/ El establo de Pegaso: Tres poemas de Seamus Heaney

miércoles, 15 de abril de 2009

Tres poemas de Seamus Heaney




Höfn

El glaciar de tres lenguas ha empezado a fundirse.
¿Qué haremos, se preguntan, cuando la leche pétrea
descienda revolcándose sobre el llano del delta

y la gruesa pelliza de nieve se desgaje?
Lo vi desde el avión, curvo y dispuesto en piedra,
piel de tierra viviente y disgregada, cerviz de los eones,

y me dio miedo su frialdad, que aún parecía suficiente
para helar las ventanillas empañadas de aliento,
congelar sedimentos de una labranza inquebrantable

y todas las palabras cálidas y gustosas que van de boca en boca.

Versión de Jordi Doce

Höfn

The three-tongued glacier has begun to melt.
What will we do, they ask, when boulder-milt
Comes wallowing across the delta flats

And the miles-deep shag ice makes its move?
I saw it, ridged and rock-set, from above,
Undead grey-gristed earth-pelt, aeon-scruff,

And feared its coldness that still seemed enough
To iceblock the plane window dimmed with breath,
Deepfreeze the seep of adamantine tilth

And every warm, mouthwatering word of mouth.


Colofón

Y algún tiempo lleva al tiempo de salir en coche hacia el oeste
hacia el condado de Clare, a lo largo de la costa Flaggy,
en septiembre o en octubre, cuando el viento
y la luz el uno de la otra se desprenden
de modo que el océano se muestra enfurecido a un lado
con fulgor y espuma, y tierra adentro entre las piedras
la superficie de un lago de color gris pizarra es alumbrada
por el aterrizado relámpago de una bandada de cisnes,
sus plumas erizadas y despeluchadas, blanco sobre blanco,
sus cabezas bien adultas de testarudo aspecto
escondidas o encrepadas o afanándose bajo el agua.
Inútil pensar en aparcar y capturarlo
más cabalmente. Uno no está aquí ni allí,
una prisa a través de la cual pasan cosas conocidas y extrañas
mientras al coche de costado le llegan grandes zarandeos suaves
que cogen el corazón desprevenido y de un soplo lo abren.

Versión de Javier Marías

Postscript

And some time make the time to drive out west
Into County Clair, along the Flaggy Shore,
In September or October, when the wind
And the light are working off each other
So that the ocean on one side is wild
With foam and glitter, and inland among stones
The surface of a slate-grey lake is lit
By the earthed lightening of a flock of swans,
Their feathers roughed and ruffling, white on white,
Their fully grown headstrong looking heads
Tucked or cresting or busy underwater.
Useless to think you'll park and capture it
More thoroughly. You are neither here nor there,
A hurry through which known and strange things pass
As big soft buffetings come at the car sideways
And catch the heart off guard and blow it open.



El bosque de abedules

Al fondo del jardín, al alcance del agua del río,
en una esquina murada como una alberca o el horno
de una abadía sin techo o una villa romana de suelo roto
han plantado su bosque de abedules. Hace poco de eso
pero cada mañana ya se ofrecen al sol
como ellos mismos mientras crecían, lo blanco de la corteza
sufrido y fresco como el blanco camisón de satén
que ella dobla y alisa mientras vierte el té
y se sienta en frente de donde él balancea una sandalia
en su pie puntual, tan desnudo como el de un abad.
Ladrillo rojo y pizarra, un ciruelo y un manzano mantienen
su credibilidad, un cd de Bach hace la ronda
del jardín o del prado. Sobre ellos un rastro en el aire
se encoge y ondula como una vara de sauce o la llama de una vela.
“Si algo nos enseña el arte”, dice él, triunfando
sobre la vida con una cita, “es que la condición humana es privada”.

Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens

The birch grove

At the back of a garden, in earshot of river water,
In a corner walled off like the baths or bake-house
Of an unroofed abbey or broken-floored Roman villa,
They have planted their birch grove. Planted it recently only,
But already each morning it puts forth in the sun
Like their own long grown-up selves, the white of the bark
As suffused and cool as the white of the satin nightdress
She bends and straightens up in, pouring tea,
Sitting across from where he dandles a sandal
On his big time-keeping foot, as bare as an abbot's.
Red brick and slate, plum tree and apple retain
Their credibility, a CD of Bach is making the rounds
Of the common or garden air. Above them a jet trail
Tapers and waves like a willow wand or a taper.
"If art teaches us anything," he says, trumping life
With a quote, "it's that the human condition is private.


Seamus Heaney (Ireland, 1939)

1 comentario:

Paula Malugani dijo...

Querida Elena, como siempre tu establo guarda luces encendidas a mi mirada. Hermosos poemas, gracias por compartirlos. Un abrazo.