martes, 17 de marzo de 2015
El azul de los egipcios
El azul egipcio es, probablemente, el primer pigmento sintético de la historia. Este color se empleó en sarcófagos, pinturas murales, estatuas y diferentes objetos en toda la cuenca del Mediterráneo. El primer uso del azul egipcio se encuentra en la pintura de la tumba 3121 en Saqqara.
EL AZUL DE LOS EGIPCIOS
El color azul de los egipcios
dibuja la extensión del paraíso,
sostiene el horizonte.
Materia solar que mide el tiempo en dinastías,
en hileras de figuras
que marchan con canon de perfil.
Tu contorno, en las horas paganas de la siesta,
perspectiva abatida en el Creciente Fértil,
se une al cortejo del azul de los egipcios
con la ofrenda de un vaso de cerveza.
Gacelas, cazadores, perfumeras,
bueyes, plañideras, escorpiones,
y tu vestido,
del color azul de los egipcios,
como la tumba 3121 de Saqqara, en Menfis,
y la del escriba Nebanum.
Tal vez sea la gentil gracia del ojo Udyat
la que fracciona tu cuerpo en adjetivos,
cien no bastarían para nombrarte,
Princesa del vestido color sarcófago,
Señora de Dos Tierras.
Reina-faraón replicante,
clavada en la memoria como una mariposa.
Entre Abu Simbel y la Puerta de Tannhäuser
este cuarto es todas las moradas,
la canícula matiza en el lino el azul de los egipcios,
difumina la materia exacta de las horas
en una procesión de unidades mínimas de tiempo,
instantes desfilando en inventarios perpetuos
del color de la tumba del escriba.
Tal vez sea ese azul que sostiene el horizonte
el que evoca la estela espumosa de las naves,
pero la lengua ya no puede definirlo.
El material que proporciona el color azul es el silicato cálcico de cobre, que se fabricaba con arena molida, cal y cobre, calentando la mezcla en un horno. Este método de manufactura fue enseñado por los egipcios a los pueblos vecinos y la tecnología se extendió por todo el Mediterráneo. Tras la caída del Imperio Romano el método de creación del pigmento se perdió y cayó en el olvido durante más de 1.500 años. No fue hasta el siglo XIX cuando en las excavaciones de las ruinas de Pompeya se redescubrieron pinturas murales con el azul egipcio como pigmento.
Cuando se irradia con luz visible, el azul egipcio emite fuertes rayos infrarrojos y es posible detectar el color a varios metros incluso cuando hay muy pocas partículas de pigmento. Pero no es su única propiedad, ya que uno de sus compuestos, el silicato cálcico de cobre, se desprende en nanohojas tan finas que se necesitarían 80.000 capas para cubrir el grosor de un cabello humano.
Investigadores de la Universidad de Georgia describieron cómo estas capas producen radiación infrarroja invisible, similar a la de los rayos que se utilizan en el control remoto de los televisores y cierres electrónicos de muchos aparatos. Y dada la cantidad de restos de azul egipcio conservada a lo largo de miles de años los científicos buscan descifrar el secreto de su perdurabilidad.
Entrada publicada originalmente en Tam-Tam Press
Etiquetas:
ciencia,
Elena Soto
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