Una corazonada en el bosque blanco
Lise tiene un cráter en la cara oculta de la Luna,
Otro, en la Planitia Labinia venusiana,
además de un asteroide entre las órbitas de Marte y
Júpiter,
el 6999 Meitner.
Su nombre figura también en el columbario de la tabla
periódica,
en el séptimo cielo de los elementos sintéticos,
con un epitafio en su memoria:
«meitnerio.
Símbolo atómico: Mt
Número atómico: 109
Peso atómico: 278».
La casilla, a modo de urna cineraria,
da cuatro pinceladas sobre su inestable habitante,
con una vida media tan breve
que apenas supera unos segundos.
Pero, más allá de cráteres, asteroides y elementos,
en la mirada melancólica de Lise, se intuye
el largo camino que va desde el sótano clandestino de
Berlín,
donde realizaba sus experimentos,
hasta el paisaje nevado de Estocolmo,
donde alcanzó la iluminación atómica.
El resplandor encajaba con las ecuaciones.
Lise vio la escisión del núcleo de uranio como una gota líquida,
como una lágrima vacilante,
que, finalmente, resbala antes de que
llegue el llanto,
en un mecanismo liberador de reacción en cadena.
Fue una corazonada en el
bosque blanco.
Tras algunos cálculos, Lise vislumbra
la fisión,
la vasta y terrible energía que desprende;
el suelo se tambalea, se estremecen los abedules
plateados,
tiemblan los álamos en las montañas de Nuevo Méjico,
y su aliento suspendido en el frío forma un hongo de vaho
que se desvanece.
Oppenheimer dijo que, tras
la prueba nuclear de Trinity,
recordó el verso del
Bhagavad Gita
«Ahora me he convertido en
la muerte, el destructor de mundos».
Aquella Navidad de 1938, al interpretar los resultados,
Lise vio el
deslumbrante resplandor,
la danza atómica
de los neutrones,
girando como
derviches enajenados hacia la devastación.
Elena Soto
A hunch in the white forest
Lise has a crater The hidden face of the Moon,
Another, on the Venusian Planitia Labinia,
plus an asteroid between the orbits of Mars and Jupiter,
6999 Meitner.
Its name also appears in the columbarium of the periodic
table,
in the seventh heaven of the synthetic elements,
with an epitaph in his memory:
"meitnerium.
Atomic symbol: Mt
Atomic number: 109
Atomic weight: 278".
The box, like a cinerary urn,
gives four glimpses of its unstable inhabitant,
with a half-life so short
that it barely exceeds a few seconds.
But, beyond craters, asteroids and
elements,
in Lise's melancholy gaze, you sense
the long way from the clandestine
basement of Berlin,
where she performed her experiments,
to the snowy landscape of Stockholm,
where she attained atomic
enlightenment.
The glow fit the equations.
Lise saw the uranium nucleus split as a liquid drop,
like a hesitant tear,
that finally slips before the crying comes,
in a liberating chain reaction mechanism.
It was a hunch in the white forest.
After some calculations, Lise glimpses fission,
the vast and terrible energy it gives off;
the ground shakes, the silver birches tremble,
the aspens tremble in the mountains of New Mexico,
and its breath suspended in the cold forms a mushroom of
mist
that fades away.
Oppenheimer said that after the Trinity nuclear test,
he remembered the verse from the Bhagavad Gita.
"Now I have become death, the destroyer of
worlds."
That Christmas 1938, interpreting the results,
Lise saw the dazzling radiance,
the atomic dance of the neutrons,
whirling like alienated dervishes toward devastation.
Sobre Lise Meitner
Lise Meitner (1878-1968) nació en Viena, donde recibió la educación
tradicional que se daba a las niñas en esta época y que consistía en una
instrucción básica que finalizaba a los 14 años. Pero esta mujer
inteligente y con gran inclinación hacia la ciencia no se conformó,
siguió estudiando y completó su formación con un tutor.
A pesar de las trabas, tuvo la suerte de que su maestro, Arthur
Szarvassy, fuera un físico que la preparó en las ciencias puras y
gracias a estos conocimientos aprobó los exámenes de ingreso en la
Universidad de Viena, un logro inaudito para la época. En esta
institución acudió a las clases del físico teórico Ludwig Boltzmann, al
que admiraba profundamente y que sería el científico más influyente en
el desarrollo de su vocación.
Meitner se muda a Berlín en 1907, pensando en una posible colaboración
con Max Planck quien, por primera vez, admite a una mujer en sus clases,
poniéndola en contacto con Otto Hahn, un joven químico de su misma edad
que investigaba sobre isotopos radioactivos; juntos crearon un equipo
de trabajo en el que la aportación de Meitner era fundamental porque su
colega carecía de la formación en física para explicar teóricamente los
experimentos.
En 1907, Hahn fue admitido en el Instituto de Química de la Universidad
de Berlín, pero las mujeres tenían prohibida la entrada al centro y
Meitner solo pudo conseguir una estancia en el sótano para continuar con
sus investigaciones. Pasó cinco años en la sombra y sin salario hasta
que, finalmente, sus méritos fueron reconocidos y obtuvo el permiso para
acceder a los laboratorios, cobrando un pequeño sueldo.
En 1917 Meitner y Hahn lograron aislar el isotopo del protactinio, lo
que les valió la medalla Leibniz de la Academia de Ciencias de Berlín,
pero el tema que durante años centró sus investigaciones y por el que
alcanzaron mayor reconocimiento fue el de los elementos radiactivos.
Cuando Hitler llegó al poder, en 1933, la situación comenzó a
complicarse, Meitner, a pesar de ser judía, no fue despedida por su
nacionalidad austríaca, pero todos los científicos de origen judío
fueron obligados a dimitir de sus puestos en los centros de
investigación. En 1938, cuando Alemania anexionó a Austria, fue
expulsada de la Universidad de Berlín y viendo peligrar su vida, huyó
del país trasladándose a Estocolmo, donde logró un puesto en el
laboratorio del científico Manne Siegbahn.
Desde Suecia, Meitner continuó su correspondencia epistolar con Hahn,
que por aquel entonces seguía trabajando en Berlín con el químico Fritz
Strassman.
El 19 de diciembre de 1938 Lise recibe una carta de Hahn con un
sorprendente resultado, tras bombardear uranio con neutrones obtenían
bario, el núcleo de uranio se había dividido en dos, algo que, en
principio, no encajaba con todos experimentos que se habían realizado
hasta entonces y no eran capaces de interpretar los resultados.
Lise pasea por la nieve con su sobrino Otto Frisch, buscando una explicación que pudiera cuadrar con estas observaciones y
pensó que el modelo de la gota líquida
podía describir el proceso de separación del núcleo de uranio, sentando
las bases teóricas para la comprensión de este nuevo fenómeno. Además,
para calcular la cantidad de energía desprendida recurre a la ecuación
de Einstein (E=mc2). Meitner se dio cuenta de que en los experimentos
llevados a cabo por sus colegas se había producido una fisión nuclear y
realizó la explicación teórica del fenómeno. Con sus análisis descubrió
el enorme potencial explosivo que podría generar una reacción en cadena y
la bautizó como fisión nuclear, que es el nombre con el que se la
conoce desde entonces. En este momento Eureka estaba acompañada por su
sobrino, el físico Otto Frisch, que colaboró en el descubrimiento. De
hecho, Frisch regresó a Copenhague, donde fue capaz de aislar los restos
producidos por la reacciones de fisión.
La científica interesó al gobierno de los EEUU que, en 1943, intentó
reclutarla sin éxito para trabajar en el desarrollo de la bomba atómica,
basada precisamente en el principio de la fisión nuclear, pero rechazó
la oferta.
La concesión en 1944 del premio Nobel al alemán Otto Hahn «por su
descubrimiento de la fisión de los núcleos pesados», fue una gran
injusticia muy criticada por la comunidad científica, que consideraba a
Meitner como coautora del hallazgo. Se sabía que la física había
liderado el grupo de investigación y que después de su partida había
seguido en contacto por carta con Hahn y Strassmann y que, sin su
interpretación, el puzle estaba incompleto. En la biografía Lise Meitner: A Life in Physics, de
Ruth Lewin Sime, se dice que el comportamiento de Hahn fue «una simple
supresión del pasado», y que ella formaba parte de ese pasado suprimido.
El de Meitner es uno de los casos más claros en los que el comité de los
premios Nobel ha pasado por alto la contribución de una mujer en un
descubrimiento científico que cambió la historia de la humanidad.
Meitnerio
El meitnerio de símbolo Mt y número atómico 109 debe su nombre a Lise
Meitner. Fue descubierto accidentalmente en 1982 por los científicos
alemanes Peter Ambruster y Gottfried Münzenberg en el Laboratorio de
Iones Pesados del Gesellschaft für Schwerionenforschung (GSI), de
Darmstadt, Alemania. Es altamente radiactivo, no existe en la naturaleza
y ha sido sintetizado en cantidades muy pequeñas combinando núcleos de átomos más
ligeros. Su vida media es muy corta, de hecho, para estudiar este
elemento, y otros que presentan esta característica, se ha desarrollado
la técnica “atom at a time”. En estos experimentos se trabaja literalmente con átomos individuales.