lunes, 22 de agosto de 2011
El origen de la Geometría
El origen de la Geometría
Sobre Tebas planean enormes aves
trazando círculos cada vez más pequeños.
Abajo, el niño griego le dice a su maestro
que todas las cosas —el aire canela del atardecer
y la roja arena— son escritura
en 3D de los dioses.
Así es, dice, su alfabeto es un mundo
marcado en la arena roja con una vara de ciprés.
Está por encima de él como un dios.
Pero el anciano traza imágenes
en un pedazo de barro. Luna. Escarabajo.
"¿Ves? Ves?" apunta el joven Thales
la primera letra de su nombre.
'Redonda como la luna'. El anciano mira de reojo
quitándose una mosca de la cara.
En un momento
perderán los dioses para siempre.
Pero por el momento las grullas vuelan en círculo
En el remolino de la luz que se alarga.
Michael Donaghy(1954,2004)el poema pertenece al libro Shibboleth
The Origin of Geometry
High above Thebes the huge birds glide
Describing smaller and smaller circles.
Below, the Greek boy tells his teacher
That all things, the cinnamon air at dusk
And the red sand are the 3D
Writing of the gods.
Just so, he says, his alphabet’s a world
Dug in red sand with a cypress stick.
He stands above it like a god.
But the old man carves pictures
On a lump of clay. Moon. Scarab.
'See? See?' Young Thales points
To the first letter of his name.
'Round like the moon'. The old man squints
Brushing a fly from his face.
In just a moment
They will lose the gods forever.
But now the cranes fly round and round
Into the maelstrom of the lengthening light.
Michael Donaghy, “The Origin of Geometry”, Shibboleth]
viernes, 5 de agosto de 2011
Keny Arkana
Désobéissance Civile
Trop nombreux sont ceux qui ont oubliés le passé
L'histoire de l'homme, une honte, faut-il te le ressasser?
Le monde, une spirale ou les mêmes erreurs sont retrassées
A force de cotoyer l'horreur, nos coeurs sont devenus glacés
Nous parlent que d'profits, la condition de l'homme effacé
Mondialisation et concurrence sont leurs uniques phrasés
Les peuples unitéralement écrasés
La création menacée
Multinationales et croissance ont tracée
Leurs routes sur nos libertés
Ils ont jurés, crachés qu'rien n'entravera la leur à l'heure ou les
dictatures sont cachées
A cause de leurs profits, immédiat l'avenir est gaché
Cette bande d'ingrats ont réduit la planète à un grand marché
La loi des plus riches et beaucoup crèvent avant d'être agé
Protestations dîtes criminelles si tu les as outragés
Ils mentent lorsqu'ils disent que le mal-être n'est que passager
Puis s'étonnent quand la nature se rebelle comme un peuple enragé
Ils disent être transparent alors que de sang, leurs mains sont tachées
Déconseillent fortement d'avoir des idées trop engagées
Accélération d'leur plan depuis qu'des avions se sont crashés
Et toi, dis-moi dans quels sens au système es-tu attaché?
Ils prêchent le blasphème et la vraie lumière se fait lyncher
Tous nés la corde au cou, dans certains pays elle a lachée
Parlent de justice alors qu'à la racine ils l'ont arrachée
Les plus gros s'engraissent sur la tête de ceux qui n'ont rien à
mâcher
Voila le monde d'aujourd'hui. Parait qu'leur plan a marché
Nous ventent un progrès technique mais dans le fond à tout saccager
Parle d'évolution quand notre humanité s'est fait hachée
Notre coeur ne bat plus vraiment et notre inconscient est faché
Stress, angoisse, cancers, dépressions notre compte s'est chargé
Mais on ne cherche pas la cause et les effets qu'on aimerait chassés
"Philosophie fast-food" pour que nos consciences soient terrassées
Au nom de la dignité humaine, nous avons dis: "ASSEZ"
Keny Arkana (Marsella, 1983)
miércoles, 3 de agosto de 2011
Granada de Eavan Boland
La granada
La única leyenda que he amado es
la historia de una hija perdida en el infierno.
Y encontrada y rescatada allí.
El amor y el chantaje son la esencia de esta historia.
Ceres y Perséfone los nombres.
Y lo mejor de la leyenda es
que puedo emplearla en cualquier parte. Y lo hago.
Como niña exiliada en
una ciudad de nieblas y consonantes extrañas,
la leí por primera vez y al comienzo fui
una niña perdida en el crepúsculo del
el inframundo, las estrellas se apagaron. Más tarde
salí un atardecer de verano
buscando a mi hija a la hora de dormir.
Cuando ella vino corriendo, yo estaba dispuesta
a hacer cualquier trato para conservarla/quedarme con ella.
La llevé de vuelta entre hayas blancas
y avispas y los lilos de las mariposas con aroma a miel.
Pero entonces yo era Ceres y sabía que
A cada hoja de cada árbol de ese camino.
le aguardaba el invierno.
Algo que era inevitable para todos los que por el pasáramos.
Y también para mí.
Es invierno
y las estrellas están ocultas.
Subo las escaleras y me paro desde donde puedo ver
a mi hija dormida con sus revistas juveniles,
su lata de Coca-Cola, su plato de fruta sin cortar.
¡La granada! ¿Cómo la he olvidado?
Habría podido regresar a casa y estar a salvo y así
terminar la historia y nuestra
descorazonadora búsqueda, pero alargó la mano
y tomó la granada.
Extendió la mano y arrancó
el sonido francés de manzana y
el ruido de una piedra y la evidencia
de que incluso en la casa de la muerte,
en el corazón de la leyenda, en medio
de rocas llenas de lágrimas no derramadas
listas para transformarse en diamantes
cuando alguien contara su historia, una niña puede
tener hambre. Podría advertirla. Todavía
queda una
posibilidad.
La lluvia es fría. La carretera es de color pedernal.
El barrio tiene coches y televisión por cable.
Las estrellas veladas están sobre la tierra.
Es otro mundo. Pero qué otra cosa
puede dar una madre a su hija sino esas
hermosas grietas en el tiempo?
Si retraso el dolor, disminuiré la ofrenda.
La leyenda será tanto de ella como mía.
Entrará en ella. Como lo hice yo.
Se despertará. Sostendrá
la acartonada cáscara enrojecida en su mano.
Y en sus labios. Yo no diré nada.
Eavan Boland. La granada se publicó originalmente en el poemario In a Time of Violence, publicado por W. W. Norton & Company
Traducción, Elena Soto
The pomegranate
The only legend I have ever loved
is
the story of a daughter lost in hell.
And found and rescued there.
Love and blackmail are the gist of it.
Ceres and Persephone the names.
And the best thing about the legend is
I can enter it anywhere. And have.
As a child in exile in
a city of fogs and strange consonants,
I read it first and at first I was
an exiled child in the crackling dusk of
the underworld, the stars blighted. Later
I walked out in a summer twilight
searching for my daughter at bed-time.
When she came running I was ready
to make any bargain to keep her.
I carried her back past whitebeams
and wasps and honey-scented buddleias.
But I was Ceres then and I knew
winter was in store for every leaf
on every tree on that road.
Was inescapable for each one we passed. And for me.
It
is winter
and the stars are hidden.
I climb the stairs and stand where I can see
my child asleep beside her teen magazines,
her can of Coke, her plate of uncut fruit.
The pomegranate! How did I forget it?
She could have come home and been safe
and ended the story and all
our heart-broken searching but she reached
out a hand and plucked a pomegranate.
She put out her hand and pulled down
the French sound for apple and
the noise of stone and the proof
that even in the place of death,
at the heart of legend, in the midst
of rocks full of unshed tears
ready to be diamonds by the time
the story was told, a child can be
hungry. I could warn her. There is still a chance.
The rain is cold. The road is flint-coloured.
The suburb has cars and cable television.
The veiled stars are above ground.
It is another world. But what else
can a mother give her daughter but such
beautiful rifts in time?
If I defer the grief I will diminish the gift.
The legend will be hers as well as mine.
She will enter it. As I have.
She will wake up. She will hold
the papery flushed skin in her hand.
And to her lips. I will say nothing.
Eavan Boland (Dublín, 24 September 1944)