/ El establo de Pegaso: Roberto Jorge Santoro

viernes, 22 de julio de 2011

Roberto Jorge Santoro

Poemas





Canto a la esperanza

Andaba yo desnudo de mí
perdido en la lluvia del olvido,
de barco navegando por las plazas,
dormido el pecho,
su gorrión descalzo
y tuve que llevarte a la palabra,
ponerte en posición de vuelo,
a veces de bufanda
rueda azul
andaba
te seguía
mi muerte con su forma de guitarra
y tuve que ponerla en la memoria
como se pone un hijo
con esa rabia dulce
mitad de mí
agua del aire
andaba así
de loco en el olvido
de furia que quiere reventar por el costado
y un día de tanto nombrarla
la encontré,
se la llevé a mi madre,
la puse en el saludo,
la compartí como un pan con mis amigos,
la arrastré hasta. el remolino del amor
allí donde los ríos tienen un mismo nombre,
para que entendiera de una vez por todas
que era nuestra,
para que nunca se olvidara de este país enorme,
de esta ciudad,
su ternura abandonada en los portales,
le dije algunos versos,
le puse el corazón como una hoguera,
me la bebí de cabo a rabo,
le enrosqué la cola en mi solapa,
me di el gusto de agarrarla de la mano
y hoy la traigo aquí,
pero si un día se llega a volar porque fallamos
si se escapa esta rabia que llamamos esperanza,
si un día se va,
yo crucifico al amor
y después. de enterrar a mis hermanos,
me voy con el tranvía de la muerte
a clausurar mi corazón en una plaza.


Desafío

la lluvia
apoya su jaula en el aire dispara sus ojos
vuela

yo tomo una palabra
le cambio la camiseta
la visto de Santoro
la doy vuelta

pero ¿quién le toca el culo
a la muerte?
¿quién le moja la oreja?


Enrique Buenos Aires
(A Enrique Santos Discépolo)

Con usted, la ciudad sentía un poco de vergüenza.
Ahora, sin usted, hermano Enrique, Buenos Aires,
de puta nomás, cambió la cara.
llegó como un gorrión
hizo la cola de la vida
le dieron un modelo de corazón que no se usaba

usted vino
puso el amor de cara a la ventana
le dio cuerda al asunto de la calle
a dios lo tuvo en jaque con un tango
le ganó todo el dolor a la baraja

grela la suerte señor
qué palabrero
las mesas de café se niegan a olvidarlo

¿para qué más?
era la desnudez primera
la mano amarga
la rueda loca
el desencanto

pidió permiso
pero sacó de prepo a la esperanza de la cucha

y ya hace un tango que quiere volver
su silbido varón que no regresa

el bufoso de la muerte
se lo llevó con miedo al otro barrio

denle paso
que pase su camisa
Enrique fue la mitad de Buenos Aires.


Ablución

durante 15 segundos
y en ayunas
repítanse diariamente
las siguientes palabras
hi-jos-de-pu-ta-hi-jos-de-puta




Roberto Jorge Santoro (Buenos Aires, 1939, detenido-desaparecido en 1977)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Admirador de este poeta vilmente silenciado, me alegra encontrar sus palabras donde quiera que sea. Un recuerdo y una rosa para el Gran Santoro.
Marcelo

Establo Pegaso dijo...

Una rosa para él donde quiera que esté,deshojaremos los pétalos sobre su memoria con las palabras de su poema ablución "hi-jos-de-pu-ta-hi-jos-de-puta"
Expresar la rabia es catártico.
Un abrazo, Marcelo.