/ El establo de Pegaso: Joaquín Giannuzzi poemas

martes, 22 de diciembre de 2009

Joaquín Giannuzzi poemas



Fotografía de Julián Blázquez

SUEÑO DEL NADADOR

El nadador ha pulido
su artesanía de joven felino
para corresponder
a los principios míticos del agua.
La coreografía empieza desde un punto
aéreo, elastizado,
donde el filo del trampolín revela
la soledad de una energía
concentrada en suspenso y en el cielo.
El conjunto se afina hasta crear
una mínima carne liberada
de carga emocional. Ahora solo basta
el pulmón feliz. Suelta su amarra
la tensionada fibra, se desprende, salta
y en rápida parábola
entra como un cuchillo en un reinado lento.
El agua vibra al sol como estrellada.
Convertida en mujer
con un baile en su seno se incorpora
una segunda alegría. El huésped cae
y largamente se demora abajo
como probando
la impune gracia de permanecer
para siempre en la azul profundidad,
palpando sus opciones
y sus posibles sueños venideros.
Pero aquí vuelve, sacudiendo un resto
de ensoñación goteada
a su estado mortal, con paso herido,
al triste error, vacilando
entre rígidos objetos aplastados
y su cuadrado peso.

MOMENTO INVERNAL

¿Qué haremos con esta escena accidental
-hojas reunidas por el viento del sur hacia la puerta sino
aislarla como un conocimiento ilusorio?
Todo movimiento es circular
en el rincón del muro, allí
donde las hojas corren para girar sobre sí mismas
al aullido de una ráfaga fría y discontinua.
Lugares comunes de la materia invernal.
¿Debemos otorgarles
una intención de belleza y resurrección
a partir de la confusión del polvo estacional?
Tal es nuestro posible conocimiento: un anhelo
susurrando en las hojas secas, una horrible
tristeza en una tarde de nuestro tiempo.
Y en el rincón del muro la certeza y el residuo
de una disolución universal.


MOSCA FINAL

Tiesa en el vidrio y su engaño, todavía
se aferra a un resto de luz menguante.
Calmada forma final
ya no tiene razón contra el invierno.
Un fracaso a la vista del cielo:
veo la dignidad
de concluir con la tarde, en un gris moribundo
aplastado a lo traslúcido. Una pizca
de frío residuo planetario
hacia abajo chupado, a lo indistinto.
En su descenso cumple
una certeza de orden, mientras ignoro
la ley de mi propia disolución.
La muerte
no me reserva esa lógica suave,
su tranquila mecánica
sino un final inexacto, sometido
a un desesperado anhelo personal.

Joaquín Giannuzzi (Argentina,1924-2004)

1 comentario:

Luz dijo...

Transcribo algo de Jorge Teillier: "no importa ser buen o mal poeta, escribir buenos o malos versos, sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano, luchar contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos, seguir escuchando el ruiseñor de Keats, que da alegría para siempre"...

” Pero sí, quiero establecer que para mí lo importante en poesía no es el lado puramente estético, sino la poesía como creación del mito, de un espacio y tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando lo cotidiano. La poesía es para mí una manera de ser y actuar, aun cuando tampoco pueda desarticularla del fenómeno que le es propio: el utilizar para su fin el lenguaje justo para este objeto”.
Prólogo a Muertes y Maravillas, Santiago , Ed. Universitaria, 1971

Mucho de esto,creo,tiene Giannuzzi,gran poeta! Gracias por subir sus poemas. Saludos