/ El establo de Pegaso: Luz y Tinieblas, Marina Núñez y Bernardí Roig

viernes, 12 de septiembre de 2008

Luz y Tinieblas, Marina Núñez y Bernardí Roig

Marina Núñez y Bernardí Roig exponen en la Catedral de Burgos

“Luz y Tinieblas – Bernardí Roig y Marina Núñez”, exposición del proyecto “Siglo XXI: Arte en la Catedral de Burgos”

El video corresponde a la parte Tinieblas de Marina Núñez.


Tres series de Marina Núñez ahondan en esta percepción de las nuevas tinieblas del hombre en la sala “Valentín Palencia” del claustro de la catedral. En la primera de ella hallamos algunas de las constantes en las representaciones occidentales del infierno: monstruos de aspecto mutante, seres atormentados, fuego y ruinas. Junto a estas imágenes se proyectan sobre la piedra del claustro figuras que aluden a la figura mitológica de Ícaro y a la religiosa del ángel caído. Su orgullo y su ambición provocan su ruina. Ángeles presentados como cíborgs, mezcla de las máquinas voladoras -que artistas como Leonardo diseñaron imitando la morfología de las alas de los pájaros- y de las estructuras de los modernos satélites y estaciones orbitales. El recorrido finaliza con dos vídeos que aluden al mito de la caverna. Como en la alegoría de Platón, nuestros sentidos son engañosos, sólo nos muestran sombras, apariencias, y dificultan el camino hacia el conocimiento.

Web de Marina Núñez

Luz de Bernardí Roig
El proyecto de Bernardí Roig se basa en un conjunto de figuras masculinas inmaculadamente blancas, a tamaño real, voluminosas pero aparentemente ligeras, situadas en disposición de flotabilidad y envueltas en una atmósfera de luz excesiva. Son figuras ensimismadas, sometidas a una mirada interior sin conflictos, sin tensión emocional. Están ausentes, siempre con los ojos cerrados porque han absorbido la luz, como si todas las certezas habitaran ya en su interior. La luz y el blanco conforman la ausencia de un escenario empírico, entendiendo el paraíso como un lugar marcado por la falta de coordenadas; ni siquiera hay suelo, todo flota y deja en suspensión permanente las sensaciones y el conocimiento. Un territorio definido por la carencia de dualidad, anterior a la aparición de la culpa.
Una figura se asoma al pozo, otra dormita plácidamente en la escalinata de la cruz, una más se apoya de manera tranquila en una columna. Otra, simplemente, contempla la bóveda celeste. A todas las une una montaña de luz, como el lugar del que emana el saber. Todos estos elementos se conectan con una frase en grandes letras luminosas “ET IN ARCADIA EGO”, tomada de un famoso cuadro de Nicolas Puissin (1594-1665). “Et in Arcadia ego. Y yo en la Arcadia. Yo (la muerte) también viví en la Arcadia”. El Paraíso es blanco, ligero, luminoso y la acción está suspendida, pero incluso en él habita la muerte como gozne sobre el que se vertebran la caída y la redención del ser humano.


Galería de fotos de esta exposición

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