/ El establo de Pegaso: noviembre 2011

sábado, 26 de noviembre de 2011

Daigu Ryokan




Crepúsculo... Se levanta el humo desde la aldea,
un ganso de invierno grazna en el cielo,
el viento sopla por los pinares.
Solo, con el cuenco de arroz vacío,
tomo el camino de regreso.

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Con el cayado en la mano, voy por la orilla del río
hacia la aldea.
La nieve permanece indecisa, pero el viento del Este trae
las primeras noticias de la primavera.
El canto de un uguisu deambula entre los árboles;
la hierba comienza a mostrar un toque de verde oscuro.
Me encuentro por casualidad con un viejo amigo.
Sentados en una colina, mirando el valle, conversamos.
Más tarde, en su cabaña, abrimos muchos libros
y bebemos té.
Esta noche estoy traduciendo en verso la escena
de la tarde...
Flores de ciruelo y poesía, ¡qué maravillosa combinación!

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N MATSUNO-O

Ha comenzado el noveno mes; mientras caminamos
hacia Matsuno-o
un ganso solitario pasa por el cielo
y los crisantemos están en plena floración.
Los niños y yo llegamos a este bosque de pinos.
Hemos viajado una distancia muy corta,
pero el mundo está a cientos de millas de aquí.

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Me siento en silencio a escuchar las hojas que caen...
Una cabaña solitaria, una vida de renunciación.
Se esfuma el pasado y olvido las cosas.
La manga de mi túnica, humedecida por las lágrimas.

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La vida es como una gota de rocío,
vacía y fugaz;
se han terminado mis años
y ahora, frágil y tembloroso,
debo desvanecerme.

Ryokan (1758-1831) monje budista Zen, calígrafo y poeta que vivió en Niigata (Japón).
Las versiones son de Carlos A. Castrillón. Tomadas del Libro Poemas-Chinos, publicados en Sepia Editores 1996

viernes, 4 de noviembre de 2011

Poemas de Sara Teasdale




Habrá estrellas


Habrá estrellas sobre el lugar para siempre;
Aunque la casa que amamos y la calle que amamos
se pierdan.
Cada vez que la tierra gira en su órbita
En la noche en que atraviesa el equinoccio de otoño,
Dos estrellas que conocíamos, en lo más alto de la media noche
Alcanzarán su cenit; la quietud será profunda;
Habrá estrellas sobre el lugar para siempre,
Habrá estrellas para siempre, mientras dormimos.

There Will Be Stars


There will be stars over the place forever;
Though the house we loved and the street
we loved are lost,
Every time the earth circles her orbit
On the night the autumn equinox is crossed,
Two stars we knew, poised on the peak of mid-night
Will reach their zenith; stillness will be deep;
There will be stars over the place forever,
There will be stars forever, while we sleep.
Sara Teasdale (1884-1933)



Desde la Torre Woolworth

Vivo de amor, ansioso de mayor belleza.
De la noche venimos
En el pasillo, brillante y cálido.
Se abre una puerta metálica,
el ascensor nos recibe.
Rápidamente, con vuelo afilado e inquebrantable
la cabina se dispara hacia arriba,
Y el aire, arremolinado y enojado,
aulla como cien demonios.
Más allá del laberinto de puertas de bronce,
constantemente ascendemos.
Me aferro a ti
consciente del abismo bajo nuestros píes,
y un zumbido terrible ensordece mis oídos.

El vuelo ha terminado.

Pasamos por una puerta que conduce a la repisa.
Viento, noche y espacio
Oh altura terrible
¿Por qué te hemos buscado?
Oh viento amargo de heladas alas invisibles
¿Por qué nos azotas?
¿Por qué nos llevarías lejos?
Miramos a través de las millas de aire
Las frías millas azules entre nosotros y la ciudad,
Al borde de la eternidad miramos
En todas las luces
Mil veces más numerosas que las estrellas;
Oh líneas y bucles de luz en cadenas desenrolladas
Esa marca durante millas y millas
La vasta telaraña negra y enredada de las calles;
Cerca de nosotros, racimos y salpicaduras de oro vivo
de lejos cambia a acero azulado
Donde las frágiles luces en la costa de Jersey
tiemblan como gotas de rocío agitado por el viento.
Los estridentes ruidos de la ciudad
flotando hacia nosotros
Son santificados en susurros.
Los transbordadores cruzan la oscuridad
tejiendo un hilo dorado en la noche,
sus silbidos son extrañas sombras de sonido.
Sentimos los millones de seres humanos que están debajo de nosotros,
cálidos millones, moviéndose bajo los techos,
consumidos por sus propios deseos;
preparando comida,
sollozando a solas en una buhardilla,
doblándose sobre una aguja, con los ojos irritados,
leyendo el periódico de la tarde en la intimidad,
Bailando a la luz desnuda de la cafetería,
Enterrando a los muertos,
Dando a luz un niño.
La tristeza, el sopor, la amargura, la alegría frágil.
viene a nosotros
como una niebla fría que nos envuelve.
Oh en cien años
ninguno de estos cuerpos cálidos
serán inútiles como la arcilla.
La angustia, el sopor, el trabajo
habrá pasado a otros millones de seres
consumidos por los mismos deseos.
Las edades vendrán y se irán
la oscuridad borrará las luces
y la torre será derribada.
El mar permanecerá
Negro e inmutable
Las estrellas mirarán hacia abajo
Brillantes y despreocupadas.
Amado,
aunque tristeza, inutilidad, derrota
nos rodean,
No pueden derribarnos.
Aquí en el abismo de la eternidad,
el amor nos ha coronado
Por un momento
Vencedores

From The Woolworth Tower

Vivid with love, eager for greater beauty
Out of the night we come
Into the corridor, brilliant and warm.
A metal door slides open,
And the lift receives us.
Swiftly, with sharp unswerving flight
The car shoots upward,
And the air, swirling and angry,
Howls like a hundred devils.
Past the maze of trim bronze doors,
Steadily we ascend.
I cling to you
Conscious of the chasm under us,
And a terrible whirring deafens my ears.

The flight is ended.

We pass thru a door leading onto the ledge--
Wind, night and space
Oh terrible height
Why have we sought you?
Oh bitter wind with icy invisible wings
Why do you beat us?
Why would you bear us away?
We look thru the miles of air,
The cold blue miles between us and the city,
Over the edge of eternity we look
On all the lights,
A thousand times more numerous than the stars;
Oh lines and loops of light in unwound chains
That mark for miles and miles
The vast black mazy cobweb of the streets;
Near us clusters and splashes of living gold
That change far off to bluish steel
Where the fragile lights on the Jersey shore
Tremble like drops of wind-stirred dew.
The strident noises of the city
Floating up to us
Are hallowed into whispers.
Ferries cross thru the darkness
Weaving a golden thread into the night,
Their whistles weird shadows of sound.

We feel the millions of humanity beneath us,--
The warm millions, moving under the roofs,
Consumed by their own desires;
Preparing food,
Sobbing alone in a garret,
With burning eyes bending over a needle,
Aimlessly reading the evening paper,
Dancing in the naked light of the café,
Laying out the dead,
Bringing a child to birth--
The sorrow, the torpor, the bitterness, the frail joy
Come up to us
Like a cold fog wrapping us round.
Oh in a hundred years
Not one of these blood-warm bodies
But will be worthless as clay.
The anguish, the torpor, the toil
Will have passed to other millions
Consumed by the same desires.
Ages will come and go,
Darkness will blot the lights
And the tower will be laid on the earth.
The sea will remain
Black and unchanging,
The stars will look down
Brilliant and unconcerned.

Beloved,
Tho' sorrow, futility, defeat
Surround us,
They cannot bear us down.
Here on the abyss of eternity
Love has crowned us
For a moment
Victors.