Código de Eavan Boland
Una oda a Grace Murray Hopper 1906-88
creadora de un compilador informático y verificadora de COBOL
De poeta a poeta. Te imagino
En el límite del lenguaje, al comienzo del verano
en Wolfeboro, New Hampshire, escribiendo código.
No tienes sentido del tiempo. Ni siquiera sentido de los minutos.
No pueden llegar al interior de tu mundo,
tu puesto de trabajo gris
con el cuando y el ahora nunca y el una vez.
Te has perdido los otros siete.
Este es el octavo día de la Creación.
El pavo real ha sido creado, los ríos se han repoblado.
El arco iris se ha inclinado para vestir a la trucha.
La tierra ha encontrado su polo, la luna sus mareas.
Los átomos, las energías han hecho su trabajo,
han hecho el mundo, lo han terminado, han descansado.
Y a esto lo llamamos Creación. Y tú te lo has perdido.
La línea de mi horizonte, azul sólido
aparece por fin a cincuenta años de distancia
de tu fastidiosa y exacta paciencia:
La primera señal de que la noche será día
es un revuelo de hojas en este suburbio de Dublín
y el aire y los invertebrados y las aves
mientras la tierra vuelve de nuevo
a sus explicaciones:
Sus sombras. Sus reflejos. Sus palabras.
Estás al oeste de mí y en el pasado.
La oscuridad cae. La luz está en otra parte.
Las luciérnagas asoman por encima del lago.
Tú estás compilando binarios y ceros.
El mundo dado es lo que puedes traducir.
Y separas lo menor de lo mayor.
Que haya lenguaje...
aunque lo usemos de forma diferente:
Nunca lo hice atemporal como tú.
Nunca lo hice numérico como tú.
Y sin embargo lo uso aquí para imaginar
cómo en tu escritorio en el crepúsculo
la leyenda, la historia y el mito, por supuesto,
se reúnen en Wolfeboro, New Hampshire,
como si de un recuerdo se tratara. Como si de una fuente se tratara.
Hacedor del futuro, si el pasado
se está desvaneciendo de nuestra vista con la luz
fuera de la ventana y el archivo único
de elementos y animales, y todos los datos
de origen y resultado, que nunca encontrarán
su camino hacia ti o se refugian en tu sintaxis...
no hay ninguna diferencia entre nosotras.
Seguimos siendo humanas. Todavía hay luz
en mi barrio y tú estás en mi mente--
con la cabeza gacha, lo suficientemente mayor como para ser mi madre...
escribiendo código antes de que se vaya la luz del día.
Estoy escribiendo en una pantalla tan azul
como cualquier colina, como cualquier lago, componiendo esto
para mostrarte cómo el mundo comienza de nuevo:
Una palabra a la vez.
De una mujer a otra.
Código, New Collected Poems de Eavan Boland (Dublin, Irlanda, 24 setembre 1944 – Dublin, 27 abril 2020)
Traducción, Elena Soto.
Code by Eavan Boland
An Ode to Grace Murray Hopper 1906-88
maker of a computer compiler and verifier of COBOL
Poet to poet. I imagine you
at the edge of language, at the start of summer
in Wolfeboro, New Hampshire, writing code.
You have no sense of time. No sense of minutes even.
They cannot reach inside your world,
your gray work station
with when yet now never and once.
You have missed the other seven.
This is the eight day of Creation.
The peacock has been made, the rivers stocked.
The rainbow has leaned down to clothe the trout.
The earth has found its pole, the moon its tides.
Atoms, energies have done their work,
have made the world, have finished it, have rested.
And we call this Creation. And you missed it.
The line of my horizon, solid blue
appears at last fifty years away
from your fastidious, exact patience:
The first sign that night will be day
is a stir of leaves in this Dublin suburb
and air and invertebrates and birds,
as the earth resorts again
to its explanations:
Its shadows. Its reflections. Its words.
You are west of me and in the past.
Dark falls. Light is somewhere else.
The fireflies come out above the lake.
You are compiling binaries and zeroes.
The given world is what you can translate.
And you divide the lesser from the greater.
Let there be language--
even if we use it differently:
I never made it timeless as you have.
I never made it numerate as you did.
And yet I use it here to imagine
how at your desk in the twilight
legend, history and myth of course,
are gathering in Wolfeboro, New Hampshire,
as if to a memory. As if to a source.
Maker of the future, if the past
is fading from our view with the light
outside your window and the single file
of elements and animals, and all the facts
of origin and outcome, which will never find
their way to you or shelter in your syntax--
it makes no difference to us.
We are still human. There is still light
in my suburb and you are in my mind--
head bowed, old enough to be my mother--
writing code before the daylight goes.
I am writing at a screen as blue,
as any hill, as any lake, composing this
to show you how the world begins again:
One word at a time.
One woman to another.
Código, poema de Eavan Boland, dedicado a Grace Murray Hopper (1906 - 1992), pionera de la programación informática y miembro del equipo que desarrolló el primer compilador -una especie de traductor de lenguaje hombre-máquina- para el desarrollo de los lenguajes de programación.
En este poema, Boland trata la conexión entre escribir poesía y escribir código informático: "De poeta a poeta", dice en su primer verso, quedando ambas unidas por el lenguaje, aunque lo utilicen de forma diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario