miércoles, 13 de abril de 2016
Las ciencias cantan una nana
Las ciencias cantan una nana
La Física dice: ya es la hora de ir a dormir. Desde luego
que estás cansado. Cada uno de tus átomos
ha estado bailando Shimmy con zapatos plateados
sin parar desde la mitosis hasta ahora.
Deja de mover los pies. Continuarán bailando solos,
por si mismos. Vete a dormir.
La Geología dice: todo estará bien. Lentamente,
poco a poco, América se va entregando
al océano. Vete a dormir. Deja que la oscuridad
se acueste a tu lado. Dale espacio.
No estás solo. Antiguamente todos los continentes
fueron uno. No estás sólo. Vete a dormir.
La Astronomía dice: el sol saldrá mañana,
la Zoología lo confirma: en el pez arco iris y la ágil gacela
la Psicología puntualiza: pero antes tiene que hacerse de noche, entonces
la Biología añade: que los relojes del cuerpo se detienen en toda la ciudad
y
la Historia concluye: aquí tienes, las mantas, una sobre otra
hacia abajo.
The Sciences Sing a Lullabye de Albert Goldbarth
The Sciences Sing a Lullabye
Physics says: go to sleep. Of course
you’re tired. Every atom in you
has been dancing the shimmy in silver shoes
nonstop from mitosis to now.
Quit tapping your feet. They’ll dance
inside themselves without you. Go to sleep.
Geology says: it will be all right. Slow inch
by inch America is giving itself
to the ocean. Go to sleep. Let darkness
lap at your sides. Give darkness an inch.
You aren’t alone. All of the continents used to be
one body. You aren’t alone. Go to sleep.
Astronomy says: the sun will rise tomorrow,
Zoology says: on rainbow-fish and lithe gazelle,
Psychology says: but first it has to be night, so
Biology says: the body-clocks are stopped all over town
and
History says: here are the blankets, layer on layer, down and down.
Poema incluido en la antología "The Kitchen Sink: New and Selected Poems, 1972-2007"
Etiquetas:
Albert Goldbarth,
ciencia
martes, 5 de abril de 2016
La calabaza celestial
“Sigue la calabaza para beber
porque el viejo te está esperando
para llevarte a la libertad”
“Follow the drinking gourd” (“Sigue la calabaza para beber”) es una canción popular estadounidense que oculta un mensaje en su letra. Se dice que fue usada por los esclavos como un mapa y que seguir la ‘calabaza’ significaba marchar siempre hacia el Norte, hacia la libertad.
La calabaza celeste era el nombre en clave que daban al grupo de siete estrellas más visibles de la Osa Mayor, que apunta a la Estrella Polar, conocida también como ‘el Cazo’, ‘el Gran Cucharón’ o ‘el Carro’ y que en la noche orientaba a los fugitivos que huían hacia los estados del norte y Canadá.
La calabaza celestial
Amanece y canta la primera codorniz,
se acuesta la Osa Mayor.
El aroma de café llega de la cocina,
se levanta mi sueño
fundiéndose en el cazo
con el que calientas la leche.
Yo, como dice la canción,
“Sigo la calabaza para beber,
porque me espera el viejo
para llevarme a la libertad”.
En la radio escucho que se desploman las bolsas,
que al menos 28 personas han muerto en Damasco…
Queda esperanza
si en el claro cantan todavía las codornices,
y apuro el café
brindando por la Osa Mayor que,
entre las sábanas,
se apaga guardando la forma de tu cuerpo.
“La orilla del río es un buen camino.
Lo señalan los árboles muertos”,
dice la canción.
En la radio escucho
que las mariposas emigran más al norte
y que los abejorros están desapareciendo.
En mi cabeza dibujo una línea imaginaria
uniendo a las estrellas más brillantes del ‘Cazo’,
—un nombre que si no eres aficionado a la astronomía
carece de interés—,
y recuerdo que tengo que pedir un deseo.
¡Cómo añoro los días en los que las luciérnagas
iluminaban hasta después de medianoche
el firmamento de hierba, junto a nuestros pies!
La penumbra levanta el vuelo,
diluye los olores,
para atrapar su aroma
pongo al fuego otra cafetera,
en este hemisferio del cielo.
Esperaré a una noche sin luna
para contarte que murió el almendro
y que sus restos viajan en el río,
entre las colinas,
velados por la Estrella Polar.
Despojo al cazo de los últimos rastros de la vía láctea,
lo aclaro y enmudece el bosque.
Al norte,
el horizonte se tiñe con el color de tus zapatos,
un púrpura que desafía la tinta de los mapas,
acariciando las ventanas,
las cortinas
y parte de tu brazo mientras apagas la radio.
La magia se esconde en el cajón de los cubiertos,
envuelta en el gran cucharón,
para que el filo no hiera el canto de las codornices.
Llegó la hora de cubrir los pasos
con restos de fuego y posos de café
hasta el atardecer.
En los años anteriores a la Guerra Civil norteamericana existía una organización antiesclavista, conocida como Underground Railroad (Ferrocarril Subterráneo), formada por un grupo de blancos que ayudaba a escapar a los esclavos de las plantaciones del sur. La calabaza celeste era un mapa cantado de la ruta que se extendía desde la desembocadura del río Tombigbee, en el Golfo de México, hasta la confluencia de los ríos Ohio y Tennesse, y que duraba más o menos un año.
When the sun goes back
and the first quail calls
Follow the drinking gourd
The old man is a-waitin’ for
to carry you to freedom
Follow the drinking gourd.
The river bed makes a mighty fine road,
Dead trees to show you the way
And it’s left foot, peg foot, traveling on
Follow the drinking gourd
The river ends between two hills
Follow the drinking gourd
There’s another river on the other side
Follow the drinking gourd
Where the great big river meets the little river
Follow the drinking gourd
The old man is awaiting for to carry you to freedom
If you follow the drinking gourd.
Esta entrada fue publicada originalmente en la sección de Ciencia y Poesía de Tam-Tam Press
Etiquetas:
astronomía,
Elena Soto
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