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Es demasiado fácil derrochar amor, cuando un taxi te espera cada día en la puerta de tu casa y la inmensidad se detiene al oirte llegar. Las ciudades se exprimen el cerebro para ser simpáticas y los dioses echan chispas porque el talón de aquiles ha desaparecido. Y es que quitarle la gabardina al calendario y cojer el teléfono con la izquierda mientras mi puta retorna para acariciarme el pubis y tomarme sobre el colchón de todos los hoteles, es como renegar de mirar al cielo, despeinar al dolor y resonar asmático en la oscuridad. Tengo miedo. Las agujas del reloj de cuco que habitan siempre en mis atardeceres, golpean incansablemente todas y cada una de mis neglicencias. Puedo ser ilustre pero mi culo no se abre fácilmente por mucho amor que mis pezones malgasten. Quiero recordarte amable pero gris, quiero recordar mis alas de ángel cuando mi cintura solo era para ti una cintura más... Las putas no aman en silencio, por eso siempre hay que taparles la boca. Ahora miro hacia atrás, extiendo la chequera cuando los sueños aparecen de repente y sin avisar, y el rítmico balanceo de nuestros cuerpos caduca para dejar paso a una lucha que quizás nos entierre. Abrígame y vuelve a conquistarme, regálame a bettyboo y silba sin hacer ruido cuando aparezca en tu vida fucsia y huérfana, furtiva y prohibida, exiliada, cansada..... hazme el boca a boca amor porque hoy los huracanes reinventan el silencio y pregúntame entonces por mi vida para que pueda volver ligera, con el rímel puesto al revés y sin excusas.
Magdalena Ferragut Blog Hipea
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