/ El establo de Pegaso: Dos poemas de Dylan Thomas

sábado, 12 de septiembre de 2009

Dos poemas de Dylan Thomas




Antes que llamara


Antes que llamara y la carne me abriese,
que mis líquidas manos golpearan en el vientre,
yo, que era entonces informe como el agua
que formaba el Jordán junto a mi casa
era hermano de la hija de Mnetha
y hermana del gusano que gestaba la vida.

Yo que era sordo ante la primavera y el verano,
que no sabía los nombres de la luna y el sol,
ya sentía el latido bajo la armadura de mi carne,
aunque existía sólo en forma de infusorio,
veía las plomizas estrellas, el martillo lluvioso
que mi padre balanceaba en su cúpula.

Conocía el mensaje del invierno,
los dardos del granizo y la nieve pueril
y el viento era mi hermana pretendiente;
en mí saltaba el viento, el rocío infernal;
y mis venas fluían con los climas de oriente;
antes que me engendraran supe el día y la noche.

Antes que me engendraran ya por cierto sufría;
el potro de tortura de los sueños
enroscaba mi osamenta de lirio
en una cifra viva,
la carne era cortada para cruzar los bordes
de las horcas en cruces sobre el hígado
y las zarzas de los cerebros estrujados.

Mi garganta conocía la sed antes de la estructura
de vena y piel alrededor del pozo
donde palabras y agua se entremezclan
sin pausa alguna, hasta pudrir la sangre,
mi corazón conocía el amor, mi vientre el hambre;
al gusano yo olía entre mis propias heces.

Después el tiempo envió a mi mortal criatura
a derivar o ahogarse en los océanos
habituados a la aventura de la sal
en las mareas que jamás tocan las orillas.
Yo que era rico, me hice más rico aún
sorbiendo poco a poco el vino de los días.

Nacido del espectro y la carne, no era espectro
ni hombre, sino espectro mortal.
Y luego me abatió la pluma de la muerte.
Fui mortal hasta el último suspiro prolongado
que llevó hacia mi padre
el mensaje de su agónico cristo.

Tú que te inclinas en la cruz y el altar
acuérdate de mí y apiádate de Aquel
que mi carne y mi sangre tomó por armadura
y llegó a traicionar el vientre de mi madre.



Before I knocked

Before I knocked and flesh let enter,
With liquid hands tapped on the womb,
I who was shapeless as the water
That shaped the Jordan near my home
Was brother to Mnetha’s daughter
And sister to the fathering worm.

I who was deaf to spring and summer,
Who knew not sun nor moon by name,
Felt thud beneath my flesh’s armour,
As yet was in a molten form,
The leaden stars, the rainy hammer
Swung by my father from his dome.

I knew the message of the winter,
The darted hail, the childish snow,
And the wind was my sister suitor;
Wind in me leaped, the hellborn dew;
My veins flowed with the Eastern weather;
Ungotten I knew night and day.

As yet ungotten, I did suffer;
The rack of dreams my lily bones
Did twist into a living cipher,
And flesh was snipped to cross the lines
Of gallow crosses on the liver
And brambles in the wringing brains.

My throat knew thirst before the structure
Of skin and vein around the well
Where words and water make a mixture
Unfailing till the blood runs foul;
My heart knew love, my belly hunger;
I smelt the maggot in my stool.

And time cast forth my mortal creature
To drift or drown upon the seas
Acquainted with the salt adventure
Of tides that never touch the shores.
I who was rich was made the richer
By sipping at the sine of days.

I, born of flesh and ghost, was neither
A ghost nor man, but mortal ghost.
And I was struck down by death’s feather.
I was a mortal to the last
Long breath that carried to my father
The message of his dying christ.

You who bow down at cross and altar,
Remember me and pity Him
Who took my flesh and bone for armour
And doublecrossed my mother’s womb.






Donde una vez las aguas de tu rostro

Donde una vez las aguas de tu rostro
giraron impulsadas por mis hélices, sopla tu áspero fantasma,
los muertos alzan la mirada;
donde un día asomaron el pelo los tritones
a través de tu hielo, el viento áspero navega
por la sal, la raíz, las huevas de los peces.

Donde una vez tus verdes nudos hundieron su atadura
en el cordón de la marea, allí camina ahora
el vegetal destejedor,
con tijeras filosas, empuñando el cuchillo
para cortar los canales en su origen
y derribar los frutos empapados.

Invisibles, tus mareas medidoras del tiempo
irrumpen en las camas galantes de las algas;
el alga del amor se vuelve mustia;
allí en torno a tus piedras
sombras de niños van, que desde su vacío
lloran ante el mar colmado de delfines.

Secos como la tumba, tus coloreados párpados
no serán aherrojados mientras la magia se deslice
sabia sobre el cielo y la tierra;
habrá corales en tus lechos,
habrá serpientes en tus mareas,
hasta que mueran todos nuestros juramentos del mar.


Where once the waters of your face

Where once the waters of your face
Spun to my screws, your dry ghost blows,
The dead turns up its eye;
Where once the mermen through your ice
Pushed up their hair, the dry wind steers
Through salt and root and roe.

Where once your green knots sank their splice
Into the tided cord, there goes
The green unraveller,
His scissors oiled, his knife hung loose
To cut the channels at their source
And lay the wet fruits low.

Invisible, your clocking tides
Break on the lovebeds of the weeds;
The weed of love’s left dry;
There round about your stones the shades
Of children go who, from their voids,
Cry to the dolphined sea.

Dry as a tomb, your coloured lids
Shall not be latched while magic glides
Sage on the earth and sky;
There shall be corals in your beds,
There shall be serpents in your tides,
Till all our sea-faiths die.

Dylan Thomas (Swansea, 1914-Nueva York, 1953)
Versión de Elizabeth Azcona

No hay comentarios: