/ El establo de Pegaso: Tres poemas de W.S. Merwin

lunes, 20 de abril de 2009

Tres poemas de W.S. Merwin



retrato de Johnathon Williams


GUARDIANES

agrisando el primer mes
un pájaro migratorio chilla en la neblina del mediodía
junto al peral
ladran perros tras muros de lodo
retumba el eco campanas de madera
quién escucha
ocho temores sagrados me vigilan
detrás de cada uno está un pórtico de la disolución
en el lugar del noveno un cancel abierto
cada uno sostiene la punta del cabo
de una cuerda trenzada con las ocho costillas del mundo
que conduce a través de la puerta sin miedo
el cisne se desliza sobre montañas hacia el sur de mí
en el primer mes
y en la nube blanca pequeños pájaros empiezan a cantar
raíces de pelo bullen en los árboles
el miedo es un aspecto de los alegres guardianes
por el modo en que vine
es claro que he estado enamorado de algunos
de la que se llama Miedo del Viaje
que fielmente me ha guiado tantas veces
a la mayoría ni siquiera puedo verlos
en el cielo blanco sobre mi cuna viajera
cuidándome
listos para sostenerme en manos intemporales
de nube y vidrio
por todo el tiempo que los necesite.

W.S. Merwin del libro La rosa náutica. Versión de Jorge Esquinca y María Palomar.

Salmo: nuestros padres

Soy el hijo del júbilo pero acaso él me conoce
Soy el hijo de la esperanza pero ella asciende al cielo
Soy el hijo de una paz que no me amamantó
Soy el hijo del dolor luego de la pérdida de un hermano pero
abrí un ojo a la vida donde se hallaba el que vivió
Soy el hijo de la sombra y cierro las persianas con delicadeza
pero me aferro inseguro a la luz
Soy el hijo del amor pero dónde está mi hogar y dónde la negra
pila bautismal y los aterrados ojos que regresarán a los
nombres que les di
Soy el hijo de la tribu de Apher el que instaló tiendas vanas
para acampar en un sitio que las guareciera para ser
recordado pero me doy cuenta de que lo desconocido
no necesita custodia
Soy el hijo de la tentación de las rocas pero algo en ellas
cambió
Soy el hijo del temor pero inquiero por mí mismo
Soy el hijo del primer pez que tocó playa pero esta verdad no
existe para mis intestinos
Soy el hijo de tres flores, la rosada, la rosa y la otra y sus efigies
tatuadas para las que no tengo nombre y me estremezco
ante lo marchito aunque ellas me sobrevivirán
Soy el hijo del futuro pero ella me muestra su luctuoso velo
Soy el hijo del futuro pero soy mi propio padre
Soy el hijo del futuro pero dónde están mi casa y la negra pila
bautismal y la voz que me habla desde los arbustos bajo
el pretil de la cocina diciendo que ellos no son mis padres.

Del libro Salmos. Versión de Jeannette L. Clariond.

Ogros

Toda la noche me despertaba la lluvia
que caía despacito entre las hojas
en el valle durmiente bajo la ventana
y la Paula dormida aquí a mi lado y
junto a la cama los perros
roncaban, el murmurrar
de olas bajitas en una playa
me asombra la fortuna de este
momento en la totalidad de la noche este
favor sin nombrar, mientras nos dure
este resuello de paz y entonces
me acuerdo de los farsantes en el poder
que en este momento idean
sus masacres en mi nombre
¿de cuál parte de mí pudieron haberse
originado, nacerían de mi odio y los dragarían
de lo hondo y más amargo de mi vergüenza?

De POEMAS NO DIGNOS DE LA CASA BLANCA

Ogres

All night waking to the sound
of light rain falling softly
through the leaves in the quiet
valley below the window
and to Paula lying here
asleep beside me and to
the murmur beside the bed
of the dogs' snoring like small
waves coming ashore I
am amazed at the fortune
of this moment in the whole
of the dark this unspoken
favor while it is with us
this breathing peace and then I
think of the frauds in office
at this instant devising
their massacres in my name
what part of me could they have
come from were they made of my
loathing itself and dredged from
the bitter depths of my shame

El 17 de febrero de 2003, en Nueva York, más de dos mil personas llenaron el Lincoln Center para la presentación de POEMAS NO DIGNOS DE LA CASA BLANCA contra la guerra de Irak. Merwin compuso Ogres especialmente para esta noche.



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William Stanley Merwin nació en New York City en 1927.
Su padre fue un ministro presbiteriano. Sobre este hecho, Merwin ha dicho: «yo comencé a escribir himnos para mi padre y, poco a poco, pude escribir de todo.» Aún niño, su familia se mudó a New Jersey. Así, Merwin creció junto al río Hudson, mirando las grandes torres de Nueva York.
Asistió a la Universidad de Princeton, donde obtuvo un postgrado en lenguas romances. Trabajó como tutor en Francia, Portugal y Mallorca (donde trabajó con el hijo de Robert Graves). En el contexto de su brillante generación (que incluye a Gary Snyder y Galway Kinnell, a John Ashbery y James Merrill), es el principal descubridor contemporáneo de los bosques y ríos norteamericanos.
Desde su primer libro, escrito básicamente durante sus estancias en Europa, Una máscara para Jano (1952), que ganó el premio Yale a los poetas jóvenes, se puso en evidencia la centralidad de la naturaleza en esos empeños.
Esta dicción se irá consolidando en varios libros, como Los osos danzantes (1954) y El blanco en movimiento (1963) hasta llegar a su primera obra de plena madurez: Los piojos (1967). En este libro abandona el corte versal clásico, la puntuación habitual y algunos elementos grecolatinos, impulsando una metafísica de resistencia a los sistemas alienantes de la cultura, del mundo y del sufrimiento. En ese tono, de cierto minimalismo, escribe El acarreador de las laderas (1970) y el libro que consolida ese período poético, llamado Escritos para un acompañante ilimitado (1973). Tras ese poemario seguirían varios libros como La lluvia en los árboles (1988), Viajes (1993), La zorra (1996), Flor y mano: poemas 1977-1983 (1997) y El sonido del río (1999). En ellos, la naturaleza aparece como reino de la gracia absoluta, aquejada hoy por un tiempo manual (como en Carrera Andrade) al que el poeta sólo puede oponer un clamor (como en Jorge Guillén). Allí, Merwin se vuelve más conceptual y amargo, a un tiempo, en una sintaxis torrencial, sin dejar de alumbrarnos con la luz de las meditaciones imposibles. Últimamente ha publicado algunas colecciones breves, hasta el presente 2004. Sus poemas han sido traducidos al alemán, al francés, al español (por el poeta mexicano Jorge Esquinca) y a varias lenguas más. Sus honores incluyen el Premio Bollingen, el Premio del Club PEN para traductores (que incluyen la Chanson de Roland, el Purgatorio, Poemas de Pablo Neruda y Aforismos de Antonio Porchia), el Premio Shelley y el Premio Wallace Stevens. Vive actualmente en Haikú, un pueblo de la isla de Maui, ubicada en el estado norteamericano de Hawaii, cultivando huertos, junto a su esposa argentina Paula, quien, según Merwin, «se cansó de vivir por más de treinta años entre los edificios de New York y quería vivir en un lugar más amable». En medio de la belleza natural –quizá agónica- que ha plasmado de un modo inigualable en sus poemas, Merwin trabaja como activista ambiental y, de vez en cuando, viaja al continente para dar charlas o lecturas sobre poesía y ecología.

Texto de Juan José Rodríguez.

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