/ El establo de Pegaso: Marosa Di Giorgio poemas

jueves, 29 de octubre de 2009

Marosa Di Giorgio poemas




Mi alma es un vampiro grueso

Mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado. Se alimenta de muchas especies y de sólo una. La busca en la noche, la encuentra, y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí.
Mi alma tiene miedo y tiene audacia. Es una muñeca grande, con rizos, vestido celeste.
Un picaflor le trabaja el sexo.
Ella brama y llora.
Y el pájaro no se detiene.

Cuando nací había muchísimos higos

Cuando nací había muchísimos higos. No puede ser, me diran, si era invierno y hacía frío.
Sin embargo fue así; estaban en todos los árboles, áun los que no eran higueras, y en medio de las flores. Oscuros, celestes o rosados; algunos desde el origen, traían adherida una violeta o una mosca. O en el punto central entresacaban una perla (nunca lla dieron del todo). O se desprendían girando como astros envueltos en anillos de colores, hasta que casi exánimes tornaban al lugar.
Se sentía un aroma a almíbar y azucenas.
Yo, en medio de mi primer lloro, pues era a los pocos minutos de nacer, dije a mi madre: Hay higos.
Y mi madre miró sonriendo a mi Rosa abuela, y le dijo: Mira lo que dice.
Y mi abuela se aproximó, demasiado, con los ojos bajos, la sonrisa fija, y una tremenda corona de higos negros, gruesos y atormentados.


A veces, en el trecho de huerta...

A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar
a la alcoba, se me aparecían los ángeles.
Alguno, quedaba allí de pie, en el aire, como un gallo
blanco -oh, su alarido-, como una llamarada de azucenas
blancas como la nieve o color rosa.
A veces, por los senderos de la huerta, algún ángel me
seguía casi rozándome; su sonrisa y su traje, cotidianos;
se parecía a algún pariente, a algún vecino (pero, aquel
plumaje gris, siniestro, cayéndole por la espalda
hasta los suelos...). Otros eran como mariposas negras
pintadas a la lámpara, a los techos, hasta que un día
se daban vuelta y les ardía el envés del ala, el pelo,
un número increíble.
Otros eran diminutos como moscas y violetas e iban
todo el día de aquí para allá y ésos no nos infundían miedo,
hasta les dejábamos un vasito de miel en el altar.


Dos poemas en audio de La palabra virtual.



Los hongos nacen en silencio...

Poema en audio: Los hongos nacen en silencio... de Marosa Di Giorgio por Marosa Di Giorgio

Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio; otros con un breve alarido, un leve trueno. Unos son blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma, la estatua a una paloma, la estatua a una paloma; otros son dorados o morados. Cada uno trae -y eso es lo terrible- la inicial del muerto de donde procede. Yo no me atrevo a devorarlos; esa carne levísima es pariente nuestra. Pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y empieza la siega. Mi madre da permiso. Él elige como un águila. Ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris. Mamá no se da cuenta que vende a su raza.


A veces los caballos se reúnen...

Poema en audio: A veces los caballos se reúnen... de Marosa Di Giorgio por Marosa Di Giorgio

Marosa di Giorgio (1932, Salto – 2004, Montevideo)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por desgracia, conocí a esta autora a través de un artículo publicado tras su muerte. Lo que escribe me parece tan original.

Aina

Luz dijo...

Qué mundo ha creado Marosa!!
Maravillas, luz y sombra, sensualidad, algo de inocencia y,
algo de locura?
Muy bello!