/ El establo de Pegaso: 2020

lunes, 3 de agosto de 2020

La tabla periódica de David Jou

La tabla periódica


Miradlos: a la derecha, los gases nobles -en rojo, como los domingos, como los días de descanso, porque rehúsan combinarse y son tranquilos y ociosos-;

arriba de todo, como dos torres aisladas, el hidrógeno y el helio, los grandes dominadores del contenido del Universo -quizás fuera más lógico ponerlos como raíces que como cúpulas, puesto que son: origen, cimiento, raíz celeste-;

debajo de ellos, seis pisos más y, como dos sótanos, los lantánidos y los actínidos;

en el sexto piso, las oficinas de la vida -el carbono, el nitrógeno y el oxígeno, tan fecundos: bosques y atmósferas, energías enterradas-;

en el quinto -seguimos bajando- toda la arena de las playas y los desiertos -el silicio- y la sal de todos los mares -el cloro, el sodio y el magnesio-;

en el cuarto piso, el calcio y el potasio -que con el sodio del quinto fluyen en los nervios como los sueños- y también, como una puerta infranqueable, el hierro.

A partir de él, todo se ha formado con violencia, en grandes explosiones de supernovas: el cobre del cuarto piso, la plata del tercero y, en el segundo, el oro y el mercurio -fascinantes- y el plomo y el bario, tan densos.

En el primer piso, la brasa todavía quema: el radio -y el uranio en su sótano-, radiactivos, como sí quisieran recordarnos el tumulto atronador de su origen.

En el último sótano predomina el artificio: los átomos son muy breves, un juego de ingenio que dura el tiempo de ganar un nombre y que se deshace -ya no hacen ninguna falta: son una fatiga que el mundo no sabe muy bien como soportar.

Miradlos: aquí, los ladrillos del mundo, puestos en fila en pisos, en estantes, repitiendo regularmente propiedades, delatando una estructura más profunda,
ya no son materia eterna e inmutable, sino historia en las estrellas, rastros de tanteos, edificios de niveles y subniveles, nubes de incertidumbres, flores combinatorias.
Venimos de más allá de estas piezas, vamos no sabemos dónde, pero qué gozo, haber podido comprender detrás de ellas la belleza de una lógica del mundo!

David Jou de su poemario Las escrituras del universo escrito en catalán.


La taula periòdica

Mireu-los: a la dreta, els gasos nobles -en vermell, com els diumenges, com els dies de descans, perquè refusen combinar-se i són tranquils i desvagats-;
dalt de tot, com dues torres isolades, l’hidrogen i l’heli, els grans dominadors del contingut de l’Univers -potser fóra més lògic posar-los com a arrels que com a cùpules, ja que són això: origen, fonament, arrel celest-;
sota d’ells, sis pisos més i, com dos sòtans, els lantànids i els actínids;
al sisè pis, les oficines de la vida -el carboni, el nitrogen i l’oxigen, tan fecunds: boscos i atmosferes, energies enterrades-;
al cinquè -seguim baixant- tota la sorra de les platges i els deserts -el silici- i la sal de tots els mars -el clor, el sodi i el magnesi-;
al quart pis, el calci i el potassi -que amb el sodi del cinquè flueixen en els nervis com els somnis- i també, com una porta infranquejable, el ferro.
A partir d’ell, tot s’ha format amb violència, en grans explosions de supernoves: el coure del quart pis, la plata del tercer i, en el segon, l’or i el mercuri -fascinants- i el plom i el bari, tan densos.
Al primer pis, la brasa encara crema: el radi -i l’urani en el seu sòtan-, radioactius, com si volguessin recordar-nos el tumult eixordador del seu origen.
Al darrer sòtan predomina l’artifici: els àtoms són molt breus, un joc d’enginy que dura el temps de guanyar un nom i que es desfà -ja no fan cap falta: són una fatiga que el món no sap ben bé com suportar.
Mireu-los: aquí, els maons del món, arrenglerats en pisos, en prestatges, repetint regularment propietats, delatant una estructura més profunda, ja no pas matèria eterna i immutable, sinó història en els estels, rastres de tempteigs, edificis de nivells i subnivells, núvols d’incerteses, flors combinatòries.
Venim de més enllà d’aquestes peces, anem no sabem on, però quin goig, haver pogut comprendre rere d’elles la bellesa d’una lògica del món!
David Jou Les Escriptures de l’univers: The scriptures of the universe


The Periodic Table

Look at them: at the right, the noble gases – in red, like Sundays, like
holidays, because they refuse to combine and they are calm and idle–;

at the very top, like two isolated towers, hydrogen and helium, the two dominators
of the content of the Universe – maybe it would be more logical to put them as roots than as cupolas since that is what they are: origin, foundation, celestial roots–;

under them, beneath six more floors, the lanthanides and the actinides are like two basements;

on the sixth floor, the offices of life – carbon, nitrogen and oxygen, so
bountiful: woods and atmospheres, buried energy–;

on the fifth – as we continue down– under the sand of the beaches and deserts – silicon– and the salt of all seas -chlorine, sodium and magnesium–;

on the fourth floor, calcium and potassium – that with the sodium on the fifth, flow in every nerve like dreams– and also, as insurmountable as a door, iron.

Starting there, everything began to take shape violently, with great explosions of
supernovas: the copper from the fourth floor, the silver from the third and, on the second, gold and mercury – so fascinating– and lead and barium, so dense.

On the first floor, the embers still burn: radium -and uranium in its basement-,
radioactive, as if they wanted to remind us of the deafening tumult of their origin.

In the next to last basement artifice dominates: the atoms are brief, with a beguiling ingenuity that lasts just long enough to get a name and then to disintegrate – since they are no longer necessary: they are a burden the world does not really know how to handle–.

Look at them: here, these building blocks of the world, aligned in floors, shelves,
regularly repeating properties, insinuating a deeper structure,
no longer eternal and immutable material, but history in the stars, traces of
temptations, buildings with levels and sub-levels, clouds of uncertainties,
combinatorial flowers.
We come from beyond these pieces, where we are going we do not know, but what joy
that through them we have been able to understand the beauty of a logic to the world!
Traducción Elisenda Vila

domingo, 2 de agosto de 2020

Arrendajo azul de invierno

Arrendajo azul (Blue Jay) Cyanocitta cristata. WIKIPEDIA

Arrendajo azul de invierno 


NITIDAMENTE susurró la nieve brillante
crujiendo bajo nuestros pies;
tras nosotros, mientras caminábamos por la avenida,
nuestras sombras bailaban
formas fantásticas de azul intenso.
Al otro lado del lago los patinadores
volaban de acá para allá
con giros bruscos tejiendo
una frágil red invisible.
En éxtasis la tierra
bebía la luz plateada del sol;
En éxtasis los patinadores
bebían el vino de la velocidad;
En éxtasis nos reíamos
bebiendo el vino del amor.
¿No había alcanzado la música de nuestra alegría
su nota más alta?
Pues no,
porque de repente, con los ojos levantados dijiste:
"¡Oh mira!"
Allí, en la rama negra de un arce manchado de nieve,
sin miedo y alegre como nuestro amor,
¡Un arrendajo azul ladeó su cresta!
¿Quién puede conocer el nivel del gozo
o establecer los límites de la belleza?

Rivers to the Sea by Sara Teasdale (1915)


A Winter Bluejay

CRISPLY the bright snow whispered,
Crunching beneath our feet;
Behind us as we walked along the parkway,
Our shadows danced,
Fantastic shapes in vivid blue.
Across the lake the skaters
Flew to and fro,
With sharp turns weaving
A frail invisible net.
In ecstasy the earth
Drank the silver sunlight;
In ecstasy the skaters
Drank the wine of speed;
In ecstasy we laughed
Drinking the wine of love.
Had not the music of our joy
Sounded its highest note?
But no,
For suddenly, with lifted eyes you said,
"Oh look!"
There, on the black bough of a snow flecked maple,
Fearless and gay as our love,
A bluejay cocked his crest!
Oh who can tell the range of joy
Or set the bounds of beauty?