La memoria y el mar de Léo Ferré
La memoria y el mar es un bálsamo para el espíritu. Me gusta tanto que la cuelgo por partida doble. Léo Ferré y Amancio Prada.
Leo Ferre
La marée, je l'ai dans le cœur
qui me remonte comme un signe
La marea, la tengo en el corazón
me zarandea como un signo
La marée, je l'ai dans le cœur
Qui me remonte comme un signe
Je meurs de ma petite sœur, de mon enfance et de mon cygne
Un bateau, ça dépend comment
On l'arrime au port de justesse
Il pleure de mon firmament
Des années lumières et j'en laisse
Je suis le fantôme jersey
Celui qui vient les soirs de frime
Te lancer la brume en baiser
Et te ramasser dans ses rimes
Comme le trémail de juillet
Où luisait le loup solitaire
Celui que je voyais briller
Aux doigts de sable de la terre
Rappelle-toi ce chien de mer
Que nous libérions sur parole
Et qui gueule dans le désert
Des goémons de nécropole
Je suis sûr que la vie est là
Avec ses poumons de flanelle
Quand il pleure de ces temps là
Le froid tout gris qui nous appelle
Je me souviens des soirs là-bas
Et des sprints gagnés sur l'écume
Cette bave des chevaux ras
Au raz des rocs qui se consument
Ö l'ange des plaisirs perdus
Ö rumeurs d'une autre habitude
Mes désirs dès lors ne sont plus
Qu'un chagrin de ma solitude
Et le diable des soirs conquis
Avec ses pâleurs de rescousse
Et le squale des paradis
Dans le milieu mouillé de mousse
Reviens fille verte des fjords
Reviens violon des violonades
Dans le port fanfarent les cors
Pour le retour des camarades
Ö parfum rare des salants
Dans le poivre feu des gerçures
Quand j'allais, géométrisant,
Mon âme au creux de ta blessure
Dans le désordre de ton cul
Poissé dans des draps d'aube fine
Je voyais un vitrail de plus,
Et toi fille verte, mon spleen
Les coquillages figurant
Sous les sunlights cassés liquides
Jouent de la castagnette tans
Qu'on dirait l'Espagne livide
Dieux de granits, ayez pitié
De leur vocation de parure
Quand le couteau vient s'immiscer
Dans leur castagnette figure
Et je voyais ce qu'on pressent
Quand on pressent l'entrevoyure
Entre les persiennes du sang
Et que les globules figurent
Une mathématique bleue,
Sur cette mer jamais étale
D'où me remonte peu à peu
Cette mémoire des étoiles
Cette rumeur qui vient de là
Sous l'arc copain où je m'aveugle
Ces mains qui me font du fla-fla
Ces mains ruminantes qui meuglent
Cette rumeur me suit longtemps
Comme un mendiant sous l'anathème
Comme l'ombre qui perd son temps
À dessiner mon théorème
Et sous mon maquillage roux
S'en vient battre comme une porte
Cette rumeur qui va debout
Dans la rue, aux musiques mortes
C'est fini, la mer, c'est fini
Sur la plage, le sable bêle
Comme des moutons d'infini...
Quand la mer bergère m'appelle.
La memoria y el mar (una traducción casi imposible al castellano)
Si las traducciones de poesía son difíciles y traidoras, las de Léo Ferré son casi imposibles. (Ésta está tomada del blog Poemas en francés)
La marea, la tengo en el corazón
me zarandea como un signo
muero de mi pequeña hermana, de mi infancia y de cisne
un barco, depende cómo
llegue al puerto preciso
llora en mi firmamento
años luz y los dejo
soy el fantasma con jersey
aquél que viene en las tardes de apariencia
a lanzarte en la bruma para poseerte
y recogerte en sus rimas
como el trasmallo de julio)
donde resplandecía el lobo solitario
aquél que veía brillar
en los dedos de arena de la tierra
Acuérdate de ese perro de mar
que liberáramos bajo palabra
y que ladra en el desierto
de las algas de necrópolis
estoy seguro que la vida está acá
con sus pulmones de franela
cuando llora por aquellos tiempos
el frío totalmente gris que nos llama
me acuerdo de las tardes allá
y los alientos ganados al sudor
esta baba de cabellos rapados
al ras de las rocas que se consumen
Oh ángel de los placeres perdidos
Oh rumores de otra costumbre
mis deseos desde entonces no son más
que un pesar de mi soledad
Y el diablo de las tardes conquistadas
con sus pálidos socorros
y el escualo de los paraísos
en el ambiente mojado de espuma
vuelve la muchacha verde de los fiordos
vuelve, violín de las violonadas
en el puerto hacen fanfarria los cornos
por el retorno de los camaradas
¡Oh! perfume raro de las salinas
en la pimienta de fuego de las grietas,
cuando iba geometrizando
mi alma en la hendidura de tu herida
en el desonden de tu culo
posaba en paños de alba fina
veía un vitral de más
y tú, mi muchacha verde, mi spleen
Las conchas que figuran
bajo las puestas de sol rotas líquidas
tocan la castañuela de encina
que uno pensaría en la España lívida
dioses de granito, tengan piedad
de su vocación de ornamento
cuando el cuchillo viene a inmiscuirse
en su castañuela figura
y veía lo que se presiente
cuando se presiente la entreabertura
entre las persianas de sangre
y cuando los glóbulos figuran
una matemática azul
sobre este mar jamás quieto
de donde remonto poco a poco
esta memoria de estrellas
este rumor que viene de allí
bajo el arco compañero donde me ciego
estas manos que me hacen ostentación
estas manos que rumian, que mugen
este rumor me sigue desde hace mucho tiempo
como un mendigo bajo el anatema
como la sombra que pierde su tiempo
diseñando mi teorema
y bajo mi maquillaje rojo
viene a golpearse como una puerta
este rumor que va de pie
en la calle, en las músicas muertas
se acabó la mar, se acabó
sobre la playa la arena bala
como ovejas del infinito
cuando la mar pastora me llama.
La memoria y el mar, versión de Amancio Prada, del disco Vida de artista. Canciones de Léo Ferré
Web Amancio Prada
sábado, 28 de noviembre de 2009
jueves, 26 de noviembre de 2009
El Canto del arpista
Las generaciones se desvanecen y pasan, otras ya son polvo desde el tiempo de los ancestros.
Los dioses antiguos reposan en sus pirámides.
Los nobles y los bienaventurados están enterrados en sus tumbas. Y ya no existe el lugar donde edificaron sus casas.
¿Qué ha sido de ellas?
He escuchado las palabras de Imhotep y de Hardedef
son proverbios que han sobrevivido al paso del tiempo.
¿Qué ha sucedido con sus moradas?
Los muros se han desplomado, han desaparecido como si nunca hubieran existido.
Ninguno vuelve de allá abajo para contarnos su suerte, ni lo que necesitan, ni para tranquilizar nuestro corazón hasta que lleguemos a ese lugar donde ellos ya han llegado.
Asi pues, que tu corazón se calme. El olvido es favorable.
Se fiel a tu espíritu en la medida de lo posible.
Unge tu frente con mirra, vístete con lino fino, perfúmate con los ungüentos
que ofrendas a los dioses.
Disfruta para que tu espíritu no languidezca.
Sigue tu deseo y tu felicidad.
No inquietes tu corazón hasta el día en que llegue el lamento fúnebre.
Aquel cuyo corazón está cansado no oye su grito. Y su grito a nadie salva de la tumba.
Haz, pues, de cada día una celebración y no te sientas harto.
pues nadie lleva consigo sus bienes.
y ninguno de los que se han ido regresa.
El Canto del arpista es un poema egipcio que apareció en la capilla funeraria del faraón Intef (siglo XVI a. C.) y recibe este nombre por estar escrito junto a la imagen de un músico tocando el arpa. Este tipo de composiciones, conservadas en las tumbas, estelas y papiros, se interpretaban con acompañamiento musical en diferentes celebraciones, entre ellas los banquetes funerarios.
No deja de ser curioso la idea de vive el momento en una cultura que siempre se le ha relacionado con el más allá.
"No inquietes tu corazón hasta el día en que llegue el lamento fúnebre", puede ser una buena consigna.
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poesía egipcia
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Braulio Arenas
Virginia Patrone "Ya no te fuiste ya no te irás"
Poesía
Primero tracé un círculo,
hice crecer un árbol,
puse un nido en su copa,
más arriba una nube:
hice brotar el agua,
apenas un arroyo,
para que árbol y nube
y pájaro bebieran.
El árbol, es fatal,
se propagó en un bosque,
y los pájaros pronto
volaron en bandadas:
la nube se hizo inmensa,
se hizo la tempestad,
y el arroyo en un río
se desbordó de súbito.
Y en medio de la selva
yo tracé una cabaña,
y una mujer adentro
para sentirla mía:
la choza se hizo pueblo,
pronto, una gran ciudad,
en la que busco a ciegas,
a la joven perdida.
Juegos De Dormitorio
La lámpara reía a los ángeles
sangrando por las narices
la lámpara semejaba un cerezo
(un cerezo no sé porqué)
Yo abrí los brazos como quien
cierra con prisa una ventana
en un abrazo aprendí a nadar
en un beso aprendí a vivir
Yo dormía una bandada
de palomas voló de súbito
estas palomas provenían
de un internado de hechiceras
Las jovencitas en corpiño
frente al espejo alucinante
se habían clavado la cabeza
con un pernicioso alfiler negro
Pronto en palomas convertidas
por este infantil acto mágico
salieron volando por el cielo
rumbo a mi abierto dormitorio
Yo dormía como quien
vive una noche para siempre
la noche semejaba un alfiler
(un alfiler no sé porqué)
La Casa Fantasma
Casa para vivir,
casa que el hombre busca
desde que el mundo es mundo, desde que el hombre es hombre,
desde que el techo es cielo.
¿Es la casa este techo,
es esta viga
que sale afuera como un hueso puro,
es la ventana
para aguardar el tiempo de su vidrio?
¿Es la casa esta noche,
es el ave que trina la trinidad del vidrio,
es el jardín de la caverna loca,
es la huella del niño
que siembra la aventura a cada paso?
Desde que el mundo es canto: la aventura,
desde que el hombre es viaje: la morada,
desde que solo estoy: la compañía;
puesto que el hombre está, como transido,
siempre entre la intemperie y la muralla.
La casa está en la tierra, está como la fruta
esperando que el sol nutra su cáscara,
nutra su techo y lo perfume
con toda la experiencia del espacio.
La casa está en el mar,
llena de espumas,
la casa choca y se transforma en blanca
lección de cortesía:
ella que fue arrecife.
La casa está en el cielo,
arraigada en la nube y en el orden
del loco génesis de las escalas:
como un Valparaíso en miniatura
ella dice el adiós, la bienvenida.
La casa sí, la casa está naciendo,
misteriosa ella va, de oscura noche
vestida, rumbo al día que la aclama,
ella es pura, y por tanto va al cimiento,
queriendo ser la casa, no el fantasma.
Ella, la casa, es pura,
y por tanto se orienta a las paredes,
se orienta al coro juvenil del vidrio,
se orienta al subterráneo,
a la techumbre.
Ella está al exterior, como nosotros,
y busca su razón, como nosotros,
es su propio fantasma
y quiere ser la casa, en la medida
que nosotros queremos habitarla.
Ella, la casa, es pura
y quiere ver la criatura humana,
quiere latir su corazón al ritmo
del corazón del niño, y busca, busca
corazones que quieran habitarla.
La casa está en su casa,
casa, casa, ¡cuántas casas ausentes para el hombre,
cuánta miseria atroz, cuánta intemperie,
cuánta casa fantasma!
No comprende la casa su silencio,
su vacío de barco abandonado,
no comprende esta paz de cementerio,
¿dónde está mi habitante, se pregunta,
dónde está mi habitante, se pregunta,
dónde el niño sin techo del que hablaban?
La casa yace, yace sin remedio,
fantasma de sí misma, yace, yace,
la casa pasa por sus vidrios rotos,
penetra al comedor que está hecho trizas,
anida en las paredes desplomadas.
Penetra al dormitorio y se detiene,
¿quién duerme aquí?, pregunta,
nadie, nadie,
ni un dedal en la pieza de costura,
ni un plato en la cocina abandonada.
¿Y dónde están los hombres?,
no han venido,
no han llegado más bien,
pero a lo lejos: llegaremos, se oye,
llegaremos un día hasta la casa.
Llegaremos un día,
y tanta ruina
de la fantasmal casa
será esplendor, puesto que el hombre entonces
vendrá a morarla.
Braulio Arenas (La Serena, 1913 - Santiago 1988). Poeta chileno de las vanguardias , fundador del grupo surrealista Mandrágora.
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sábado, 21 de noviembre de 2009
Ivis Acosta, tres poemas
La incredulidad
Crecer es darnos cuenta
de que a veces los consejos
no son buenos.
Es medir las palabras que decimos
y evaluar el discurso que nos llega,
porque no todo es bueno y conveniente.
Dejamos de ser niños ese día
en que somos conscientes de que estamos
solos y extraviados ante el camino,
con un mapa borroso entre las manos,
y un libro de instrucciones incompleto
cuya única premisa nos desarma:
"haga usted lo que pueda en esta vida".
Pero la sospecha de que hemos ganado
experiencia vital nos llega cuando
entendemos por fin de qué va el juego:
todo vale si a ti te lo parece,
no hay reglas inviolables, ni hay justicia,
tan sólo un burocrático balance
que para colmo a veces llega tarde o jamás.
La ley
es que no hay ley que no se pueda
vulnerar.
Hermoso y libre
Cuanto más nos aferramos
empuñando criterios como lanzas
más rápido esas ideas
se desvanecen.
Como humo, sí, como quimeras,
que ideas son ideas y no rocas.
No lanzas, no trincheras, sólo humo
hermoso y libre, afortunadamente.
Círculos de confianza
El miedo a la soledad,
ese miedo al vacío que nos vuelve serviles,
tolerantes,
es la causa de casi todas nuestras penas.
Círculos de confianza,
círculos de rencor
como grilletes,
esposas que nos vamos colocando.
Miedo a la libertad,
miedo al olvido,
certeza de que todo cuando hacemos
repercute a su vez sobre otras cosas
el día de mañana.
Hipotecamos el presente
en aras de un futuro
retorcido.
Ivis, Chão de Estrelas es para ti, especialmente el verso "tu pisavas nos astros distraída"
Chão de Estrelas (versión de Maria Bethânia, letra de Orestes Barbosa)
Blog de Ivis Acosta,
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Ivis Acosta
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Vinicius de Moraes
A Rosa de Hiroshima
Rosa de Hiroshima
Pensem nas criancas
mudas, telepáticas
pensem nas meninas
cegas, inexatas
pensem nas mulheres
rotas, alteradas
pensem nas feridas
como rosas cálidas
mas oh! nao se esquecam
da rosa, da rosa
da rosa de hiroshima
a rosa hereditária
a rosa radioativa
estúpida e inválida
a rosa com cirrose
a anti-rosa atomica
sem cor, sem perfume
sem rosa, sem nada
Poema de Vinícius de Moraes, adaptación musical de Secos e Molhados
Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero ¡oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.
Vinicius de Moraes (Río de Janeiro, 19 de octubre de 1913 – 9 de julio de 1980)
Rosa de Hiroshima
Pensem nas criancas
mudas, telepáticas
pensem nas meninas
cegas, inexatas
pensem nas mulheres
rotas, alteradas
pensem nas feridas
como rosas cálidas
mas oh! nao se esquecam
da rosa, da rosa
da rosa de hiroshima
a rosa hereditária
a rosa radioativa
estúpida e inválida
a rosa com cirrose
a anti-rosa atomica
sem cor, sem perfume
sem rosa, sem nada
Poema de Vinícius de Moraes, adaptación musical de Secos e Molhados
Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero ¡oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.
Vinicius de Moraes (Río de Janeiro, 19 de octubre de 1913 – 9 de julio de 1980)
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viernes, 13 de noviembre de 2009
Henry Darger
Henry Darger (1892; 1973) escritor e ilustrador estadounidense que vivió en Chicago trabajando, gran parte de su vida, como operario en la limpieza. Tras su muerte, se halló en el cuarto en el que había vivido más de cuatro décadas numerosas acuarelas,dibujos, recortes... y un manuscrito de más de 15.000 páginas, titulado The story of the Vivians girls, in what is known as the Realms of the Unreal, of the Glandeco-Angelinian War Storm, caused by the Child Slave Rebellion,que podría traducirse como La Historia de las Vivians, en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebelión de los Niños Esclavos. En ella creó un mundo paralelo en que los adultos esclavizaban a los niños y siete pequeñas heroínas se dedicaban a salvarlos.
LAS INCREIBLES HERMANAS VIVIAN DE HENRY DARGER
Texto de María Gainza
Hosco, casi ermitaño, con un solo amigo, concurrente diario a misa, señalado como loco, y sospechado por quienes no lo conocían de ser un asesino serial, Henry Darger vivió hasta los 81 años en un anonimato solitario y en apariencia intrascendente. Pero pocos meses antes de que muriera, los hombres de la mudadora encontraron en su casa lo que sería un tesoro único del arte
contemporáneo: The Realms of the Unreal, doce volúmenes, más de 15.000 páginas de prosa hipnótica y cientos de acuarelas que conforman una obra de proporciones bíblicas, protagonizada por siete hermanas que sacrifican su inocencia para luchar contra los ejércitos del mal que dominan al mundo.
Henry Darger era el portero más antiguo del Hospital St. Joseph de Chicago. Las enfermeras lo recuerdan como un viejo malhumorado que pasaba sus días libres revisando la basura y sus noches durmiendo sobre una silla de madera desvencijada. Dicen que llevaba los anteojos pegados con cinta adhesiva y la billetera atada a la cintura con un cordón de zapatilla. Vivía en una habitación en la calle Webster, iba a misa todos los días, hasta cinco veces por día y, ante los ojos de los vecinos, parecía el hombre más apático de la tierra. Nadie sabía que desde 1909 Darger estaba creando y compilando un trabajo artístico de proporciones épicas. Apretujado entre su colección de pelotas, pilas de diarios hasta el cuello, botellas de Pepto-Bismol y figurines de Madonna, protegido debajo de una gruesa capa de polvo, giraba su mundo, un reino donde virtuosas niñas de vestidos punto smock se enfrentaban a mares encabritados y ejércitos sangrientos. Y Darger lo mantuvo ahí, encerrado bajo siete llaves, durante más de cuarenta años.
Pero unos meses antes de morir, en 1973, a los 81 años, decretó que necesitaba mudarse de casa: sus piernas estaban demasiado débiles para subir la escalera, farfulló. Entonces hubo que limpiar el Vietnam que había dejado atrás. Y ahí apareció lo que uno de los hombres de la mudanza llamó “un libro para un gigante”. Era su ópera magna, The Realms of the Unreal: doce volúmenes, más de 15.000 páginas (escritas a máquina y sin espacio entre líneas) de prosa hipnótica, y cientos de acuarelas gloriosas que toman la cabeza como un virus descontrolado que se propaga por las habitaciones de la mente.
Tan así que la asombrosa producción de Darger llevó a la directora Jessica Yu a filmar In the Realms of the Unreal: the Mysterious Life and Art of Henry Darger, documental que en unos meses compite por el Oscar. “Había algo en la falta total de ironía, en la forma en que el artista concebía esas imágenes, sin guiños ni ingenio evidente, que me conmovió.” Es que la pregunta central de la historia de Darger y aquella que empuja el documental parece ser la misma: ¿puede uno vivir solamente dentro de su cabeza?
I
Como en un trip religioso, el trabajo de Darger es una historia a lo Scheherazade sobre las siete dulces hermanitas Vivian, princesas de Abbiennia, heroínas de entre cinco y ocho años que libran una batalla contra las fuerzas del mal: un planeta copado por los Glandelianos, hombres que toman como esclavos a los niños, los torturan, estrangulan y, más tarde, desmiembran. Las Vivian luchan contra ejércitos gigantescos y sobreviven a erupciones de volcán, tormentas eléctricas, inundaciones e incendios forestales, todo para salir intactas y rozagantes con los ojos abiertos como Pokemón. Con una avalancha de detalles opresiva, Darger utilizó acuarelas para crear jardines edénicos, dragones, mapas, banderas, retratos de generales y escenas panorámicas de batallas. El efecto es bíblico: en especial en los cientos de acuarelas pintadas sobre rollos de hasta de 4 metros que ilustran la historia. La narración compacta y los colores que van del fluorescente al pastel dan a las imágenes un aire de capilla del temprano Renacimiento, de tapicería de Bayeux y de cartón de LSD, todo en uno. The Realms es un híbrido fabuloso, una maratónica escena pastoral y, a la vez, una carnicería humana digna de los hermanos Chapman, donde niñas desnudas y con penes son estranguladas por ejércitos de hombres adultos. Mirar las imágenes de Darger es como entrar en trance. Son pedazos que se despegan de las paredes de un subconsciente angustiado, que se debate entre la felicidad sin límites y los tormentos psicológicos en carne viva.
II
Eso era el fabuloso mundo de Darger de puertas para adentro.
De puertas para afuera, nadie lo conocía. Era tan solo el loco del barrio, un hombre que emitía un gruñido seco cuando alguien lo saludaba, que tuvo un solo amigo, William Schloeder, un vecino con quien formó un club de dos miembros, la Sociedad Protectora de los Niños, y que sobre todo, odiaba conversar, a no ser que fuera sobre el clima.
Desde el 31 de diciembre de 1957 al 31 de diciembre de 1967, Darger llevó una serie de anotadores, los Reports, en donde diariamente anotó comentarios y reflexiones sobre el clima en Chicago. La tapa describe el proyecto con entusiasmo enciclopédico: “Un libro sobre reportes de temperaturas, cielos parcialmente nublados a despejados, nieves, lluvias, tormentas de verano, tormentas de invierno, bajas temperaturas y largos calores”. Pero básicamente Reports es una pelea sostenida con el hombre del servicio meteorológico y, como si efectivamente el pobre tipo fuera el intermediario entre los cielos y la tierra, Darger parece enojarse cuando éste no lee correctamente las señales del tiempo: “Enero 20, 1963: tenía razón en predecir una nevisca y en que soplaría mucho viento, pero la nieve era muy ligera. Dijo que habría poco cambio en la temperatura y en eso se equivocó. En cambio estaba en lo cierto acerca del viento del noroeste, pero equivocado en cuanto a que crecería hasta 28 millas por hora. Estuvo más bien entre 30 y 40 millas”.
Las tormentas ciclópeas, los vientos huracanados y nubes tentaculares aparecerían más tarde en sus imágenes. Porque Reports no es simplemente el registro de una obsesión sino lo que hoy llamaríamos un proyecto conceptual que duró exactamente diez años y terminó con la palabra “fin”. Es un sumergimiento total en una conciencia meteorológica.
III
El pasado de Darger es nebuloso: además de la novela, las ilustraciones y sus reportes climáticos, Darger dejó un diario íntimo y una autobiografía, Historia de mi vida, un relato de 5000 páginas de las cuales dos tercios están dedicadas a describir un tornado que él llama Sweetie Pie. Cuenta ahí que su madre murió al dar a luz a su hermana menor y que su padre, aturdido por el dolor, decidió dar a la niña en adopción. “Nunca la conocí ni la vi, ni siquiera supe su nombre”, escribió Darger. Pero los críticos aseguran que la pequeña habita cada uno de los trabajos del artista.
A los ocho años Darger fue internado en un colegio católico, La Misión de Nuestra Señora de la Piedad, donde se trenzaba en largas discusiones sobre la Guerra Civil con su maestro y entraba en trance ante una nube en el cielo. Fue allí cuando sus compañeros lo apodaron El Loco. A los 12 años fue enviado a Illinois a un asilo para débiles mentales y cinco años después, luego de varios intentos frustrados, Darger logró escabullirse y se marchó a Chicago.
Tenía dieciocho años cuando comenzó a escribir su novela. La terminó once años más tarde. Y en algún momento del proceso decidió que necesitaba ilustrar sus palabras. En 1932 alquiló una habitación en una calle Webster 851. El propietario, el fotógrafo Nathan Lerner, intentó durante varios meses tomarle unas fotografías. Pero Darger se negaba a posar. Lerner quería sumarlo a sus colecciones de “locos del barrio” y colgar su retrato junto a la mujer que se guardaba las colillas de cigarrillo en el cabello y el hombre que paseaba con su pato bajo el brazo: “En realidad, había una sola criatura viva a la que Darger le demostraba cariño: nuestro perro”. Un día, la mujer de Lerner ingresó a la habitación a cambiar una bombita de luz y vio algunos de sus dibujos desparramados. “Henry –le dijo–, eres un muy buen artista.” Y Darger sin darse vuelta contestó: “Sí, lo soy”.Su diario íntimo registra sus visitas a misa, sus batallas contra las pelotas de hilo, su fastidio con la vejez: “¿Pueden creerlo? Al contrario de la mayoría de los niños, odiaba ver llegar el día en que sería grande. Quería ser joven para siempre. Ahora soy un viejo rengo, diablos”.
En 1972, Darger buscó otro lugar para vivir. Pronto las Pequeñas Hermanas de los Pobres lo habían bañado, afeitado y peinado. “Pero ya no parecía Henry”, dijo Lerner. Entonces aún no sabían que al dejar su habitación Darger había dejado su vida. Murió en 1973. Un día antes lo vieron en el café de la esquina terminando de pulir la lista de las ilustraciones que faltaban.
IV
John Ashbery (que, inspirado por la saga de las Vivian, escribió el poema Girls on the Run) dijo que Darger era tan solitario que nadie sabe a ciencia cierta cómo se pronunciaba su nombre (si la g era fuerte o suave). Y cuando le preguntaron el porqué de su elección el poeta dijo tan solo que había quedado fascinado por los vestidos y zapatos de las hermanitas. Como la explicación de Rick Blaine acerca de haber elegido Casablanca por sus aguas, la de Ashbery suena a elusiva. La obra de Darger es tanto sobre cosas de niñas como las muñecas del surrealista alemán Hans Bellmer lo eran.
Nunca sabremos qué ideas tenía este solitario sobre niñas en jumpers jugando en patios escolares. Pero no estaba solo en su fantasía: la idea de una dulce niñita –Alicia, Caperucita, Gretel, Ricitos de Oro, Laura Palmer– siendo acosada por fuerzas del mal es parte de nuestro folklore colectivo. Acusado de pedófilo, de asesino serial, Darger alimentó sus fantasías a lo William Blake, con la caída de ninfas de la inocencia a la experiencia.
En 1977, el Hyde Park Art Center montó una muestra de sus trabajos. Para ser exhibidos, los volúmenes de The Realms fueron divididos y separados. Una decisión muy discutida ya que la muestra atrajo público y reconocimiento pero también dividió irreparablemente un trabajo que fue pensado para ser visto en conjunto.
Se lo llamó outsider art, proto-pop, apropiación, pero el trabajo de Darger, como el de todo artista en serio, trasciende las categorías. Es, al mismo tiempo, más y menos que eso. Es la experiencia de una vida destilada dentro de un nuevo paradigma, un opus mitológico. Una guerra con su psique pulsada por el deseo de tener compañía. Outsider art puede que sea un concepto marketineramente efectivo, pero es, también, un término que tiende al equívoco. Suele atraer una perorata de análisis psicobiográfico particularmente crudo e irritante. En el caso de Darger mucha de la culpa es de John MacGregor, uno de los primeros historiadores que tuvo acceso al archivo. MacGregor escribió sobre la compulsión del artista, sobre cómo se excitaba pintando incendios forestales, sobre cómo la muerte de su madre lo había llevado a obsesionarse con el clima, sobre cómo no podía distinguir entre la realidad y la ficción. Y lo importante pasó de largo.
Porque Darger no nos devuelve los ojos de la infancia sino la infancia en el momento en que ésta se nubla por la experiencia, aquel instante cuando una bolita de vidrio rodando por el piso de madera se vuelve tan ominosa como un cometa atravesando el cielo. Con el Edén perdido, con nuestro camino de regreso bloqueado por una calesita que arde en llamas, las niñas de Darger nos muestran que hay que seguir corriendo.
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Henry Darger
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Pedro Casariego Córdoba
Esta
vida
demasiado
plácida
me
extingue.
Estas horas
solemnes
sofocan
los incendios
imprudentes
y los papeles
en llamas.
Ansío el
terremoto particular
que alguien
me ha
prometido.
Soy el hombre
delgado
que no flaqueará
jamás.
Santa tierra desterrada
Tú sigues siendo
el misterio de las apariciones que nunca aparecen
pero
dentro de mí
alguien
cambió
y no volverá a cambiar
jamás
ya no hay llanuras en mis montañas
ya no hay llanuras y yo
yo olvido un sótano de recuerdos dos sótanos llenos
y persigo sombreros alegres para dejar de olvidar
aunque ya se sabe
los sombreros huyen
y la alegría
y los gatos que no nos felicitan.
Olvido.
Olvido porque ya soy viejo o ya soy joven:
he sido tantos alborotos
que ya soy viejo
he visto a tantos morir mi muerte
que ya soy joven
he servido a tantos príncipes
he ambicionado piedra he falsificado labios y he jadeado
no he faltado a la cita y ahora
ya no hay fuego en mi fuego
o todas mis mentiras son mentirosas
y sólo el cansancio me da vida
y sólo tocas mí cansancio
y ahora
hoy nada me duele y tú no me dueles
las tiendas de ultramarinos y los cines de verano
y los guerreros indefensos
desaparecieron
ni siquiera los fabrican
fíjate qué triste
herrumbrosas y ajenas
nuestra soledad es siempre de los otros
herrumbrosas y ajenas y tan herrumbre
las soledades que en mí acontecen
sin ruidos y sin silencios
hoy nadie me duele y tú no me dueles
mujer
tan callada y pobre
como una grieta
santa tierra desterrada
yo que para escandalizarte he robado escándalos
sólo Judas pudo amarte como yo te amo
sólo Judas y sobre tí veo
al cielo que ganó el concurso de cielos
y al cielo loco que ganó el concurso de nubes
y hasta al único caballo que cabalga
santa tierra desterrada
tierra santa
mi tierra prometida
dama de la mayor distancia
te he deseado siempre
desde el primer reloj
pero
dentro de mí
alguien
cambió
así que pronto llorarán mis risas
y se arrastrarán mis vuelos
pronto
oiré un viento raptando hojas
y las noches sabrán ser días
entonces
inmediatamente
Ayúdame
soy un cristo que no tiene cruz
soy un cristo de crucigrama
ayúdame
tú la espina más remota
tú sueño que se desmaya
tú pequeña niebla de piel
tú que no mereces ser el cepillo de dientes de María Magdalena
tú puedes ayudarme
tú puedes ayudarme complicándome la vida
complícame la vida
complícamela
tú que árida siempre te alejas
dame abrazo y herida
dame abrazo y herida para tener abrazo
tú que no existes
sólo tú puedes
Pedro Casariego de 43 poemas independientes
Manirroto pintura de Casariego
Los poemas y pinturas están tomados de la web Pe Cas Cor Sociedad Imaginada que tiene como objetivo promocionar la obra de Pedro Casariego. Fue creada en el año 1991 por un grupo de personas cercanas a él.
Pedro Casariego Córdoba (Pe Cas Cor, Madrid, 1955-1993), poeta y pintor.
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Pedro Casariego
martes, 10 de noviembre de 2009
Palabras hipocampos de Kevin MacNeil
words, seahorses
I dreamt i was the seafloor and you were the weight of the ocean pressing down on me,your quiet words of love in my ears now and again, golden, elegant and strange, like seahorses, like grace-notes, tiny floating saxophones
palabras, hipocampos
Soñé que yo era el fondo del mar y tú el peso del océano gravitando
en mi, tus palabras de amor silenciosas en mis oídos ahora y siempre, doradas, elegantes y extrañas, como los hipocampos, notas suaves, pequeños saxofones flotantes.
Traducción del inglés de Raúl Jaime
Kevin MacNeil (Escocia, 1956)
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Kevin MacNeil
sábado, 7 de noviembre de 2009
La galga lluenta: LA BESTIALIDAD DE LOS HUMANOS NO TIENE LIMITES: MATAN UNA BURRITA A PATADAS PARA DIVERTIRSE.
Foto de Europa Press
Pongo directamente el enlace a la entrada del blog de la galga lluenta porque cuando leí esta noticia se me cayó el alma a los pies y los pelos se me pusieron de punta.
La galga lluenta: LA BESTIALIDAD DE LOS HUMANOS NO TIENE LIMITES: MATAN UNA BURRITA A PATADAS PARA DIVERTIRSE.
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