La paradoja del gato de Schrödinger es un experimento imaginario concebido en 1935 por el físico Erwin Schrödinger para ilustrar uno de los aspectos más contraintuitivos de la mecánica cuántica, la superposición.
La gatita de Schrödinger
contempla el firmamento y parpadea
¿creerá que si no mira desaparecen las estrellas?
o, simplemente, busca confirmar que está viva.
Ronronea, moviendo lentamente la cabeza,
todo tiene naturaleza dual y ella
podría ser parte o no de una paradoja.
Pero Erwin la ha elegido ‘minina cuántica’
y se entretiene arañando ecuaciones,
quizás ahueca las probabilidades
de ahuyentar a la muerte
enredándolas en ovillos de lana.
Con un cierto desdén, la princesa se atusa,
vigila el infinito,
estimando la posibilidad de conocer
la posición y el momento de una mota de polvo.
Aunque para experimentos exóticos
ella adora las cajas,
limitan su universo,
como todos los espacio clandestinos,
y son óptimas para conjeturar
sobre el comportamiento del átomo.
Humedece las patas, extiende los bigotes,
ignorando la interpretación de Copenhague,
intuye que en algún punto,
entre las moléculas y el canto del mirlo,
debe estar la salida.
Según este experimento, se introducía un gato en una caja de acero junto a una mínima dosis de material radiactivo. La cantidad era tan pequeña que solo existía un 50% de posibilidades de que durante la hora siguiente uno de los átomos decayese; si esto ocurría, se activaría un mecanismo que llenaría la caja de un gas tóxico que provocaría la muerte del gato.
De acuerdo con los principios de la mecánica cuántica, durante el tiempo del experimento, el gato está en una superposición, vivo y muerto al mismo tiempo. Sin embargo, esa circunstancia cambiaría cuando abriésemos la caja para mirar lo que pasa en su interior, ya que en ese momento, volveríamos a la realidad de la física clásica, y el gato estaría o vivo o muerto.
Hace unos meses, investigadores de la Universidad de Yale, en EE.UU., revolucionaron la famosa paradoja demostrando que ‘el felino’ puede estar a la vez vivo y muerto y encontrarse en dos lugares al mismo tiempo.
Tomaron dos recipientes separados y utilizaron ondas de luz de tal manera que solo una longitud de onda podía existir en el recipiente en un momento determinado, proporcionando así dos espacios separados de idénticas características. Los espacios, por su parte, estaban conectados por un corriente superconductor y en su interior se colocaron fotones. Como resultado, los investigadores fueron capaces de proporcionar a los fotones dos estados (como los del gato, vivo y muerto) y observar el mismo estado de fotones en el otro recipiente.
“Con esta arquitectura, somos capaces de introducir un 'gato' hecho de fotones de microondas confinadas, que se propaga a través de ambas cajas", explican los investigadores. "Como tal, su estado en cada cavidad está muy entrelazado con el de la otra, y no se puede describir por separado. Su destino es desconocido para nosotros a menos que abramos las dos cajas a la vez". Es decir, el gato solo está vivo y muerto en las dos cajas al mismo tiempo, nunca si una de ellas se abre.
“Hemos creado una situación nueva y más exótica para el gato de Schrödinger (con un 'tamaño' de momento de hasta 80 fotones), una superposición de estados coherentes de luz que viven y mueren en dos sitios al mismo tiempo”, concluyen.
La gata de Schrödinger fue publicada originalmente en TAM TAM PRESS
martes, 26 de julio de 2016
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1 comentario:
Esta chica no cree en nada. Ni siente ni padece. Que triste existencia.
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