. Fernando Der, actual presidente del directorio de Maco, es un ex Prosegur-Juncadella.

Ante consultas de Crítica de la Argentina, desde Maco declinaron hacer comentarios.

Desde el Banco Central admitieron que existen “mercados negros” de monedas, pero no dieron mayores precisiones. Y que hace unos meses denunciaron a varias líneas de colectivos (247 y 249) después de que se difundieran cámaras ocultas sobre negociados.

Ni los banqueros ni los dueños de colectivos son ajenos a que falten monedas en la calle. Gerentes bancarios consultados por Crítica de la Argentina admitieron que son renuentes a aceptar las monedas porque no les deja negocio. Al contrario, las entidades financieras pierden plata: deben poner personal especialmente a contar piezas y pagarles a las transportadoras de caudales.

Los bancos líderes tienen contratada a Maco para transportar las monedas. En la práctica funciona como una forma de sacarse de encima la obligación de dar cambio a sus clientes y evitarse costos.

Suele ocurrir que, cuando una casa central pide monedas para sus filiales al Banco Central, después éstas no reclaman el envío o piden la mitad. Un verdadero “regalo” a la transportadora de caudales, que agradece el gesto y hace negocios con sus clientes necesitados.

Pero es cierto que hay gerentes que reciben mercadería desde el Banco Central y lucran con los comercios de la zona. Los quioscos, por caso, deben abonar entre 8% y 10% por las monedas que reciben. Existen, además, ejemplos más chicos del negocio. En la localidad de Don Torcuato, en la ruta 202 y Panamericana, una señora vende todas las tardes monedas a $10 por ocho monedas de un peso. En el barrio saben que su proveedor es una empresa de colectivos.

Las líneas de transporte son un caso aparte. Su recaudación es ciento por ciento en metálico, por lo que se ven obligadas a cambiarla por billetes. Eso les permite hacerse una renta extra.

* Su ingreso principal son los subsidios y se sacan de encima las monedas. Les permite pagar en negro una porción de los salarios de los choferes, en especial premios y horas extras. Los trabajadores aceptan ya que, a su vez, les pueden sacan una diferencia colocándolas a pequeños comercios.

* Las empresas también son fuente directa de otras compañías que necesitan de las piezas para dar vueltos. Les cobran una comisión de entre 5 y 7 por ciento.

* Lo que no pueden colocar sin intermediarios, los transportistas se lo dan a las transportadoras de caudales. Ahí es cuando aparece Maco. El mismo circuito existe con otras empresas de servicios, como el transporte ferroviario. De acuerdo con las cifras informadas por el Banco Central, nunca hubo tantas monedas en circulación. La realidad marca otra cosa. Ahora se sabe quiénes le ponen precio al vuelto.

Fuente: el diario Crítica Digital

lunes, 26 de enero de 2009

De regreso

Kilómetro cero en el kilómetro 1.365 bajo la Cruz del Sur, las Tres Marías y la Vía Láctea



Han sido 20 días de viaje fantásticos de Buenos Aires a península Valdés; después a Tierra de Fuego, El Calafate, El Chalten, Bariloche y de nuevo Buenos Aires. Pero voy a comenzar el viaje casi por el final. Como viajamos de Madrid a Buenos Aires con sólo el vuelo, fuimos organizando el recorrido sobre la marcha; bueno, más o menos, porque aunque los lugares de destino estaban claros, el medio de transporte ya era otro tema. Una de las "imprevisiones" fue Bariloche, pensábamos regresar en avión y nos quedamos sin pasaje; finalmente sólo teníamos la opción del ómnibus (24 horas de viaje). Lo tomamos (voy a intentar no decir coger que por esas tierras tiene otras acepciones) y cuando llevábamos unas cuatro horas de trayecto el vehículo se paró en seco. Comenzaba a anochecer, estábamos en medio de la nada- creo que la ciudad más próxima a unos 200 kilómetros- y el asunto tenía pinta de ir para largo. Un grupo de pasajeros bajamos del ómnibus y comenzamos a hablar, a medida que oscurecía se iban viendo más y más estrellas: la Cruz del Sur, las Tres Marías, el manto impresionante de la Vía Láctea y todos conversando sobre cómo se llamaban las estrellas en los diferentes lugares y de paso de mitología, filosofía, el origen del universo y la teoría de la relatividad. La noche dio para mucho porque nos tiramos seis horas en el km 1.365. Juampi, Diego, Pablo, Fernando y Adan, un americano que regresaba con el tiempo justo a Buenos Aires para tomar un avión a EEUU y todavía a estas horas no sabemos si lo perdió. Otro de los temas de conversación fue el castellano de aquí y el de allá, y pusimos la cabeza como un bombo al americano que había estudiado español en Ronda y Guatemala y no paraba de anotar palabras a la luz de la linterna del móvil. En un determinado momento, Juampi sacó la guitarra y se puso a cantar. Sin más luces que las de emergencia, junto a la ruta interpretó varios temas, entre ellos este de kilómetro cero que parecía escrito para la ocasión. En el video no se ve un carajo, pero refleja a la perfección el ambiente del momento.



Juampi Espinosa y Pablo



Tirados en la ruta

martes, 6 de enero de 2009

Viaje al sur

Viaje al sur

Los Reyes Magos me han traido un viaje: Madrid-Buenos Aires. Del 6 al 26 andaré por estos lares.

sábado, 3 de enero de 2009

Dos poemas de Elizabeth Bishop



El iceberg imaginario

"Es mejor tener el iceberg que el barco,
aunque ello signifique el fin del viaje.
Aunque permanezca totalmente inmóvil como una nublada roca
y todo el mar fuera móvil mármol.
Es mejor tener el iceberg que el barco;
poseeríamos más bien esta llanura de nieve
aunque las velas del barco anduvieran por el mar
como la nieve yace no disuelta sobre el agua.
Oh, solemne y flotante campo,
¿Te das cuenta que un iceberg reposa
contigo y cuando despierte puede pacer en sus nieves?

Esta es una escena por la que un marino daría sus ojos.
El barco es ignorado. El iceberg se alza
y se hunde de nuevo; sus vítreas puntas
corrigen las elipses del cielo.
Esta es una escena donde quien pasea por la borda
es incultamente retórico. El telón
es demasiado ligero para alzarse en las más finas cuerdas
que las aéreas torsiones de la nieve provean.
La gracia de estos blancos picos
hace sombras con el sol. El iceberg desafía su peso
sobre un movedizo escenario y se está y observa.

El iceberg corta sus facetas desde dentro.
Como las joyas de una tumba
continuamente se protege y adorna
sólo él mismo, quizás las nieves
que tanto nos sorprenden flotando en el mar.

Adiós, decimos, adiós, el barco se pierde
adonde las olas se entregan a otras olas
y las nubes pasan a un cielo más cálido.
Los iceberg son necesarios al alma
(haciéndose ambos de los elementos menos visibles)
para verlos así: encarnados, bellos, indivisiblemente erigidos. "

The imaginary iceberg

We'd rather have the iceberg than the ship,
although it meant the end of travel.
Although it stood stock-still like cloudy rock
and all the sea were moving marble.
We'd rather have the iceberg than the ship;
we'd rather own this breathing plain of snow
though the ship's sails were laid upon the sea
as the snow lies undissolved upon the water.
O solemn, floating field,
are you aware an iceberg takes repose
with you, and when it wakes may pasture on your snows?

This is a scene a sailor'd give his eyes for.
The ship's ignored. The iceberg rises
and sinks again; its glassy pinnacles
correct elliptics in the sky.
This is a scene where he who treads the boards
is artlessly rhetorical. The curtain
is light enough to rise on finest ropes
that airy twists of snow provide.
The wits of these white peaks
spar with the sun. Its weight the iceberg dares
upon a shifting stage and stands and stares.

The iceberg cuts its facets from within.
Like jewelry from a grave
it saves itself perpetually and adorns
only itself, perhaps the snows
which so surprise us lying on the sea.

Good-bye, we say, good-bye, the ship steers off
where waves give in to one another's waves
and clouds run in a warmer sky.
Icebergs behoove the soul
(both being self-made from elements least visible)
to see them so: fleshed, fair, erected indivisible.



EDGAR ALLAN POE & LA ROCOLA

Rutilante en el cuarto oscurecido azul como el gas
se consume la rocola; cae la música: azul como la pupila
Starlight, La Conga, todos los bailes de un ciego
en la cuadra de los bares,
oquedades en nuestra menguante luna,
adornados de botellas y luces azules
y conchas y cocos platinados.
Tan suavemente como cae la música,
caen las monedas por la ranura,
los tragos, como solitarias cataratas,
bajan nocturnos por gargantas separadas
y las manos se cubren mutuamente
en la oscura oscuridad bajo
los manteles y todo se hunde,
se hunde y cae– tal como imaginamos
la impotente caída del amor hacia la tierra,
cayendo de la cabeza y el ojo
hasta las manos y el corazón, y más aún.
La música simula llorar y reir,
mientras se rebaja al trago y al crimen.
La ardiente caja puede marcar el compás,
invariable, siempre, y los tiempos fuertes.


Poe dijo que la poesía era exacta.
Pero los placeres son mecánicos
y saben de antemano lo que buscan
y saben exactamente lo que buscan.
¿Es que pueden lograr el efecto singular
que puede ser medido como el alcohol
o la respuesta a la moneda?
–¿hasta cuándo, pues, arde la música?
¿como la poesía, o todo tu espanto
exacto a medias?


Versión de Jorge Capriata

EDGAR ALLAN POE & THE JUKE-BOX

Easy through the darkened room blue as grass,
The juke-box burns; the music falls, blue as the pupil
Starlight, La Conga, all the dance halls of a blind man´s eye
In the block of honky-tonks,
cavities in our waning moon,
strung with bottles and blue lights
and sivered coconuts and conches.
As easily as the music falls,
the nickels fall into the slots,
the drinks like lonely water-falls
in night descend the separate throats,
and the hands fall on one another
down darker darkness under
the tablecloths and all descends,
descends, falls – much as we envision
the helpless earthward fall of love
descending from the head and eye
down to the hands and heart, and down.
The music pretends to laugh and weep
While it descends to drink and murder.
The burning box can keep the measure
strict, always, and the down-beat.

Poe said that poetry was exact.
But pleasures are mechanical
and know beforehand what they want
and know exactly what they want.
Do the obtain that single effect
That can be calculated like alcohol
or like the response to the nickel
–just how long does the music burn
like poetry, or all your horror
half as exact as horror here?

Elizabeth Bishop(Worcester,1911-Boston,1979)

jueves, 1 de enero de 2009

Dos poemas y un cuadro para Año Nuevo de Nicolau Saiao




O principe alquimista de Nicolao Saiao

Anunciaçao

As mulheres do vento parado como um planeta extinto
as mulheres doentes as mulheres que cantam com surpresa
o seu vestido estranho como uma renda como uma absurda mancha
as mulheres do meu dia como um peso de cores distintas

entre mim e o céu

Entram pela minha boca e censuram-me docemente

Aqui, diz uma, puseste o horror de um velho instante
ali, diz outra, não deixaste repousar os devaneios
Há uma que paira, como se me fitasse a direito, com as mãos
junto da testa, perto dos olhos, os lábios palpitando
estremecendo como uma pétala sobre a água
Mulheres de negro, afagando pastas de couro em lojas improváveis
escrevendo em papéis antigos fórmulas de gentileza
Mulheres que a diabetes assolou como praga medieval
mulheres de pernas como lírios rosados
andando ao longo duma estrada francesa
as árvores coloridas formando uma cortina imprecisa

Job de rosto erguido amargo senhor das angústias
a sua face trémula tão igual à do Senhor na noite de suor e remorsos
a sua mulher por detrás, arrepanhando as vestes

Dizei-me mulheres onde com que luz a vossa fotografia se encarquilhou
na madeira queimada das velhas casas onde medrava a guerra
Vós sois o sustento dos pontos cardeais

Lembro-me de ti, Marion, o rosto rodando como um guindaste
e o fumo que soltavas com um meneio elegante da mão esquerda
o fumo espalhado no parque abandonado
os olhos tranquilos frios
A rua solitariamente sob a noite de Junho
e o cão o velho cão dos bosques que trotava muito devagar

A vossa figura palpitante, mulheres, irisada obscura
à luz frouxa da manhã e o frio subindo até às portas como um animal a morrer.


Relíquia

Onde está o silêncio onde jaz o silêncio?
Não neste braço sujo cortado
Não neste tapete espesso neste bloco de apontamentos
onde se cruzam insultos rimas
Não no pequeno perímetro das veias

- afinal tudo tudo entre nuvens de carbono
semelhantes a um bafo de camponês sobre a neve
onde se esmagavam insectos e excrementos de lobo
O primo velho outrora mo ensinara num mês adolescente.

Onde em que ilha de desolação
sufocado incerto esse silêncio soberano
onde jaz cerzido por traços de faca de pedra
Não não o barulho de um passo que caminha para a beleza dum rosto
saindo de um vazadouro para a lama musgosa da margem
Brilhante como celofane

O silencio que respira
Sim o silêncio morno de quem procura o vazio
ou de quem busca uma côr imersa na carne recordada
da mão faminta de muitos negrumes alheios

O silêncio que se recolhe
que se desdobra
que nos relembra de momentos e perdas
O silêncio que permutamos
O silêncio para além da luz entre os olhos de uma fera morta.

in “Escrita e o seu contrário”

ns

Deseos de los amigos en forma de postales

El trebol de cuatro hojas de Isla Kokotero



Sort de Eloísa Otero


En noche buena y en vida nueva de Virginia e Hilario



Sofía y Gregorio David



De Cati Bauçà



molts d'anys!
que l'any 9 sigui 11
ple
d'amor
sensibilitat i
cultura natural

Mayte Bayón y sus personae



Destilando la esencia de las horas