/ El establo de Pegaso: El poder de la palabra

martes, 13 de mayo de 2008

El poder de la palabra


En el Libro egipcio de los Muertos hay dos conjuros el XXI y el XXII, que llevan por título Para restituir a un muerto los poderes de su boca; que dicen entre otras cosas: ”Que me sea devuelto el poder de mi boca. Que pueda pronunciar ante el Señor del Más Allá las palabras de potencia”. Pero éste fragmento es tan sólo un ejemplo porque, prácticamente, todo el libro está lleno de fórmulas mágicas que protegen al cuerpo del difunto de los ataques de los Espíritus en el Mundo Inferior.
En los textos cuneiformes de la antigua Mesopotamia aparecen los conjuros de curación, fórmulas mágicas pronunciadas por los curanderos que ayudaban a expulsar a los demonios que causaban el mal. En Grecia y Roma existían las tablillas de maldición, (en latín, deifixio y en griego, katádesmos), en las que se pedía ayuda a las divinidades para hacer daño a otros. Aunque también se usaban para hacer magia amorosa y de curación.
De una u otra forma, la utilización de la palabra para invocar, maldecir, imprecar, encantar o conjurar a través de fórmulas orales, es una constante en la mayoría de culturas del mundo. En Occidente, la tradición judeo-cristiana, aunque eliminó creencias de otras culturas conservó la del poder de la palabra y su relación con la divinidad. Y esto queda sobre todo patente en la mística judia. Para los cabalistas, el lenguaje es creador y Dios se sirvió de las letras para crear el universo. En la raíz está el poder de la palabra como activadora del curso de las cosas, las cambia, las transforma y cuando nombramos, de alguna forma engendramos lo nombrado.
A mi siempre me han llamado la atención este tipo de textos, pues aunque son traducciones, conservan una estructura y un ritmo atrayente, unos más que otros por supuesto. Uno que me parece curioso es el Conjuro contra el dolor de muelas. Lo copié hace años porque me llamó la atención y no se quien es su traductor. Buscando información sobre él, tope con una página de José Manuel Reverte que hablaba de una tablilla del siglo IX a II a. de J.C. existente en el British Museum procedente de la Biblioteca del Rey Asurbanipal de Nínive (Babilonia), en la que se cuenta cómo el gusano, representante del espíritu maligno Tiament, suplicó a los dioses Anú (el Cielo), Ed (el Agua) y Shamash (el Sol) que le dieran un alimento y alojamiento adecuado. Yo supongo que debe referirse a este conjuro.

Conjuro contra el dolor de muelas

Después de que Anu hubiera creado el cielo,

y de que el cielo hubiera creado la tierra,

y de que la tierra hubiera creado los ríos,

y de que los ríos hubieran creado los canales,

y de que los canales hubieran creado el cenagal,

y de que el cenagal hubiera creado el gusano,

el gusano se presentó llorando ante Shamash,

derramando sus lágrimas ante Ea:

¿Qué vas a darme para que pueda comer?

¿Qué vas a darme para que pueda beber?

“Te daré el higo seco Y el albaricoque”

De qué me van a servir un higo seco

y un albaricoque?

Levántame, y entre los dientes

y las encías permíteme que resida.

Por haber dicho esto, ¡oh gusano,

que Ea te castigue con el poder de su mano!

INFORMACIÓN

Existe información interesante sobre el conjuro en Babilonia en artículos de Barbara Böck



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