/ El establo de Pegaso: 2009

jueves, 31 de diciembre de 2009

Entropía

El caos busca cita




Lomo a lomo en la repisa
la poesía de Catulo junto al Jardín de los cerezos,
La salida del alma hacia la luz del día aplastando al Sueño de Escipión,
Títulos que crean sucesiones anacrónicas.
El caos busca cita
acariciando el espinazo del Zohar con Juegos de la edad tardía.
Confusa seducción
Incierto azar que degusta con salmón el pecado de la carne.

martes, 29 de diciembre de 2009

Raritan blues poema de Eduardo Chirinos

Raritan blues




Para Margarita Sánchez

Aquí no hay bulla ni miseria,
sólo un bosque de árboles mojados y cientos de ardillas
correteando vivaces o escarbando una nuez.
A lo lejos un puente
una interminable fila de automóviles retorna a sus hogares
y nubes balando ante un perro pastor y amarillo.
¿Eres tú quien camina en las riberas del Raritan?
Recuerdo un río triste y marrón donde las ratas
disputan su presa con los perros
y aburridos gallinazos espulgándose las plumas bajo el sol.
Ni bulla ni miseria.
El río fluye educado como en una tarjeta postal
y nos habla igual que hace siglos, congelándose y
descongelándose,
viendo crecer a sus orillas cabañas, iglesias, burdeles,
plantas refinadoras de petróleo.
Escucho el vasto rumor del Raritan, el silencio de los patos,
de los enormes gansos salvajes.
Han venido desde Ontario hasta New Brunswick,
con las primeras nieves volarán al sur.
Dicen que el río es la vida y el mar la muerte.
He aquí mi elegía:
un río es un río
y la muerte un asunto que no nos debe importar.

Eduardo Chirinos (Lima, 1960)

viernes, 25 de diciembre de 2009

Delmore Schwartz

En la cama vacía, en la caverna de Platón



En la cama vacía, en la caverna de Platón,
Las luces reflejadas se deslizaron lentamente sobre la pared,
Los carpinteros martillearon bajo la ventana en sombras,
El viento movió toda la noche las cortinas,
Una flota de camiones cuesta arriba, renqueando,
Con la carga cubierta, como de costumbre.
El techo se iluminó una vez más, el diagrama inclinado
se deslizó hacia delante con lentitud.
Al escuchar los pasos del lechero,
su esfuerzo en la escalera, el sonido de las botellas,
me levanté de la cama, encendí un pitillo,
y me acerqué a la ventana. La calle de piedra
fue testigo del silencio de los edificios,
la vigilia de los faroles y la paciencia del caballo.
El cielo puro del invierno
me empujó a la cama con ojos cansados.

La extrañeza crecía en el aire inmóvil. La flotante neblina
se volvió gris. Temblorosos vagones, cataratas de cascos
sonaban en la lejanía, cada vez más fuerte y más cerca.
Un coche tosió al arrancar. La mañana fundiendo
el aire con suavidad, levantó las sillas semicubiertas
Desde el fondo del mar, encendió el espejo,
iluminó la cómoda y la pared blanca.
El pájaro ensayó su canto, silbó, gorjeó,
trinó y silbó, así! Perplejo, todavía húmedo
Por el sueño, afectuoso, hambriento y frío. Así, así
Oh hijo del hombre, la noche ignorante, el anhelo
De la mañana temprana, el misterio del comienzo
Una y otra vez.
Mientras que la historia no perdona.

In the naked bed, in Plato's cave

In the naked bed, in Plato's cave,
Reflected headlights slowly slid the wall,
Carpenters hammered under the shaded window,
Wind troubled the window curtains all night long,
A fleet of trucks strained uphill, grinding,
Their freights covered, as usual.
The ceiling lightened again, the slanting diagram
Slid slowly forth.
Hearing the milkman's clop,
his striving up the stair, the bottle's chink,
I rose from bed, lit a cigarette,
And walked to the window. The stony street
Displayed the stillness in which buildings stand,
The street-lamp's vigil and the horse's patience.
The winter sky's pure capital
Turned me back to bed with exhausted eyes.

Strangeness grew in the motionless air. The loose
Film grayed. Shaking wagons, hooves' waterfalls,
Sounded far off, increasing, louder and nearer.
A car coughed, starting. Morning softly
Melting the air, lifted the half-covered chair
From underseas, kindled the looking-glass,
Distinguished the dresser and the white wall.
The bird called tentatively, whistled, called,
Bubbled and whistled, so! Perplexed, still wet
With sleep, affectionate, hungry and cold. So, so,
O son of man, the ignorant night, the travail
Of early morning, the mystery of the beginning
Again and again,
while history is unforgiven.

Delmore Schwartz (8 December 1913 – 11 July 1966)
Summer Knowledge: New and Selected Poems

Añado el comentario que un lector anónimo ha dejado en esta entrada

Delmore Schwartz animó a Lou Reed a escribir y éste lo consideraba su maestro. Tiene un tema que me gusta mucho "My House" que está dedicado a él.

"My House"
The image of the poet's in the breeze
Canadian geese are flying above the trees
A mist is hanging gently on the lake
My house is very beautiful at night
My friend and teacher occupies a spare room
He's dead -- at peace at last the Wandering Jew
Other friends has put stones on his grave
He was the first great man that I had ever met
Sylvia and I got out our Ouija Board
To dial a spirit -- across the room it soared
We were happy and amazes at what we saw
Blazing stood the proud and regal name Delmore
Delmore, I missed all your funny ways
I missed your jokes and the brilliant things you said
My Dedalus to your Bloom
Was such a perfect wit
And to find you in my house
Makes things perfect
I really got a lucky life
My writhing, my motorcycle and my wife
And to top it all off a spirit of pure poetry
Is living in this stone and wood house with me
The image of the poet's in the breeze
Canadian geese are flying above the trees
A mist is hanging gently on the lake
Our house is very beautiful at night
Our house is very beautiful at night
Our house is very beautiful at night
Our house is very beautiful at night

martes, 22 de diciembre de 2009

Joaquín Giannuzzi poemas



Fotografía de Julián Blázquez

SUEÑO DEL NADADOR

El nadador ha pulido
su artesanía de joven felino
para corresponder
a los principios míticos del agua.
La coreografía empieza desde un punto
aéreo, elastizado,
donde el filo del trampolín revela
la soledad de una energía
concentrada en suspenso y en el cielo.
El conjunto se afina hasta crear
una mínima carne liberada
de carga emocional. Ahora solo basta
el pulmón feliz. Suelta su amarra
la tensionada fibra, se desprende, salta
y en rápida parábola
entra como un cuchillo en un reinado lento.
El agua vibra al sol como estrellada.
Convertida en mujer
con un baile en su seno se incorpora
una segunda alegría. El huésped cae
y largamente se demora abajo
como probando
la impune gracia de permanecer
para siempre en la azul profundidad,
palpando sus opciones
y sus posibles sueños venideros.
Pero aquí vuelve, sacudiendo un resto
de ensoñación goteada
a su estado mortal, con paso herido,
al triste error, vacilando
entre rígidos objetos aplastados
y su cuadrado peso.

MOMENTO INVERNAL

¿Qué haremos con esta escena accidental
-hojas reunidas por el viento del sur hacia la puerta sino
aislarla como un conocimiento ilusorio?
Todo movimiento es circular
en el rincón del muro, allí
donde las hojas corren para girar sobre sí mismas
al aullido de una ráfaga fría y discontinua.
Lugares comunes de la materia invernal.
¿Debemos otorgarles
una intención de belleza y resurrección
a partir de la confusión del polvo estacional?
Tal es nuestro posible conocimiento: un anhelo
susurrando en las hojas secas, una horrible
tristeza en una tarde de nuestro tiempo.
Y en el rincón del muro la certeza y el residuo
de una disolución universal.


MOSCA FINAL

Tiesa en el vidrio y su engaño, todavía
se aferra a un resto de luz menguante.
Calmada forma final
ya no tiene razón contra el invierno.
Un fracaso a la vista del cielo:
veo la dignidad
de concluir con la tarde, en un gris moribundo
aplastado a lo traslúcido. Una pizca
de frío residuo planetario
hacia abajo chupado, a lo indistinto.
En su descenso cumple
una certeza de orden, mientras ignoro
la ley de mi propia disolución.
La muerte
no me reserva esa lógica suave,
su tranquila mecánica
sino un final inexacto, sometido
a un desesperado anhelo personal.

Joaquín Giannuzzi (Argentina,1924-2004)

viernes, 18 de diciembre de 2009

Tres poemas de John F. Deane




En la ribera del Dodder

El poeta Yeats podría haber sido ese ave
- en las alturas, vigilante; habilidosa;
atenta, a través de su propia imagen
al fluir de las aguas del río;

poeta orando, tanta
concentración y consideración, tantos
pasos lentos a través de ese terreno familiar
dueño de la más mortal de las intenciones.

En las ramas del aliso, tiras de plástico,
trapos en descomposición
igual que alrededor de los lugares sagrados y de peregrinación
donde los milagros ciertamente sucedieron;

viejo pájaro crujiente, arrastrando el ala
destrozada, apelando a nuestra misericordia,
dirigiéndose hacia la maleza, donde Dios
ha entregado su vida por la garza blanca.



El Serbal

Existe una sensación de esto en tanto imposición
el reverdecer, el florecimiento, la brusca, lacónica puesta en escena
de los frutos escarlatas. Hasta el retorno de la desnudez

y la quietud, la pulpa oscura resplandeciendo bajo la lluvia
y el petirrojo solitario visible nuevamente en su cantar,
esa gracia que podrá ser hallada en la absoluta resistencia.


Poemas de John F. Deane (Irlanda, 1943). Traducción de Esteban Moore. Tomados de la revista Prometeo

martes, 15 de diciembre de 2009

Memoria de la seda




Mis fibras,
como las de la seda,
se transforman cuando la memoria recuerda los lugares donde fueron tejidas.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Café amargo


El cuervo ha varado en el fondo de tu taza,
creías que era café amargo
y sin notarlo
le has devorado el corazón.
Veo posos en esa mirada que aletea
y se cierne
buscando fundirse en azúcar impalpable
vísceras de terciopelo en el hueco que todavía late.
Iza el reflejo sobre lo funesto
eleva la sombra sobre el fuego del arúspice
sé dulzura en las entrañas,
viento favorable que no esparce la agonía,
aroma ritual.


sábado, 28 de noviembre de 2009

La mémoire et la mer

La memoria y el mar de Léo Ferré

La memoria y el mar es un bálsamo para el espíritu. Me gusta tanto que la cuelgo por partida doble. Léo Ferré y Amancio Prada.



Leo Ferre
La marée, je l'ai dans le cœur
qui me remonte comme un signe

La marea, la tengo en el corazón
me zarandea como un signo



La marée, je l'ai dans le cœur
Qui me remonte comme un signe
Je meurs de ma petite sœur, de mon enfance et de mon cygne
Un bateau, ça dépend comment
On l'arrime au port de justesse
Il pleure de mon firmament
Des années lumières et j'en laisse
Je suis le fantôme jersey
Celui qui vient les soirs de frime
Te lancer la brume en baiser
Et te ramasser dans ses rimes
Comme le trémail de juillet
Où luisait le loup solitaire
Celui que je voyais briller
Aux doigts de sable de la terre

Rappelle-toi ce chien de mer
Que nous libérions sur parole
Et qui gueule dans le désert
Des goémons de nécropole
Je suis sûr que la vie est là
Avec ses poumons de flanelle
Quand il pleure de ces temps là
Le froid tout gris qui nous appelle
Je me souviens des soirs là-bas
Et des sprints gagnés sur l'écume
Cette bave des chevaux ras
Au raz des rocs qui se consument
Ö l'ange des plaisirs perdus
Ö rumeurs d'une autre habitude
Mes désirs dès lors ne sont plus
Qu'un chagrin de ma solitude

Et le diable des soirs conquis
Avec ses pâleurs de rescousse
Et le squale des paradis
Dans le milieu mouillé de mousse
Reviens fille verte des fjords
Reviens violon des violonades
Dans le port fanfarent les cors
Pour le retour des camarades
Ö parfum rare des salants
Dans le poivre feu des gerçures
Quand j'allais, géométrisant,
Mon âme au creux de ta blessure
Dans le désordre de ton cul
Poissé dans des draps d'aube fine
Je voyais un vitrail de plus,
Et toi fille verte, mon spleen

Les coquillages figurant
Sous les sunlights cassés liquides
Jouent de la castagnette tans
Qu'on dirait l'Espagne livide
Dieux de granits, ayez pitié
De leur vocation de parure
Quand le couteau vient s'immiscer
Dans leur castagnette figure
Et je voyais ce qu'on pressent
Quand on pressent l'entrevoyure
Entre les persiennes du sang
Et que les globules figurent
Une mathématique bleue,
Sur cette mer jamais étale
D'où me remonte peu à peu
Cette mémoire des étoiles

Cette rumeur qui vient de là
Sous l'arc copain où je m'aveugle
Ces mains qui me font du fla-fla
Ces mains ruminantes qui meuglent
Cette rumeur me suit longtemps
Comme un mendiant sous l'anathème
Comme l'ombre qui perd son temps
À dessiner mon théorème
Et sous mon maquillage roux
S'en vient battre comme une porte
Cette rumeur qui va debout
Dans la rue, aux musiques mortes
C'est fini, la mer, c'est fini
Sur la plage, le sable bêle
Comme des moutons d'infini...
Quand la mer bergère m'appelle.

La memoria y el mar (una traducción casi imposible al castellano)
Si las traducciones de poesía son difíciles y traidoras, las de Léo Ferré son casi imposibles. (Ésta está tomada del blog Poemas en francés)

La marea, la tengo en el corazón
me zarandea como un signo
muero de mi pequeña hermana, de mi infancia y de cisne
un barco, depende cómo
llegue al puerto preciso
llora en mi firmamento
años luz y los dejo
soy el fantasma con jersey
aquél que viene en las tardes de apariencia
a lanzarte en la bruma para poseerte
y recogerte en sus rimas
como el trasmallo de julio)
donde resplandecía el lobo solitario
aquél que veía brillar
en los dedos de arena de la tierra

Acuérdate de ese perro de mar
que liberáramos bajo palabra
y que ladra en el desierto
de las algas de necrópolis
estoy seguro que la vida está acá
con sus pulmones de franela
cuando llora por aquellos tiempos
el frío totalmente gris que nos llama
me acuerdo de las tardes allá
y los alientos ganados al sudor
esta baba de cabellos rapados
al ras de las rocas que se consumen
Oh ángel de los placeres perdidos
Oh rumores de otra costumbre
mis deseos desde entonces no son más
que un pesar de mi soledad

Y el diablo de las tardes conquistadas
con sus pálidos socorros
y el escualo de los paraísos
en el ambiente mojado de espuma
vuelve la muchacha verde de los fiordos
vuelve, violín de las violonadas
en el puerto hacen fanfarria los cornos
por el retorno de los camaradas
¡Oh! perfume raro de las salinas
en la pimienta de fuego de las grietas,
cuando iba geometrizando
mi alma en la hendidura de tu herida
en el desonden de tu culo
posaba en paños de alba fina
veía un vitral de más
y tú, mi muchacha verde, mi spleen

Las conchas que figuran
bajo las puestas de sol rotas líquidas
tocan la castañuela de encina
que uno pensaría en la España lívida
dioses de granito, tengan piedad
de su vocación de ornamento
cuando el cuchillo viene a inmiscuirse
en su castañuela figura
y veía lo que se presiente
cuando se presiente la entreabertura
entre las persianas de sangre
y cuando los glóbulos figuran
una matemática azul
sobre este mar jamás quieto
de donde remonto poco a poco
esta memoria de estrellas

este rumor que viene de allí
bajo el arco compañero donde me ciego
estas manos que me hacen ostentación
estas manos que rumian, que mugen
este rumor me sigue desde hace mucho tiempo
como un mendigo bajo el anatema
como la sombra que pierde su tiempo
diseñando mi teorema
y bajo mi maquillaje rojo
viene a golpearse como una puerta
este rumor que va de pie
en la calle, en las músicas muertas
se acabó la mar, se acabó
sobre la playa la arena bala
como ovejas del infinito
cuando la mar pastora me llama.


La memoria y el mar, versión de Amancio Prada, del disco Vida de artista. Canciones de Léo Ferré



Web Amancio Prada

jueves, 26 de noviembre de 2009

El Canto del arpista




Las generaciones se desvanecen y pasan, otras ya son polvo desde el tiempo de los ancestros.
Los dioses antiguos reposan en sus pirámides.
Los nobles y los bienaventurados están enterrados en sus tumbas. Y ya no existe el lugar donde edificaron sus casas.
¿Qué ha sido de ellas?
He escuchado las palabras de Imhotep y de Hardedef
son proverbios que han sobrevivido al paso del tiempo.
¿Qué ha sucedido con sus moradas?
Los muros se han desplomado, han desaparecido como si nunca hubieran existido.
Ninguno vuelve de allá abajo para contarnos su suerte, ni lo que necesitan, ni para tranquilizar nuestro corazón hasta que lleguemos a ese lugar donde ellos ya han llegado.
Asi pues, que tu corazón se calme. El olvido es favorable.
Se fiel a tu espíritu en la medida de lo posible.
Unge tu frente con mirra, vístete con lino fino, perfúmate con los ungüentos
que ofrendas a los dioses.
Disfruta para que tu espíritu no languidezca.
Sigue tu deseo y tu felicidad.
No inquietes tu corazón hasta el día en que llegue el lamento fúnebre.
Aquel cuyo corazón está cansado no oye su grito. Y su grito a nadie salva de la tumba.
Haz, pues, de cada día una celebración y no te sientas harto.
pues nadie lleva consigo sus bienes.
y ninguno de los que se han ido regresa.

El Canto del arpista es un poema egipcio que apareció en la capilla funeraria del faraón Intef (siglo XVI a. C.) y recibe este nombre por estar escrito junto a la imagen de un músico tocando el arpa. Este tipo de composiciones, conservadas en las tumbas, estelas y papiros, se interpretaban con acompañamiento musical en diferentes celebraciones, entre ellas los banquetes funerarios.
No deja de ser curioso la idea de vive el momento en una cultura que siempre se le ha relacionado con el más allá.
"No inquietes tu corazón hasta el día en que llegue el lamento fúnebre", puede ser una buena consigna.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Braulio Arenas


Virginia Patrone "Ya no te fuiste ya no te irás"



Poesía


Primero tracé un círculo,
hice crecer un árbol,
puse un nido en su copa,
más arriba una nube:
hice brotar el agua,
apenas un arroyo,
para que árbol y nube
y pájaro bebieran.

El árbol, es fatal,
se propagó en un bosque,
y los pájaros pronto
volaron en bandadas:
la nube se hizo inmensa,
se hizo la tempestad,
y el arroyo en un río
se desbordó de súbito.

Y en medio de la selva
yo tracé una cabaña,
y una mujer adentro
para sentirla mía:
la choza se hizo pueblo,
pronto, una gran ciudad,
en la que busco a ciegas,
a la joven perdida.

Juegos De Dormitorio

La lámpara reía a los ángeles
sangrando por las narices
la lámpara semejaba un cerezo
(un cerezo no sé porqué)
Yo abrí los brazos como quien
cierra con prisa una ventana
en un abrazo aprendí a nadar
en un beso aprendí a vivir
Yo dormía una bandada
de palomas voló de súbito
estas palomas provenían
de un internado de hechiceras
Las jovencitas en corpiño
frente al espejo alucinante
se habían clavado la cabeza
con un pernicioso alfiler negro
Pronto en palomas convertidas
por este infantil acto mágico
salieron volando por el cielo
rumbo a mi abierto dormitorio
Yo dormía como quien
vive una noche para siempre
la noche semejaba un alfiler
(un alfiler no sé porqué)


La Casa Fantasma

Casa para vivir,
casa que el hombre busca
desde que el mundo es mundo, desde que el hombre es hombre,
desde que el techo es cielo.

¿Es la casa este techo,
es esta viga
que sale afuera como un hueso puro,
es la ventana
para aguardar el tiempo de su vidrio?

¿Es la casa esta noche,
es el ave que trina la trinidad del vidrio,
es el jardín de la caverna loca,
es la huella del niño
que siembra la aventura a cada paso?

Desde que el mundo es canto: la aventura,
desde que el hombre es viaje: la morada,
desde que solo estoy: la compañía;
puesto que el hombre está, como transido,
siempre entre la intemperie y la muralla.

La casa está en la tierra, está como la fruta
esperando que el sol nutra su cáscara,
nutra su techo y lo perfume
con toda la experiencia del espacio.

La casa está en el mar,
llena de espumas,
la casa choca y se transforma en blanca
lección de cortesía:
ella que fue arrecife.

La casa está en el cielo,
arraigada en la nube y en el orden
del loco génesis de las escalas:
como un Valparaíso en miniatura
ella dice el adiós, la bienvenida.

La casa sí, la casa está naciendo,
misteriosa ella va, de oscura noche
vestida, rumbo al día que la aclama,
ella es pura, y por tanto va al cimiento,
queriendo ser la casa, no el fantasma.

Ella, la casa, es pura,
y por tanto se orienta a las paredes,
se orienta al coro juvenil del vidrio,
se orienta al subterráneo,
a la techumbre.

Ella está al exterior, como nosotros,
y busca su razón, como nosotros,
es su propio fantasma
y quiere ser la casa, en la medida
que nosotros queremos habitarla.

Ella, la casa, es pura
y quiere ver la criatura humana,
quiere latir su corazón al ritmo
del corazón del niño, y busca, busca
corazones que quieran habitarla.

La casa está en su casa,
casa, casa, ¡cuántas casas ausentes para el hombre,
cuánta miseria atroz, cuánta intemperie,
cuánta casa fantasma!

No comprende la casa su silencio,
su vacío de barco abandonado,
no comprende esta paz de cementerio,
¿dónde está mi habitante, se pregunta,
dónde está mi habitante, se pregunta,
dónde el niño sin techo del que hablaban?

La casa yace, yace sin remedio,
fantasma de sí misma, yace, yace,
la casa pasa por sus vidrios rotos,
penetra al comedor que está hecho trizas,
anida en las paredes desplomadas.

Penetra al dormitorio y se detiene,
¿quién duerme aquí?, pregunta,
nadie, nadie,
ni un dedal en la pieza de costura,
ni un plato en la cocina abandonada.

¿Y dónde están los hombres?,
no han venido,
no han llegado más bien,
pero a lo lejos: llegaremos, se oye,
llegaremos un día hasta la casa.

Llegaremos un día,
y tanta ruina
de la fantasmal casa
será esplendor, puesto que el hombre entonces
vendrá a morarla.


Braulio Arenas (La Serena, 1913 - Santiago 1988). Poeta chileno de las vanguardias , fundador del grupo surrealista Mandrágora.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Ivis Acosta, tres poemas




La incredulidad

Crecer es darnos cuenta
de que a veces los consejos
no son buenos.

Es medir las palabras que decimos
y evaluar el discurso que nos llega,
porque no todo es bueno y conveniente.

Dejamos de ser niños ese día
en que somos conscientes de que estamos
solos y extraviados ante el camino,
con un mapa borroso entre las manos,
y un libro de instrucciones incompleto
cuya única premisa nos desarma:
"haga usted lo que pueda en esta vida".

Pero la sospecha de que hemos ganado
experiencia vital nos llega cuando
entendemos por fin de qué va el juego:
todo vale si a ti te lo parece,
no hay reglas inviolables, ni hay justicia,
tan sólo un burocrático balance
que para colmo a veces llega tarde o jamás.

La ley
es que no hay ley que no se pueda
vulnerar.


Hermoso y libre

Cuanto más nos aferramos
empuñando criterios como lanzas
más rápido esas ideas
se desvanecen.

Como humo, sí, como quimeras,
que ideas son ideas y no rocas.
No lanzas, no trincheras, sólo humo
hermoso y libre, afortunadamente.


Círculos de confianza

El miedo a la soledad,
ese miedo al vacío que nos vuelve serviles,
tolerantes,
es la causa de casi todas nuestras penas.

Círculos de confianza,
círculos de rencor
como grilletes,
esposas que nos vamos colocando.

Miedo a la libertad,
miedo al olvido,
certeza de que todo cuando hacemos
repercute a su vez sobre otras cosas
el día de mañana.

Hipotecamos el presente
en aras de un futuro
retorcido.


Ivis, Chão de Estrelas es para ti, especialmente el verso "tu pisavas nos astros distraída"

Chão de Estrelas (versión de Maria Bethânia, letra de Orestes Barbosa)



Blog de Ivis Acosta,

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Vinicius de Moraes

A Rosa de Hiroshima




Rosa de Hiroshima

Pensem nas criancas
mudas, telepáticas
pensem nas meninas
cegas, inexatas
pensem nas mulheres
rotas, alteradas
pensem nas feridas
como rosas cálidas
mas oh! nao se esquecam
da rosa, da rosa
da rosa de hiroshima
a rosa hereditária
a rosa radioativa
estúpida e inválida
a rosa com cirrose
a anti-rosa atomica
sem cor, sem perfume
sem rosa, sem nada

Poema de Vinícius de Moraes, adaptación musical de Secos e Molhados




Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero ¡oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.

Vinicius de Moraes (Río de Janeiro, 19 de octubre de 1913 – 9 de julio de 1980)

viernes, 13 de noviembre de 2009

Henry Darger



Henry Darger (1892; 1973) escritor e ilustrador estadounidense que vivió en Chicago trabajando, gran parte de su vida, como operario en la limpieza. Tras su muerte, se halló en el cuarto en el que había vivido más de cuatro décadas numerosas acuarelas,dibujos, recortes... y un manuscrito de más de 15.000 páginas, titulado The story of the Vivians girls, in what is known as the Realms of the Unreal, of the Glandeco-Angelinian War Storm, caused by the Child Slave Rebellion,que podría traducirse como La Historia de las Vivians, en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebelión de los Niños Esclavos. En ella creó un mundo paralelo en que los adultos esclavizaban a los niños y siete pequeñas heroínas se dedicaban a salvarlos.



LAS INCREIBLES HERMANAS VIVIAN DE HENRY DARGER

Texto de María Gainza
Hosco, casi ermitaño, con un solo amigo, concurrente diario a misa, señalado como loco, y sospechado por quienes no lo conocían de ser un asesino serial, Henry Darger vivió hasta los 81 años en un anonimato solitario y en apariencia intrascendente. Pero pocos meses antes de que muriera, los hombres de la mudadora encontraron en su casa lo que sería un tesoro único del arte
contemporáneo: The Realms of the Unreal, doce volúmenes, más de 15.000 páginas de prosa hipnótica y cientos de acuarelas que conforman una obra de proporciones bíblicas, protagonizada por siete hermanas que sacrifican su inocencia para luchar contra los ejércitos del mal que dominan al mundo.




Henry Darger era el portero más antiguo del Hospital St. Joseph de Chicago. Las enfermeras lo recuerdan como un viejo malhumorado que pasaba sus días libres revisando la basura y sus noches durmiendo sobre una silla de madera desvencijada. Dicen que llevaba los anteojos pegados con cinta adhesiva y la billetera atada a la cintura con un cordón de zapatilla. Vivía en una habitación en la calle Webster, iba a misa todos los días, hasta cinco veces por día y, ante los ojos de los vecinos, parecía el hombre más apático de la tierra. Nadie sabía que desde 1909 Darger estaba creando y compilando un trabajo artístico de proporciones épicas. Apretujado entre su colección de pelotas, pilas de diarios hasta el cuello, botellas de Pepto-Bismol y figurines de Madonna, protegido debajo de una gruesa capa de polvo, giraba su mundo, un reino donde virtuosas niñas de vestidos punto smock se enfrentaban a mares encabritados y ejércitos sangrientos. Y Darger lo mantuvo ahí, encerrado bajo siete llaves, durante más de cuarenta años.
Pero unos meses antes de morir, en 1973, a los 81 años, decretó que necesitaba mudarse de casa: sus piernas estaban demasiado débiles para subir la escalera, farfulló. Entonces hubo que limpiar el Vietnam que había dejado atrás. Y ahí apareció lo que uno de los hombres de la mudanza llamó “un libro para un gigante”. Era su ópera magna, The Realms of the Unreal: doce volúmenes, más de 15.000 páginas (escritas a máquina y sin espacio entre líneas) de prosa hipnótica, y cientos de acuarelas gloriosas que toman la cabeza como un virus descontrolado que se propaga por las habitaciones de la mente.
Tan así que la asombrosa producción de Darger llevó a la directora Jessica Yu a filmar In the Realms of the Unreal: the Mysterious Life and Art of Henry Darger, documental que en unos meses compite por el Oscar. “Había algo en la falta total de ironía, en la forma en que el artista concebía esas imágenes, sin guiños ni ingenio evidente, que me conmovió.” Es que la pregunta central de la historia de Darger y aquella que empuja el documental parece ser la misma: ¿puede uno vivir solamente dentro de su cabeza?
I
Como en un trip religioso, el trabajo de Darger es una historia a lo Scheherazade sobre las siete dulces hermanitas Vivian, princesas de Abbiennia, heroínas de entre cinco y ocho años que libran una batalla contra las fuerzas del mal: un planeta copado por los Glandelianos, hombres que toman como esclavos a los niños, los torturan, estrangulan y, más tarde, desmiembran. Las Vivian luchan contra ejércitos gigantescos y sobreviven a erupciones de volcán, tormentas eléctricas, inundaciones e incendios forestales, todo para salir intactas y rozagantes con los ojos abiertos como Pokemón. Con una avalancha de detalles opresiva, Darger utilizó acuarelas para crear jardines edénicos, dragones, mapas, banderas, retratos de generales y escenas panorámicas de batallas. El efecto es bíblico: en especial en los cientos de acuarelas pintadas sobre rollos de hasta de 4 metros que ilustran la historia. La narración compacta y los colores que van del fluorescente al pastel dan a las imágenes un aire de capilla del temprano Renacimiento, de tapicería de Bayeux y de cartón de LSD, todo en uno. The Realms es un híbrido fabuloso, una maratónica escena pastoral y, a la vez, una carnicería humana digna de los hermanos Chapman, donde niñas desnudas y con penes son estranguladas por ejércitos de hombres adultos. Mirar las imágenes de Darger es como entrar en trance. Son pedazos que se despegan de las paredes de un subconsciente angustiado, que se debate entre la felicidad sin límites y los tormentos psicológicos en carne viva.
II
Eso era el fabuloso mundo de Darger de puertas para adentro.
De puertas para afuera, nadie lo conocía. Era tan solo el loco del barrio, un hombre que emitía un gruñido seco cuando alguien lo saludaba, que tuvo un solo amigo, William Schloeder, un vecino con quien formó un club de dos miembros, la Sociedad Protectora de los Niños, y que sobre todo, odiaba conversar, a no ser que fuera sobre el clima.
Desde el 31 de diciembre de 1957 al 31 de diciembre de 1967, Darger llevó una serie de anotadores, los Reports, en donde diariamente anotó comentarios y reflexiones sobre el clima en Chicago. La tapa describe el proyecto con entusiasmo enciclopédico: “Un libro sobre reportes de temperaturas, cielos parcialmente nublados a despejados, nieves, lluvias, tormentas de verano, tormentas de invierno, bajas temperaturas y largos calores”. Pero básicamente Reports es una pelea sostenida con el hombre del servicio meteorológico y, como si efectivamente el pobre tipo fuera el intermediario entre los cielos y la tierra, Darger parece enojarse cuando éste no lee correctamente las señales del tiempo: “Enero 20, 1963: tenía razón en predecir una nevisca y en que soplaría mucho viento, pero la nieve era muy ligera. Dijo que habría poco cambio en la temperatura y en eso se equivocó. En cambio estaba en lo cierto acerca del viento del noroeste, pero equivocado en cuanto a que crecería hasta 28 millas por hora. Estuvo más bien entre 30 y 40 millas”.
Las tormentas ciclópeas, los vientos huracanados y nubes tentaculares aparecerían más tarde en sus imágenes. Porque Reports no es simplemente el registro de una obsesión sino lo que hoy llamaríamos un proyecto conceptual que duró exactamente diez años y terminó con la palabra “fin”. Es un sumergimiento total en una conciencia meteorológica.
III
El pasado de Darger es nebuloso: además de la novela, las ilustraciones y sus reportes climáticos, Darger dejó un diario íntimo y una autobiografía, Historia de mi vida, un relato de 5000 páginas de las cuales dos tercios están dedicadas a describir un tornado que él llama Sweetie Pie. Cuenta ahí que su madre murió al dar a luz a su hermana menor y que su padre, aturdido por el dolor, decidió dar a la niña en adopción. “Nunca la conocí ni la vi, ni siquiera supe su nombre”, escribió Darger. Pero los críticos aseguran que la pequeña habita cada uno de los trabajos del artista.
A los ocho años Darger fue internado en un colegio católico, La Misión de Nuestra Señora de la Piedad, donde se trenzaba en largas discusiones sobre la Guerra Civil con su maestro y entraba en trance ante una nube en el cielo. Fue allí cuando sus compañeros lo apodaron El Loco. A los 12 años fue enviado a Illinois a un asilo para débiles mentales y cinco años después, luego de varios intentos frustrados, Darger logró escabullirse y se marchó a Chicago.
Tenía dieciocho años cuando comenzó a escribir su novela. La terminó once años más tarde. Y en algún momento del proceso decidió que necesitaba ilustrar sus palabras. En 1932 alquiló una habitación en una calle Webster 851. El propietario, el fotógrafo Nathan Lerner, intentó durante varios meses tomarle unas fotografías. Pero Darger se negaba a posar. Lerner quería sumarlo a sus colecciones de “locos del barrio” y colgar su retrato junto a la mujer que se guardaba las colillas de cigarrillo en el cabello y el hombre que paseaba con su pato bajo el brazo: “En realidad, había una sola criatura viva a la que Darger le demostraba cariño: nuestro perro”. Un día, la mujer de Lerner ingresó a la habitación a cambiar una bombita de luz y vio algunos de sus dibujos desparramados. “Henry –le dijo–, eres un muy buen artista.” Y Darger sin darse vuelta contestó: “Sí, lo soy”.Su diario íntimo registra sus visitas a misa, sus batallas contra las pelotas de hilo, su fastidio con la vejez: “¿Pueden creerlo? Al contrario de la mayoría de los niños, odiaba ver llegar el día en que sería grande. Quería ser joven para siempre. Ahora soy un viejo rengo, diablos”.
En 1972, Darger buscó otro lugar para vivir. Pronto las Pequeñas Hermanas de los Pobres lo habían bañado, afeitado y peinado. “Pero ya no parecía Henry”, dijo Lerner. Entonces aún no sabían que al dejar su habitación Darger había dejado su vida. Murió en 1973. Un día antes lo vieron en el café de la esquina terminando de pulir la lista de las ilustraciones que faltaban.
IV
John Ashbery (que, inspirado por la saga de las Vivian, escribió el poema Girls on the Run) dijo que Darger era tan solitario que nadie sabe a ciencia cierta cómo se pronunciaba su nombre (si la g era fuerte o suave). Y cuando le preguntaron el porqué de su elección el poeta dijo tan solo que había quedado fascinado por los vestidos y zapatos de las hermanitas. Como la explicación de Rick Blaine acerca de haber elegido Casablanca por sus aguas, la de Ashbery suena a elusiva. La obra de Darger es tanto sobre cosas de niñas como las muñecas del surrealista alemán Hans Bellmer lo eran.
Nunca sabremos qué ideas tenía este solitario sobre niñas en jumpers jugando en patios escolares. Pero no estaba solo en su fantasía: la idea de una dulce niñita –Alicia, Caperucita, Gretel, Ricitos de Oro, Laura Palmer– siendo acosada por fuerzas del mal es parte de nuestro folklore colectivo. Acusado de pedófilo, de asesino serial, Darger alimentó sus fantasías a lo William Blake, con la caída de ninfas de la inocencia a la experiencia.
En 1977, el Hyde Park Art Center montó una muestra de sus trabajos. Para ser exhibidos, los volúmenes de The Realms fueron divididos y separados. Una decisión muy discutida ya que la muestra atrajo público y reconocimiento pero también dividió irreparablemente un trabajo que fue pensado para ser visto en conjunto.
Se lo llamó outsider art, proto-pop, apropiación, pero el trabajo de Darger, como el de todo artista en serio, trasciende las categorías. Es, al mismo tiempo, más y menos que eso. Es la experiencia de una vida destilada dentro de un nuevo paradigma, un opus mitológico. Una guerra con su psique pulsada por el deseo de tener compañía. Outsider art puede que sea un concepto marketineramente efectivo, pero es, también, un término que tiende al equívoco. Suele atraer una perorata de análisis psicobiográfico particularmente crudo e irritante. En el caso de Darger mucha de la culpa es de John MacGregor, uno de los primeros historiadores que tuvo acceso al archivo. MacGregor escribió sobre la compulsión del artista, sobre cómo se excitaba pintando incendios forestales, sobre cómo la muerte de su madre lo había llevado a obsesionarse con el clima, sobre cómo no podía distinguir entre la realidad y la ficción. Y lo importante pasó de largo.
Porque Darger no nos devuelve los ojos de la infancia sino la infancia en el momento en que ésta se nubla por la experiencia, aquel instante cuando una bolita de vidrio rodando por el piso de madera se vuelve tan ominosa como un cometa atravesando el cielo. Con el Edén perdido, con nuestro camino de regreso bloqueado por una calesita que arde en llamas, las niñas de Darger nos muestran que hay que seguir corriendo.

Publicado en Página 12

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Pedro Casariego Córdoba



Esta
vida
demasiado
plácida
me
extingue.
Estas horas
solemnes
sofocan
los incendios
imprudentes
y los papeles
en llamas.
Ansío el
terremoto particular
que alguien
me ha
prometido.
Soy el hombre
delgado
que no flaqueará
jamás.



Santa tierra desterrada

Tú sigues siendo
el misterio de las apariciones que nunca aparecen
pero
dentro de mí
alguien
cambió
y no volverá a cambiar
jamás

ya no hay llanuras en mis montañas
ya no hay llanuras y yo
yo olvido un sótano de recuerdos dos sótanos llenos
y persigo sombreros alegres para dejar de olvidar
aunque ya se sabe
los sombreros huyen
y la alegría
y los gatos que no nos felicitan.

Olvido.

Olvido porque ya soy viejo o ya soy joven:
he sido tantos alborotos
que ya soy viejo
he visto a tantos morir mi muerte
que ya soy joven

he servido a tantos príncipes

he ambicionado piedra he falsificado labios y he jadeado
no he faltado a la cita y ahora
ya no hay fuego en mi fuego
o todas mis mentiras son mentirosas
y sólo el cansancio me da vida
y sólo tocas mí cansancio
y ahora
hoy nada me duele y tú no me dueles

las tiendas de ultramarinos y los cines de verano
y los guerreros indefensos
desaparecieron
ni siquiera los fabrican
fíjate qué triste

herrumbrosas y ajenas
nuestra soledad es siempre de los otros
herrumbrosas y ajenas y tan herrumbre
las soledades que en mí acontecen
sin ruidos y sin silencios

hoy nadie me duele y tú no me dueles

mujer
tan callada y pobre
como una grieta
santa tierra desterrada
yo que para escandalizarte he robado escándalos
sólo Judas pudo amarte como yo te amo
sólo Judas y sobre tí veo
al cielo que ganó el concurso de cielos
y al cielo loco que ganó el concurso de nubes
y hasta al único caballo que cabalga

santa tierra desterrada
tierra santa
mi tierra prometida
dama de la mayor distancia
te he deseado siempre
desde el primer reloj

pero
dentro de mí
alguien
cambió
así que pronto llorarán mis risas
y se arrastrarán mis vuelos
pronto
oiré un viento raptando hojas
y las noches sabrán ser días
entonces
inmediatamente

Ayúdame
soy un cristo que no tiene cruz
soy un cristo de crucigrama
ayúdame
tú la espina más remota
tú sueño que se desmaya
tú pequeña niebla de piel
tú que no mereces ser el cepillo de dientes de María Magdalena
tú puedes ayudarme
tú puedes ayudarme complicándome la vida
complícame la vida
complícamela
tú que árida siempre te alejas
dame abrazo y herida
dame abrazo y herida para tener abrazo

tú que no existes
sólo tú puedes

Pedro Casariego de 43 poemas independientes



Manirroto pintura de Casariego



Los poemas y pinturas están tomados de la web Pe Cas Cor Sociedad Imaginada que tiene como objetivo promocionar la obra de Pedro Casariego. Fue creada en el año 1991 por un grupo de personas cercanas a él.

Pedro Casariego Córdoba (Pe Cas Cor, Madrid, 1955-1993), poeta y pintor.

martes, 10 de noviembre de 2009

Palabras hipocampos de Kevin MacNeil

words, seahorses



I dreamt i was the seafloor and you were the weight of the ocean pressing down on me,your quiet words of love in my ears now and again, golden, elegant and strange, like seahorses, like grace-notes, tiny floating saxophones

palabras, hipocampos
Soñé que yo era el fondo del mar y tú el peso del océano gravitando
en mi, tus palabras de amor silenciosas en mis oídos ahora y siempre, doradas, elegantes y extrañas, como los hipocampos, notas suaves, pequeños saxofones flotantes.

Traducción del inglés de Raúl Jaime

Kevin MacNeil (Escocia, 1956)

sábado, 7 de noviembre de 2009

sábado, 31 de octubre de 2009

Tres poemas de Hugo Mujica

A dos manos



Esta entrada es a dos manos, porque aunque escrita por mi, se la debo a Luz, una lectora del blog que en uno de sus comentarios anotó algunos de los poetas que le gustaban, entre ellos Hugo Mugica, al que yo no conocía. Pues me ha encantado, Luz, y ya he leído unas cuantas cosas. De momento, hay van tres poemas, una entrevista en vídeo y un enlace a su web.

Bajo los techos

Bajo los techos
se oyen respirar los sueños
en el callar de la noche;

en la calle

un niño,
sin sombra ni rumbo,

recorre el vacío de dios, paso a paso
desanda su esperanza.



Alba

Quieto,
como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca
Quieto,
como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano
sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.
hay una fe que es absoluta:
una fe sin esperanza.


Hay perros que mueren de la muerte de su amo

Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo
que no se agitan,
tiemblan.
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
de un torso de mármol,
son los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
donde morir de carne,
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.


Entrevista en Audioteca de Escritores de Buenos Aires



Hugo Mujica, Buenos Aires en 1942

viernes, 30 de octubre de 2009

Alicia de Jan Svankmajer

Un viaje a las profundidades de la mente infantil



Jan Svankmajer (Praga, 1934) escultor, artista gráfico, poeta surrealista y cineasta. Este autor es conocido sobre todo por sus películas de animación en las que mezcla muñecos, actores reales, máquinas, figuras de arcilla y otros muchos elementos utilizando la técnica de stop-motion. Marcadas por el surrealismo y el absurdo, muchas de sus creaciones están inspiradas en obras de autores literarios como Edgar Allan Poe o Wolfgang Goethe.

Aqui van dos fragmentos de su particular visión de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll.

Algo sobre Alicia (1988)
Después de leer el cuento de Lewis Carroll, Alicia se queda dormida en su cuarto rodeada de sus juguetes, y en sueños viaja al País de las Maravillas.








"La animación de los objetos reales, la metamorfosis de sus funciones en el ambiente real, en combinación con el ser humano, crea una irracionalidad concreta, madre de la subversión. La animación es como una magia y el animador, un mago".
Jan Svankmajer




Jan Svankmajer, un amante de la experimentación.

jueves, 29 de octubre de 2009

Marosa Di Giorgio poemas




Mi alma es un vampiro grueso

Mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado. Se alimenta de muchas especies y de sólo una. La busca en la noche, la encuentra, y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí.
Mi alma tiene miedo y tiene audacia. Es una muñeca grande, con rizos, vestido celeste.
Un picaflor le trabaja el sexo.
Ella brama y llora.
Y el pájaro no se detiene.

Cuando nací había muchísimos higos

Cuando nací había muchísimos higos. No puede ser, me diran, si era invierno y hacía frío.
Sin embargo fue así; estaban en todos los árboles, áun los que no eran higueras, y en medio de las flores. Oscuros, celestes o rosados; algunos desde el origen, traían adherida una violeta o una mosca. O en el punto central entresacaban una perla (nunca lla dieron del todo). O se desprendían girando como astros envueltos en anillos de colores, hasta que casi exánimes tornaban al lugar.
Se sentía un aroma a almíbar y azucenas.
Yo, en medio de mi primer lloro, pues era a los pocos minutos de nacer, dije a mi madre: Hay higos.
Y mi madre miró sonriendo a mi Rosa abuela, y le dijo: Mira lo que dice.
Y mi abuela se aproximó, demasiado, con los ojos bajos, la sonrisa fija, y una tremenda corona de higos negros, gruesos y atormentados.


A veces, en el trecho de huerta...

A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar
a la alcoba, se me aparecían los ángeles.
Alguno, quedaba allí de pie, en el aire, como un gallo
blanco -oh, su alarido-, como una llamarada de azucenas
blancas como la nieve o color rosa.
A veces, por los senderos de la huerta, algún ángel me
seguía casi rozándome; su sonrisa y su traje, cotidianos;
se parecía a algún pariente, a algún vecino (pero, aquel
plumaje gris, siniestro, cayéndole por la espalda
hasta los suelos...). Otros eran como mariposas negras
pintadas a la lámpara, a los techos, hasta que un día
se daban vuelta y les ardía el envés del ala, el pelo,
un número increíble.
Otros eran diminutos como moscas y violetas e iban
todo el día de aquí para allá y ésos no nos infundían miedo,
hasta les dejábamos un vasito de miel en el altar.


Dos poemas en audio de La palabra virtual.



Los hongos nacen en silencio...

Poema en audio: Los hongos nacen en silencio... de Marosa Di Giorgio por Marosa Di Giorgio

Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio; otros con un breve alarido, un leve trueno. Unos son blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma, la estatua a una paloma, la estatua a una paloma; otros son dorados o morados. Cada uno trae -y eso es lo terrible- la inicial del muerto de donde procede. Yo no me atrevo a devorarlos; esa carne levísima es pariente nuestra. Pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y empieza la siega. Mi madre da permiso. Él elige como un águila. Ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris. Mamá no se da cuenta que vende a su raza.


A veces los caballos se reúnen...

Poema en audio: A veces los caballos se reúnen... de Marosa Di Giorgio por Marosa Di Giorgio

Marosa di Giorgio (1932, Salto – 2004, Montevideo)

miércoles, 28 de octubre de 2009

Washington Delgado


Baile de Energía de Íñigo Quilez


Última danza

Ven a danzar aunque la hora
sea precisamente inapropiada.
Ven a danzar y que ardan las ventanas
de este dorado imperio.

Que ardan las alcobas, los salones,
los delicados muebles del palacio,
las damas, las doncellas y los pajes
de soñada belleza.



Muerto del mar

Vivo en lo que siempre vive:
el árbol, el gusano, la estrella.

Soy el muerto del mar:
mi muerte no da una flor sobre la tierra.

Por las aguas se extiende:
cada minuto alguien
en ella bebe o se mira en ella.


****

Aquí soy un hombre. Tomad
y comed de mi zapato que es también
mi cuerpo, que es también mi sangre
y mi sueño más puro y mi guitarra.


Washington Delgado (Cuzco, 1927 –Lima, 2003)

martes, 27 de octubre de 2009

Cintio Vitier poemas


Foto: Lisbeth Salas-Soto



Allí donde la vida es la palabra ya en desuso,
la palabra del detritus y el silencio
que olfatean los perros, que desuella la luz
sentenciosa y delirante como ultrajada madre;
allí donde maduro el arlequín
disfrazado de tiempo y de mendigo
mira al caballo que resbala en la calle húmeda, sonríe
vagamente al nacimiento de un sonido
que es el sol de los ancianos,
yo miraba el arco de la medialuna y repetía:
voy a morir como la flor.

El mar a lo lejos aún suspira
fatigosamente incorporándose y cayendo en la penumbra.
Y el rosa desabrido que levanta
una página delgada y polvorienta en la memoria,
velado y hosco el mediodía, remolino de su bestia pura,
las tardes de redes y de viento como flor de espacio,
aún me imponen la dulzura de sentir
la palabra del escándalo saliendo de las últimas bujías
que batallan con la respiración del tiempo entre las rocas.

«Voy a oír como la flor», y contemplaba
las desérticas mujeres que barren y resisten
hasta que sus ojos alcanzan el esplendor de la luna
y un carruaje silencioso rompe ante sus labios la ciudad
remota

@@@@@@@@@@@@@@@

Estalla la ola en arrecife
que sale de la noche como deslumbrante sílaba
de la palabra que me apresa. El tiempo
de la flor está pasando
en el hogar cerrado, en la mansión vacía
de memoria.

¿Qué palabras,
qué vírgenes de sueño y de sonido
resistirían el contacto de una gota de este mar
o el soplo del espacio despertado? ¿Qué argumento
―aun aquél, ilegible, con que el hombre
quema la eternidad de su deseo en una calle
fabulosa, mordida por la nada― y el escándalo en sus ojos
le deslumbra la historia?

Mi soledad entretejida
por el iris fugaz del imposible
con la gloria de las bestias absolutas en el agua y en el viento,
abre el frío desierto de los nombres.

Afuera está el tesoro, vivas alas de olvido,
fauces totales de la lejanía.

El tiempo
de la flor está pasando; la ola estalla,
otra vez, en lo oscuro.


PRELUDIOS, poemas de Cintio Vitier publicados en Adamar, revista de creación.


Otro

Nunca estoy conmigo. Otro.

El otro, por dentro, afuera,
entre, despertando olvido.

Voy y vengo, descompuesto,
juguete de imán profundo, niño.

Otro. Nunca estamos juntos.


LA HOJA

Cómo suenas y resuenas
hoja callada

Cómo vuelas y viajas hoja inmóvil
Cómo vives -inerte

Hoja Delfos
Hoja oreja
Hoja iris
Hoja gnomon
Hoja lira
Hoja noche
Hoja rehén
Hoja ardiendo
Hoja helada
Hoja pacto
Hoja puente
Hoja rehén
Hoja indivisa
Hoja fragmento
Hoja rendida
Hoja invencible
Hoja de espada
Hoja de sed
Hoja luto
Hoja sol
Hoja extinta

Cómo atormentas

La Hoja y Las Palabras, publicado en la Revista de poesía La isla Infinita

Cintio Vitier (Cayo Hueso, Florida,1921-La Habana, 1 de octubre de 2009) fue miembro de la redacción de la revista Orígenes, dirigida por José Lezama Lima y José Rodríguez Feo, y colaboró también en otras muchas revistas literarias cubanas, como Espuela de Plata.

sábado, 24 de octubre de 2009

Anuari de Teresa Wilms Montt




I

Apareciste Anuarí, cuando yo con mis ojos ciegos y las manos tendidas te buscaba.
Apareciste, y hubo en mi alma un estallido de vida. Se abrieron todas mis flores interiores,
y cantó el ave de los días festivos.
Me amaste, Anuarí, y alcanzé la Gloria suspendida en tus brazos.
Desapareciste, y quedé sola, los ojos naúfragos en noche de lágrimas.
Bondadosa ha vuelto tu sombra, entre ella y el sepulcro espera una hora mi alma.

XV

Estoy enferma. Mi mano, ardiente, resbala
en triste desmayo sobre los libros donde me
refugio, para aturdirme y olvidar.
No trato de abrirlos, es inútil: los adivino.
¡Qué pueden decirme que sustraiga mi pensamiento
de tu recuerdo? Sólo lograrian dejar
una negra mancha de tinta en mis pupilas luminosas
de tu imagen. Mi dolor se hace agónico;
mi tristeza se despedaza como las túnicas
de los mártires desgarradas por las fieras del
circo.
Me pesan las sienes como si las oprimieran
los dedos de un coloso, y como losas funerarias
caen mis párpados.
¡Anuari, Anuari!
Las penas hacen pesada mi sangre, como
si circulara por mis venas lava fria.
Estoy enferma. A mi alrededor canta la vida,
impiadosa, cruel, en su inconsciencia de
diosa eternamente joven y alegre.
Ese desordenado bullicio me hace pensar
en la profanación de cadáveres por un saltimbanqui
ebrio.
La vibración del dolor ha destruido la orquestación
divina, que, en lirica unión con
todas mis cuerdas intimas, amenizaba las fiestas de mi alma.
Estoy tan triste, como una paloma a quien
sorprende la tormenta, sola y fuera del nido


Anuarí, de Teresa Wilms Montt. Poemario editado en 1918 con prólogo de Ramón del Valle-Inclán. La introducción es Luzmaría Jiménez Faro. Editado por Torremozas.





Teresa, la película

La directora Tatiana Gaviola ha realizado Teresa, un film basado en la vida de Teresa Wilms Montt, encarnada en la ficción por la actriz Francisca Lewin.



Teresa Wilms Montt (Viña del Mar, 8 de septiembre de 1893 - París, 24 de diciembre de 1921) fue una escritora chilena, transgresora y rebelde con una vida intensa y apasionante. Frecuentó tertulias y ateneos, se adscribió a los ideales anarquistas y a la masonería; fue apartada de sus hijas y enclaustrada en un convento por su marido, de donde escapó con la ayuda de Vicente Huidobro. Viajó a Buenos Aires, Nueva York, Barcelona, París y Madrid, lugares donde participó de la vida bohemia, causando sensación entre los hombres que la conocieron.
En España tuvo relación con Azorín, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Pío Baroja, Julio Romero de Torres, quien la retrató y, sobre todo, Enrique Gómez Carrillo y Ramón del Valle-Inclán. Se suicidó a los 28 años en París.





Este es mi diario
En sus páginas se esponja la ancha flor de
la muerte diluyéndose en savia ultraterrena y
abre el loto del amor, con la magia de una
extraña pupila clara frente a los horizontes.
Es mi diario. soy yo desconcertantemente
desnuda, rebelde contra todo lo establecido,
grande entre lo pequeño, pequeña ante el infinito..
soy yo ...

El libro Lo que no se ha dicho fue publicado por Editorial Nacimiento en 1922, e incluye Páginas de mi diario; Con las manos juntas; Los tres cantos; Del diario de Sylvia y Anuari. Puede leerse en formato PDF en Memoria Chilena

Alejandro Lattapier




Dime,
cual derrumbe de alas en los arrabales,
cual marejada en la alcoba sesgo de peonías.
Apoyada en la verja convocadas las horas,
dime,
como océanos a tus albos derroteros,
dime,
qué fardos pregonan el milagro de tus frisos:
fatigadas ceremonias de almohada a medianoche.
- Oculta grieta dime:-
en el run run de idiotas ángeles cuando los columpios…
en el tubérculo de luz en el corazón del jardín.
Dime.

Alejandro Lattapier (Valparaíso, 1983)

Dos poemas de Adonis


Pintura de Joan Artigues



Estación de los estados espirituales


I
—El tiempo es arcilla y el cielo, herrumbre. ¿Qué hacer?
—Volverse trueno, agua, objeto vivo.
—¿Y cuando las distancias estén vacías hasta de sombra?
—Llenarlas con un ojo que cubra los puntos cardinales,
llenarlas con fantasmas sacados del rostro
y las caderas
que cuiden del sueño y de la memoria de los árboles.
—¿Y cuando este mundo no te sea favorable?
—Me recrearé en mis ojos para duplicar en ellos en universo:
veré dos veces el cielo,
y la tierra dos veces.
—Sólo yo
seré único.
—¿Y cuando no tengas más amigos que las piedras?
—Gritaré: ¡Molusco! ¡Yo soy tu parte de blanda!
Y orientaré mis cuernos al sol.


Clima de los brotes

Por aquí pasó Ícaro.
Acampó bajo las hojas lívidas,
inhaló el aroma del fuego
en las alcobas del verdor, en los brotes suaves.
Agitó, sacudió el tronco, buscó refugio,
plegó sobre sí las alas cual tienda de campaña.
Embriagóse luego y echó a volar?

Pero no se abrasó —aún no— Ícaro.


Adonis, seudónimo de Ali Ahamad Saíd Ésber (Qasabín, Siria, 1930)

martes, 20 de octubre de 2009

De la serie peroratas de Mayte Bayón

Mayte Bayón prepara una creación escénica sobre las PERORATAS que presentará el 9 de diciembre en el teatro Xesc Forteza, en los encuentros de compositores que cada año organiza ACA. De momento, ahí van dos de la serie.





Apretar, arrebujar el lugar recóndito donde suceden las milagros, la

cadencia prodigiosa de los hechos.

Amortajar el dolor y olvidarlo en una habitación oscura.

Lluvia que cae somnolienta, que resguarda los ojos penetrantes del

abismo, la sima barroca donde yacen los secretos, allí donde el

tormento late.




Suave vientecillo de sombra, tintineo de hojas y de trinos, rincón que

ampara y abre una puerta de penumbra.

Estar ahí sin merecer nada, saborear el aleteo, el suceder discreto de

las sutilísimas horas, tiempo prodigioso que separa y ahuyenta las

rencillas, que discurre en lo oscuro iluminando.

Permanecer sin soñar, sin apenas sentir, más que el murmullo que

vive y que resbala.

Danza Manza

domingo, 18 de octubre de 2009

Charles Baudelaire

El albatros y dos poemas más




EL ALBATROS

A veces, por distraerse, suelen los marineros
cazar albatros, grandes aves del mar,
que siguen, como indolentes compañeros de viaje,
al barco que navega por los abismos amargos.

Apenas los arrojan sobre la cubierta,
estos reyes del azul torpes y avergonzados,
arrastran penosamente las alas
grandes alas blancas semejantes a remos.

¡Qué torpe y débil este viajero alado!
antes tan bello, ¡qué grotesco y que feo!
Uno le provoca quemándole en el pico con la pipa,
otro, cojeando, imita su vuelo inválido.

El Poeta es semejante al príncipe de las nubes
que domina la tempestad y se ríe del arquero;
desterrado en el suelo, en medio de las burlas,
sus alas de gigante le impiden caminar.

De Las Flores del Mal

L'Albatros

Souvent, pour s'amuser, les hommes d'équipage
Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
Qui suivent, indolents compagnons de voyage,
Le navire glissant sur les gouffres amers.

A peine les ont-ils déposés sur les planches,
Que ces rois de l'azur, maladroits et honteux,
Laissent piteusement leurs grandes ailes blanches
Comme des avirons traîner à côté d'eux.

Ce voyageur ailé, comme il est gauche et veule!
Lui, naguère si beau, qu'il est comique et laid!
L'un agace son bec avec un brûle-gueule,
L'autre mime, en boitant, l'infirme qui volait!

Le Poète est semblable au prince des nuées
Qui hante la tempête et se rit de l'archer;
Exilé sur le sol au milieu des huées,
Ses ailes de géant l'empêchent de marcher.




El extranjero

-¿Qué amas más, di, hombre enigmático? ¿A tu padre,
a tu madre, a tu hermana, a tu hermano?
-No tengo ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.
-¿A tus amigos?
-Utiliza una palabra cuyo sentido desconozco.
-¿A tu patria?
-Ignoro la latitud en que se encuentra.
-¿A la belleza?
-La amaría de buena gana, diosa e inmortal.
-¿A el oro?
-Lo aborrezco tanto como usted aborrece a Dios.
-¿Entonces qué amas, extraordinario extranjero?
-Amo las nubes... las nubes que pasan... allá... allá lejos
las maravillosas nubes.

De Spleen de París

L'étranger por Leo Ferré



L'étranger

- Qui aimes-tu le mieux, homme enigmatique, dis? ton père, ta mère, ta soeur ou ton frère?
- Je n'ai ni père, ni mère, ni soeur, ni frère.
- Tes amis?
-Vous vous servez là d'une parole dont le sens m'est resté jusqu'à ce jour inconnu.
- Ta patrie?
- J'ignore sous quelle latitude elle est située.
- La beauté?
- Je l'aimerais volontiers, déesse et immortelle.
- L'or?
- Je le hais comme vous haïssez Dieu.
- Eh! qu'aimes-tu donc, extraordinaire étranger?
- J'aime les nuages... les nuages qui passent... là-bas... là-bas... les merveilleux nuages


Elevación

Por encima de lagos, por encima de valles,
De montañas y bosques, de nubes, de mares
Más allá del sol, más allá del éter,
Más allá del confín de las esferas estrelladas,

Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
Y como un nadador que se desvanece en la ola,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.

Vuela lejos de estas miasmas mórbidas,
Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un licor puro y divino
La luz brillante que inunda los límpidos espacios.

Detrás de los tedios y los hondos pesares
Que cargan con su peso la existencia brumosa,
¡Dichoso aquel que puede con ala vigorosa
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!

Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre la ida, y comprende sin esfuerzo,
el lenguaje de las flores y de las cosas mudas!


Élévation


Au-dessus des étangs, au-dessus des vallées,
Des montagnes, des bois, des nuages, des mers,
Par delà le soleil, par delà les éthers,
Par delà les confins des sphères étoilées,

Mon esprit, tu te meus avec agilité,
Et, comme un bon nageur qui se pâme dans l'onde,
Tu sillonnes gaiement l'immensité profonde
Avec une indicible et mâle volupté.

Envole-toi bien loin de ces miasmes morbides;
Va te purifier dans l'air supérieur,
Et bois, comme une pure et divine liqueur,
Le feu clair qui remplit les espaces limpides.

Derrière les ennuis et les vastes chagrins
Qui chargent de leur poids l'existence brumeuse,
Heureux celui qui peut d'une aile vigoureuse
S'élancer vers les champs lumineux et sereins;

Celui dont les pensers, comme des alouettes,
Vers les cieux le matin prennent un libre essor,
— Qui plane sur la vie, et comprend sans effort
Le langage des fleurs et des choses muettes!

Charles Baudelaire (1821-1867)



Hace años conseguí en una librería de viejo un ejemplar de Les fleurs du mal, ilustrado con unas maravillosas acuarelas de LABOCCETTA. A este libro pertenece la portada y esta última imagen.

viernes, 16 de octubre de 2009

Tres poemas de Marguerite Yourcenar



El poema del yugo

Las mujeres de mi país llevan sobre los hombros un yugo;
Su corazón pesado y lento oscila entre esos dos polos;
A cada paso, dos grandes baldes de leche chocan
Uno con otro contra sus rodillas;
El alma materna de las vacas, la espuma del pasto masticado,
Brotan en olas nauseosas dulces.

Soy igual que la sirvienta de la granja;
A lo largo del dolor me avanzo de un paso firme;
El balde del lado izquierdo está lleno de sangre;
Puedes beber y saciarte de ese pujante jugo.
El balde del lado derecho está lleno de hielo;
Puedes inclinarte y contemplar tu rostro laso.
Así voy entre mi destino y mi suerte,
Entre mi sangre caliente y líquida y mi amor límpido muerto.
Y cuando esté segura que ni espejo ni bebida
Pueden ya distraer o sosegar tu corazón salvaje,
No quebraré el espejo resignado,
No volcaré el balde donde sangró toda mi vida.
Iré llevando mi balde de sangre en la noche negra
Allí donde están los muertos que en él a beber vendrán.
Iré donde están las olas con mi balde de hielo;
El breve gemido de la orilla será menos dulce que mi llanto;
Un rostro pálido grande se asomará a la duna
Y ese espejo, que ya no quieres, reflejará la faz calma de la luna.


Erótico

Tú la avispa y yo la rosa;
Tú el mar, yo la escollera;
En la creciente radiosa
Tú el Fénix, yo la hoguera.
Tú el Narciso y yo la fuente,
En mis ojos tú brillando;
Tú el río y yo el puente;
Yo la onda en mí nadando.
Y tú el sol y la sal
Y en los labios el caudal
Del rumor meciendo el juego.
Yo el pájaro y el cielo
Azul cruzando su vuelo,
Como el alma atiza el fuego.


Hospes comesque

Cuerpo llevando el alma, siempre vanamente
Vuelvo a pensar en ti y te vuelvo a olvidar;
Corazón infinito en el cáliz naciente;
Boca que busca el nuevo verbo de besar.

Mares de navegar, fuentes para beber;
Trigo y vino ritual en la mesa mezclados;
Refugio de dulzura el vago adormecer;
Tierra que se despliega en los pasos alados.

Aire que me llenas de espacio y de equilibrio;
Nervios por donde viaja el cóncavo delirio;
Mirada interrumpida en el vasto universo.

Cuerpo, compañero, juntos nos moriremos.
No puedo no querer la sombra que tenemos,
No apresar con ella el resplandor de un verso.

Marguerite Yourcenar (Bruselas,1903 - Estados Unidos, 1987)

Traducción de Silvia Barón-Supervielle