/ El establo de Pegaso: diciembre 2019

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Luvina de Juan Rulfo


De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran Cuesta de la Piedra Cruda. El aire y el sol se han encargado de desmenuzarla, de modo que la tierra de por allí es blanca y brillante como si estuviera rociada siempre por el rocío del amanecer; aunque esto es un puro decir, porque en Luvina los días son tan fríos como las noches y el rocío se cuaja en el cielo antes que llegue a caer sobre la tierra.

Juan Rulfo leyendo su cuento Luvina



San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay ni quien le ladre al silencio; pues en cuanto uno se acostumbra al vendaval que ahí sopla no se oye sino el silencio que hay en todas las soledades. Y eso acaba con uno. Míreme a mí. Conmigo acabó. Usted que va para allá comprenderá pronto lo que le digo..
«¿Qué opina usted si le pedimos a este señor que nos matice unos mezcalitos? Con la cerveza se levanta uno a cada rato y eso interrumpe mucho la plática. ¡Oye, Camilo, mándanos ahora unos mezcales! »
«Pues sí, como le estaba yo diciendo…»
Pero no dijo nada. Se quedó mirando un punto fijo sobre la mesa donde los comejenes ya sin sus alas rondaban como gusanitos desnudos.
Afuera seguía oyéndose cómo avanzaba la noche. El chapoteo del río contra los troncos de los camichines. El griterío ya muy lejano de los niños. Por el pequeño cielo de la puerta se asomaban las estrellas.



El hombre que miraba a los comejenes se recostó sobre la mesa y se quedó dormido.
Luvina, cuento incluido en el libro de relatos El llano en llamas (1953)
Aqui se puede leer el texto completo.


lunes, 2 de diciembre de 2019

Babas de ángel

Por su longevidad, el tejo es un árbol que desde la antigüedad se ha relacionado con la eternidad. Sus hojas, madera, corteza y semillas son tóxicos, solo el arilo (envoltura roja que rodea la semilla) es comestible. A estas falsas bayas, en algunos lugares se las conoce como ‘babas de ángel’.


 Babas de ángel


Al final del camino, junto a la ermita,
se alza el Tejo del Paraíso,
el Edén sombrío creado por la materia amorosa de los hongos.
Quien prueba su fruto adquiere la ciencia de la tierra sabia
y por un instante intercambia su saliva con los ángeles
comulgando con la fracción de vida de la muerte
porque sus semillas esconden el misterio del retorno.
Quien come de sus bayas quiebra la fugacidad de toda huella
porque su pisada arraiga
y se convierte en vestigio
alcanzando la vida de tres cuervos, tres lobos, tres serpientes,
y desciende
tres ciervos, tres caballos, tres toros,
y desciende tres generaciones atrás
hasta llegar a las trece eras desde la creación.

Elena Soto, poema de Invierno sin corazón (Kernlose winter)

The Yew Fortingall (Taxus baccata) es un tejo milenario en el cementerio de la pequeña localidad de Fortingall en Perthshire (Escocia).