/ El establo de Pegaso: El canto de la Sibila

martes, 23 de diciembre de 2008

El canto de la Sibila

En el Santuario de Lluc, en la Catedral de Palma y, prácticamente, en las iglesias de toda Mallorca, la noche del 24 de diciembre tiene lugar un acontecimiento singular: el Canto de la Sibila. Una pieza profética que anuncia en medio de la alegría de la Navidad, el día del fin del mundo.

Siempre me gustó mucho la versión de este canto de Dead Can Dance y he encontrado en youtube un video de Cuarentena que la emplea de forma alegórica para poner banda sonora a un apocalipsis muy de nuestro tiempo: la destrucción del paisaje.



¿De donde viene este canto?
Las sibilas eran personajes femeninos a los que se atribuía inspiración divina. Se comenzó a hablar de ellas en el Siglo V antes de Cristo, extendiéndose su fama hasta finales del Imperio romano. De todas ellas la de Eritrea es la que anuncia el día del juicio final y la llegada de Jesucristo.
Esta ceremonia cristiana es la más antigua que ha llegado hasta nuestros días y es un ejemplo vivo del folklore religioso medieval. Se cree que su aparición en el marco de la liturgia está relacionada con el temor al fin del mundo que se experimentó en toda Europa ante la llegada del año 1.000. De hecho, el primer testimonio que se conserva, con música y letra, procede de un manuscrito de finales del siglo IX o principios del X del monasterio de San Marcial de Limoges, en París.
Durante la Edad Media se cantaba en diferentes lugares de Europa: Cataluña, Aragón, Castilla, Francia e Italia, pero después del Concilio de Trento (1563) se prohibió su puesta en escena y esta tradición sólo se conservó en Mallorca y en algunos lugares como el Alguer (Cerdeña), aunque, actualmente se está rescatando.
La Navidad y su víspera, eran uno de los momentos litúrgicos más importantes de la Iglesia Católica, y por eso no resulta nada extraño que esta fiesta se adornara con todo tipo de intervenciones: pastores, profetas, ángeles y personajes muchas veces paganos.
La Iglesia del medioevo era proclive al dramatismo y a la puesta en escena con toques muchas veces fantásticos. La sibila pertenece a esta galería de figuras legendarias del mundo antiguo, que aunaba el poder del sacerdocio con el de la profecía. Los griegos y romanos la consultaban en situaciones difíciles y conflictivas, de ahí que pudiera pasar al imaginario colectivo como un personaje capaz de anunciar el nacimiento de Cristo y la profecía del Juicio Final.
Diferentes estudiosos del tema creen que el canto que ha llegado hasta nuestros días, pertenece al fragmento final de maitines y es una especie de epilogo del drama litúrgico conocido como Ordo Prophetarum o Procesión de los Profetas, que formaba parte de los rituales de la Nochebuena y servía tanto para dar brillo a las ceremonias como para reforzar la fe de los fieles. En él se narraban los augurios de la llegada del Mesías formulados tanto por profetas bíblicos como paganos.
Así, como si fueran testigos que comparecen en un juicio, se iba llamando a los diferentes personajes para que intentaran convencer al pueblo de Israel de que Jesucristo era el verdadero Mesías. Aparecían figuras del Antiguo Testamento como Isaías, Jeremías, Daniel o Moisés, y también personajes gentiles como Virgilio o Nabucodonosor, vestidos todos con mantos y túnicas. Después de este desfile se invocaba el testimonio de la Sibila, que es el que ha llegado hasta nuestros días.
Lo que no está tan claro es el lugar y el momento en el que el canto de la Sibila empezó a tomar cuerpo como tal, desligada del resto de los personajes que constituyen la Procesión de los profetas. Se cree que en algunos lugares de Mallorca se continúo representando todo el drama litúrgico hasta bien entrado el siglo XVI.
Al acabar el oficio de maitines y antes de empezar la misa, se sube al púlpito el interprete del canto, generalmente un niño que no ha mudado la voz, con ropas femeninas y blandiendo una espada. En los últimos años también las chicas cantan la Sibila. Al principio, el Canto de la Sibil.la era interpretado por presbíteros, que fueron sustituidos con el paso de los siglos por un niño cantor.
La tradición de que sea un niño o un adolescente el que la cante, en vez de una mujer, puede tener su origen en el hecho de que la Iglesia prohibiera a las mujeres estar en el púlpito. Y como la Sibila siempre se ha interpretado desde ese lugar se decidiera, finalmente, que fuera la voz blanca de un niño la que la cantase. A partir de los años sesenta, con el Concilio Vaticano II, el acceso del género femenino al altar deja de estar restringido y es desde estos años cuando se han generalizado las voces de mujeres cantando la Sibila.
En la representación actual, el solista sale acompañado por dos o más monaguillos con cirios, que lo acompañan hasta el presbiterio y entona el canto sin acompañamiento instrumental, excepto cuando, entre estrofa y estrofa, se introduce el órgano. En algunos lugares es el coro el que acompaña, entre estrofa y estrofa. Originariamente la Sibila se cantaba con melodía gregoriana, pero siglos de transmisión oral han llevado a la aparición de diferentes variaciones y modelos.
El interés que suscitó este canto entre los primeros estudiosos de la música y folkloristas del XIX dio lugar a la trascripción en partitura de las diferentes versiones conocidas en su momento, con lo que se fijaron las melodías que han llegado hasta hoy día. Actualmente, las interpretaciones que se cantan en los distintos lugares, si bien con algunas diferencias y matices, tienen como base común las partituras de los estudiosos del siglo XIX.
El ropaje y la puesta en escena es otra de las peculiaridades de este personaje. Su indumentaria es muy similar en todos los lugares de Mallorca y consiste en una túnica, comúnmente muy bordada y habitualmente una capa. La cabeza va cubierta por una gorra y en las manos lleva una espada que mantiene erguida delante de la cara el tiempo que dura el canto.

En Alta mar se cita el Canto de "otras Sibilas" como el de Braga, en latín, y más información sobre este tema.

4 comentarios:

Cosespetites dijo...

Qué buenos recuerdos me ha evocado este post. Fui Sibil·la dos Navidades; una experiencia única. Su melodía y su misterio me emocionan cada vez que la escucho.

Anónimo dijo...

Muy interesante. Yo gozo escuchando las versiones que hizo Jordi Savall de el Canto de la Sibila, la gaélica, la castellana, la latina, la provenzal y la catalana…

No debo perderme ese canto en Mallorca, pero, cuándo podré estar un 24 de diciembre?

Rafel Mallorquin dijo...

Por favor, no cambien la Historia, el canto de la Sibila, que se canta en Mallorca, es de Mallorca, no es de cataluña ni mucho menos catalana, Baleares tenemos idioma propio, no conozco a nadie con algo de cultura que afirme que el Gallego y el Portugues sean el mismo idioma, porque lo hacen con el Mallorquin con el catalan??. Fuimos un Reino con lengua propia. La Sibila se canta desde el siglo XI en Baleares

Rafel Mallorquin dijo...

La Sibil·la (como se denomina en su Mallorca originaria) es un canto profético que enriquece los maitines de Navidad, antes de la liturgia eucarística. Proviene de un acróstico griego del siglo IV, que posteriormente San Agustín tradujo al latín, incluyéndolo en su conocido libro La ciudad de Dios.

A partir del siglo X ya se puede encontrar el texto de La Sibila en diferentes lugares del Mediterráneo y, aunque inicialmente se cantaba en latín, a partir del siglo XIII se tienen documentadas las primeras versiones Mallorquinas