El jazz es azul
Soy un nido de águilas
y también un ventilador que cuelga del techo,
una mesa de billar y un compás de tango
mientras la persecución y los gritos corren fuera,
calle abajo, sin que yo me distraiga
de mi propia tragedia.
Soy un ambiente cargado de humo
y una mesa de jazz
sobre la que dos negros dorados se besan,
una prostituta de lujo
bebiendo cerveza en la barra,
soy un diente en la pared
y un mecánico muerto en un charco de grasa.
Un duelo de cuchilleros
y una historia triste de amor
que no me conmueve,
una insinuación al suicidio
o una tarjeta postal escrita para ti.
Casi tiesos por el alcohol,
casi fríos o casi un nido de águilas,
un tatuaje de carmín y un beso en el autobús.
Casi trágicos en el paisaje de la noche,
en esta noche de alfileres con punta de veneno,
lengua azul de los bueyes que corren hacia el cielo.
En la próxima estación de jazz me bajaré.
Azul también yo colgado en el guardarropa
y en el bolso de piel de la chica
que tiene novio y la besa en la boca.
El jazz es azul de Jesús Zomeño está incluido en el poemario El otoño de Montparnasse, publicado en 1995 en la colección Diarios de Helena.
Jesús Zomeño acaba de publicar Lengua Azul, un libro de relatos que tiene su origen en el verso “Lengua azul de los bueyes que corren hacia el cielo”, una imagen muy hermosa y que aparece en este poema: El jazz es azul.
En Internet podemos seguir su novela Diarios de la ocupación.
3 comentarios:
Jesús, gracias por el libro. Tan lejos de Montparnasse, ¿te imaginas un solo de saxo interminable fundido con los hielos?
Ya te dije que en la Antártida en un día nublado no hay sombras y por eso no hay volúmenes, ni perspectiva, ni horizonte... porque el fulgor del blanco borra las aristas, confunde el horizonte con el cielo y subes o bajas sin darte cuenta, y caes en un pozo o chocas contra una montaña sin darte cuenta.Chet Baker tocaba la trompeta sin dientes, porque los perdió en una pelea... Imagina el mundo infinito y sin forma, imagina la música sin dientes que muerdan.
Nunca se me hubiera ocurrido juntar el jazz con la Antártida, pero el paisaje sin horizonte y el músico sin dientes es una buena historia.
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