/ El establo de Pegaso: Métrica del duende

viernes, 26 de diciembre de 2008

Métrica del duende





Los poemas-duende son extraños y efímeros como flores de cactus.
Brotan en parajes áridos y en días poco señalados,
se esconden en los rincones oscuros de la casa,
los ves cuando despiertas a destiempo en mitad de la noche,
te embrujan, deslumbran y estremecen
porque en secuencias absurdas encadenan tu mente a las palabras.
Animales fantásticos de bestiarios fantásticos,
seres informes como la mariposa-cucaracha o la pantera-gusano...
Te atrapan,
más nunca dan la cara,
se ocultan en las grietas cuando oyen mis pasos,
si duermo o si finjo que duermo
salen a celebrar la noche.
A veces los sorprendo y no saben volver a sus guaridas,
confunden mi corazón con su refugio,
y danzan poseídos.
Acompaso mis latidos al ritmo de su duende
y comulgo con su estado de gracia,
elitros de seda de Samarkanda, orugas de ojos verdes...
Acostumbro mis ojos a su noche
y descoloco con ellos los muebles de la casa,
juntos derramamos el vino,
nos embriagamos con el tiempo,
a pequeños sorbos cortamos las rosas fugaces,
escanciando las horas antes de que amanezca.
Carpe diem
Gozo con los hijos esquivos de la esquiva noche
florecen en lugares inhóspitos y en días poco señalados.

Elena Soto de Métricas del alma