/ El establo de Pegaso: noviembre 2018

martes, 27 de noviembre de 2018

Si hubiéramos sido un poco más altos de Ray Bradbury

Ray Bradbury lee su poema "If Only We Had Taller Been" en Jet Propulsion Laboratory de la NASA, en 1971, para celebrar la misión Mariner 9, acompañado por Arthur C. Clarke y Carl Sagan.



Solo que hubiéramos sido un poco más altos

La valla que recorrimos durante años,
nos hizo saltar serenos;
era un lugar a mitad de camino del cielo donde,
entre el verde de la hoja y la promesa del fruto
alzábamos las manos para alcanzar, casi alcanzar el cielo,
si pudiéramos estirarnos y tocar, decíamos,
aprenderíamos a no morir nunca.
A duras penas casi pudimos rozarlo
Solo que hubiésemos sido un poco más altos
tocaríamos el puño de la camisa, el dobladillo de Dios,
no tendríamos que ir con ellos.
con los que se fueron antes
Aquellos que, pequeños como nosotros,
se erguieron tanto como pudieron.
Con la esperanza de que al estirarse, podrían mantener su tierra,
su casa, su corazón, su cuerpo y su alma,
Pero, como nosotros, estaban sobre el abismo.
Ay, Tomás, ¿habrá una raza que algún día se alce
a través del vacío, del universo y de todo?
¿Y, medido con el fuego de un cohete
por fin ponga el dedo de Adán más arriba
como en la bóveda de la Capilla Sixtina,
y la mano de Dios vendrá del otro lado
para medir al hombre y hallarlo bueno
y entregarle el día eterno?
Trabajo para eso.
Hombre pequeño, sueño grande
Lanzó mis cohetes más lejos
entre mis oídos
esperando que una pulgada de Bien valga una libra de años
ansiando escuchar una voz que me responda desde el universo:
¡Hemos llegado a Alpha Centauri!
¡Somos altos, oh Dios, somos altos!



If Only We Had Taller Been
The fence we walked between the years
Did bounce us serene.
It was a place half in the sky where
In the green of leaf and promising of peach
We'd reach our hands to touch and almost touch the sky,
If we could reach and touch, we said,
‘Twould teach us, not to, never to, be dead.
We ached and almost touched that stuff;
Our reach was never quite enough.
If only we had taller been,
And touched God's cuff, His hem,
We would not have to go with them
Who've gone before,
Who, short as us, stood tall as they could stand
And hoped by stretching, tall, that they might keep their land,
Their home, their hearth, their flesh and soul.
But they, like us, were standing in a hole.
O, Thomas, will a Race one day stand really tall
Across the Void, across the Universe and all?
And, measured out with rocket fire,
At last put Adam's finger forth
As on the Sistine Ceiling,
And God's hand come down the other way
To measure man and find him Good,
And Gift him with Forever's Day?
I work for that.
Short man, Large dream, I send my rockets forth
between my ears,
Hoping an inch of Good is worth a pound of years.
Aching to hear a voice cry back along the universal Mall:
We've reached Alpha Centauri!
We're tall, O God, we're tall!

La sonda InSight de la NASA aterrizó ayer en Marte y ha enviado la primera fotografía. Pocos han amado tanto el planeta rojo, Bradbury pidió que sus cenizas fueran esparcidas en él. Un buen momento para leer o releer las Crónicas marcianas.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Metamíctico, un estado inusual de la materia


Un estado inusual de la materia

En las arenas de la playa de Kerala,
desgajada de una roca de gneis,
en las arenas de un arroyo de Carolina del Norte
se encuentra la monacita, un raro
mineral. En su origen cristalino
hay orden, hay una red.
Y los átomos -cerio, lantano,
torio, itrio, fosfato- bailaban
alrededor de lugares predeterminados,
sujetos por resortes electrostáticos
sin masa
y por el volumen de sus vecinos.
Vibraban
y cantaban
en armonía cuantizada.
para los oyentes ausentes y para mí.
Pero el enemigo está en el interior.
El núcleo inestable
del torio radiactivo estalla
por el trueno al azar de un martillo
que no es el de ningún dios nórdico.
Los proyectores invisibles
del infierno, rayos gamma,
destellan en la retícula.
Partículas alfa, desechos nucleares enloquecidos,
son empujadas en misiones
de destrucción aleatoria de megavoltios.
El átomo remanente, transmutado, retrocede,
liberándose de su lugar en la retícula,
balas de cañón torcidas
a través de una pista de baile abarrotada.
No hay ninguna salida para escapar.
En las colisiones de rotura en cadena
los vecinos son eliminados de sus lugares.
El cristal, antes límpido, se hincha,
orden de largo y corto alcance,
hasta un amorfismo ocre.
Fallas,
impurezas,
vacantes,
dislocaciones,
intersticiales,
el indefinido estado metamictico.


An unusual state of matter Roald Hoffmann es químico teórico y fue Nobel de Química en 1981. Su investigación, obras literarias y de divulgación pueden consultarse en su web personal




An unusual state of matter

In the beach sands of Kerala,
abraded from the gneiss,
in the stream sands of North Carolina
one finds monazite, the solitary
mineral. In its crystalline beginning
there was order, there was a lattice.
And the atoms – cerium, lanthanum,
thorium, yttrium, phosphate – danced
round their predestined sites,
tethered by the massless springs
of electrostatics
and by their neighbors’ bulk.
They vibrated,
and sang
in quantized harmony.
to absent listeners, to me.
But the enemy is within.
The radioactive thorium’s
nervous nuclei explode
in the random thrum
of a hammer
of no Norse god.
The invisible searchlights
of hell, gamma rays,
flash down the lattice.
Alpha particles, crazed nuclear
debris, are thrust on megavolt
missions of chance destruction.
The remnant atom, transmuted, recoils,
freeing itself from its lattice point,
cannonballs awry through
a crowded dance floor.
There are no exits to run to.
In chain collisions of disruption
neighbors are knocked from their sites.
The crystal swells from once limpid
long-range, short-range order
to yellow-brown amorphousness.
Faults,
defects,
vacancies,
dislocations,
interstitials,
undefine the metamict state.

El nombre monacita proviene del griego «monazein», ‘estar solo’, en alusión a su rareza. Se trata de un mineral accesorio habitual en los granitos y en los gneis. La arena de agunas playas de diferentes partes del mundo está compuesta de monacita, un mineral con alto contenido en torio.
Metamíctico, se aplica a un mineral que se ha hecho amorfo a causa de las perturbaciones de su estructura cristalina provocadas por la radiación emitida por átomos del propio mineral o de otros que lo acompañan.

https://youtu.be/jwOcMmqWZQw

Desde 2001, Hoffman es anfitrión de Entertaining Science, una actividad mensual donde explora la conjunción entre las artes y la ciencia y que se celebra en el Cornelia Street Café de Nueva York.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Éxtasis de Hedy Lamarr



Éxtasis

Comenzó, como suele pasar, en la intimidad,
Hedy Lamarr, la mano derecha sobre las teclas de marfil,
una octava por debajo de ella, George Antheil, delgado
en un banco de cuero. Estaba tocando un riff.
Ella siguió. Una y otra vez más, el impulso
y el eco, llamada y respuesta, y mira,
susurró, -estamos hablando en clave,
nuestro dulce idioma transparente, inalterable.

Justo lo que la nación necesita -lo sabían-
una comunicación secreta, un cifrado
tête-à-tête. Era 1942,
señales de radio simples y bloqueables.
Aquí estaba la respuesta: un riff tictac,
eléctrico, magnético, saltando las frecuencias,
tocando sus dedos brillantes
por el flanco salado de un torpedo hundido.

A lo largo del siglo su espectro se expandió,
del campo de batalla al microchip, un millón de millones
de citas crípticas, mientras Lamarr con su patente,
su premio, se reunió en la oscuridad con otro parpadeo.
Emulsión y luz, tan solo era una niña,
piel de cebolla fina sobre una pantalla de cera.

Y el complemento perfecto del deseo:
sin peso, sin edad, una película sobre el ojo entornado.

Qué inocente es entonces su imagen, ya que a través de
salas de cono iluminado del siglo, una nación se hundió
en sillas de terciopelo. Luego llamada y respuesta,
sinapsis y sonrojo, y mira, ella susurró:
no hay nada entre nosotros, hasta que nada
detuvo su toque aireado, y nada
se agita, y nada emite sus clics rítmicos
un alto en la oscuridad sobre ellos.

Linda Bierds aparece de su libro First Hand

En 1942, cuando el mundo estaba en guerra y las imágenes de Hedy Lamarr llenaban las pantallas, la actriz desarrolló, junto con el compositor George Antheil, un sistema de comunicaciones por radio que no podía ser interceptado por el enemigo, pues cambiaba constantemente de frecuencia. Crearon una primera versión del denominado espectro ensanchado, que se utiliza en diferentes sistemas de telecomunicaciones.

Ecstasy

It began, as it will, in privacy,
Hedy Lamarr, right hand on the ivory keys,
an octave below her, George Antheil, slim
on a leather bench. He was playing a riff.
She followed. Again, then again, impulse
and echo, call and response, and Look,
she whispered, we are talking in code,
our sweet locution seamless, unbreakable.

And just what the nation needed-they knew-
a secret-spun articulation, a ciphered
téte-à-téte. It was 1942,
radio signals simple and jammable.
Here was the answer: a ticking riff,
electric, magnetic, hopping the frequencies,
tapping its glossy fingertips
down a slumped torpedo’s salty flank.

Out through the century its spectrum spread,
battlefield to microchip, a million million
cryptic trysts-while Lamarr with her patent,
her prize, met in darkness her flickering other.
Emulsion and light, she was less than a girl,
onion-skin thin on a waxy screen.

And desire’s perfect complement:
weightless, ageless, a film on the upturned eye.

How innocent her image then, as out through
the century’s cone-lit rooms, a nation sank
into velvet chairs. Then call and response,
synapse and blush, and Look, she whispered,
there is nothing between us-until nothing
stopped her airy touch, and nothing
stirred, and nothing cast its rhythmic clicks
high in the darkness above them.

Ectasy de Linda Bierds