/ El establo de Pegaso: Mancias

jueves, 23 de julio de 2009

Mancias

Guarda tu corazón de la dulzura del verano y del vino


Fotografía de Ana Teresa Ortega

Por la noche se acercaba furtiva a los graneros,
mi pequeña Ursula era aficionada a toda clase de mancias,
escuchaba atenta el chillido de las ratas,
y percibía lo que quería saber.
Decía que el método era certero,
que estos animales siempre contestaban,
porque olían en el cuerpo el deseo y el abismo.
Mi pequeña Ursula adivinó así
la abundancia en la cosecha de vino,
el día exacto de la crecida del río.
Adivinó mucho más, pero decía
que las ratas le pedían que guardara silencio.
Predecía también a través de los aullidos de las bestias,
y del canto o el vuelo de las aves,
porque mi pequeña Ursula era aficionada a toda clase de mancias.
Un día se pinchó con un rosal el dedo de Saturno
y barruntó la proximidad de su partida.
Por la mañana paseaba en el jardín
y al atardecer descansaba en la hierba.
Esa noche se fue.
Guarda tu corazón de la dulzura del verano y del vino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta ese poema,Elena. Aquí, en León gusrdamos el corazón del verano, pero del vino no hace falta,andamos con 15 grados ahora, y por la noche 8....en julio, ya sabes. Los de Levante que se den una vuelta por el húmedo para apreciar nuestros caldos y corazones.Con jersey!
Besines!!