jueves, 24 de diciembre de 2015
El ojo matemático de Horus
Cuenta la leyenda que Horus se enfrentó a Seth en una cruel lucha en la que su ojo izquierdo quedó destrozado, pero Tot logró recomponerlo. Este nuevo ojo de Horus era el Udyat, «el que está completo» y, además de un amuleto de protección, representa un sistema de cuantificación fraccional de las partes de un todo.
Las fracciones del ojo de Horus eran cada una de las partes en las que éste fue seccionado durante la batalla y se representaban mediante una grafía: la esquina interior era ½, el iris ¼, la ceja 1/8, la esquina exterior 1/16, mientras que los ornamentos debajo del ojo continuaban la secuencia 1/32, 1/64, …
El ojo matemático de Horus
En tu brazo resplandece el Udyat,
el ojo matemático de Horus
que dibuja las fracciones.
En tu brazo, la mirada oblicua
que desmiembra mi cuerpo
juntando de nuevo los pedazos.
Con un cuarto del iris,
un octavo de la ceja,
un sesentaicuatroavo de la lágrima…
Y, aunque cada fracción
siempre es la mitad de la anterior,
la suma nunca alcanza la unidad,
solo se aproxima
porque lo que se despedaza
nunca puede totalmente completarse.
Pero se alegra mi espíritu al saber
que llevas en el brazo el ojo aritmético
con las medidas exactas del ungüento
para que mi corazón pueda sanarse.
Yo ofrendo a la serie geométrica
el humo de mi cigarro fascinado,
volutas áspid con esa ínfima fracción angular
que provoca el aleteo
para que la lágrima de Horus alcance el infinito,
y no acabe en el Nilo,
y no la arrastre el agua.
Si se pierde, te lo advierto,
nunca hallarás fórmula, ni hechizo, ni conjuro
que mida con precisión el trigo y la cebada.
Los egipcios se detuvieron en la sexta división 1/64, pero si continuamos haciendo mitades del trozo que falta nos acercaremos cada vez más a la unidad, aunque no la alcanzaremos jamás. En matemáticas podemos construir una expresión del tipo: “Donde la suma tiende a 1 cuando n tiende a infinito”.
Vídeo “El ojo de Horus en las matemáticas”
Las fracciones y el Ojo de Horus de Javier Fraile Martín
Esta entrada se publicó originalmente en la sección de Ciencia y Poesía de Tam Tam Press
Etiquetas:
Elena Soto,
Matemáticas
viernes, 20 de noviembre de 2015
Explorador polar de Joseph Brodsky
Explorador polar
Todos los perros huskies devorados. En el diario
ya no le quedan páginas en blanco. La foto sepia de su esposa
se cubre de palabras a modo de cuentas de abalorio,
añadiendo la fecha en cuestión como un lunar en su mejilla.
Con la foto de su hermana, tampoco tuvo piedad.
¡Había alcanzado nuevas latitudes!
Y, como la media de seda de una corista de varietés,
la gangrena va subiéndole hasta el muslo.
A Polar Explorer
All the huskies are eaten. There is no space
left in the diary, And the beads of quick
words scatter over his spouse's sepia-shaded face
adding the date in question like a mole to her lovely cheek.
Next, the snapshot of his sister. He doesn't spare his kin:
what's been reached is the highest possible latitude!
And, like the silk stocking of a burlesque half-nude
queen, it climbs up his thigh: gangrene.
Joseph Brodsky; (Leningrado, 1940- Nueva York, 1996)
Poemas de Joseph Brodsky en poemhunter.com
Etiquetas:
Joseph Brodsky
martes, 3 de noviembre de 2015
Diablos azules en el mar de la Serenidad
Mar de la Serenidad, Mar de las lluvias, Océano de las Tormentas, Mar de las Nubes, Mar de la Crisis… y también bahías, lagos y pantanos; muchos de los nombres vienen de una época en la que se creía que la Luna influía en el humor de la gente. Este poema recorre la cartografía lunar.
Diablos azules en el mar de la Serenidad
Diablos azules en el mar de las Lluvias,
solo con tocar el cristal
el meñique ya siente la tristeza de los perros
bajo los sauces de Babilonia.
Diablos azules en el mar de las Nubes,
en el algodón que quiso ser nieve,
pero olvidó la cadencia de los copos.
Diablos azules en las líneas de la palma,
en el mar de la Humedad,
en el temblor que sostiene
la mano del verdugo de pétalos
cuando la flor inclina la cabeza.
Diablos azules en el océano de las Tormentas,
y al acariciar la porcelana,
al rozar las vetas de la madera,
una fisura, áspera al gusto, estremece.
Lunamoto en el país de las grietas.
Diablos azules en el mar de las Islas,
en los cordones que atas con nudo frágil,
como la vida.
Diablos azules en el mar de la Serenidad,
en el lago de los Sueños,
donde hibernan las fechas con el santo del día,
junto con las botellas rotas de la fiesta.
Diablos azules en el mar de los Vapores,
en la bahía del Medio,
donde, pálidos como huesos, los serenos
velan el aroma de ceniza de patchouli
en el altar de Hécate.
Diablos azules en el mar del Frío
asomando la garra tibia en el almanaque,
celestes como icebergs,
flotando sobre paisajes que vivieron épocas convulsas.
Diablos azules susurrando al menguante giboso
en el mar de la Tranquilidad,
con el canto abatido de los cárabos.
Diablos azules forrajeando en el mar de Néctar
ajustando silabas y mapas al velo del paladar
bahía del Arco Iris, lago del Olvido…
La noches saben a caramelo y mezcal
en el mar de la Crisis.
Diablos azules varados en los muelles del limbo,
inlunados en jergones de azúcar impalpable
esperando que el alba pinte el día
como un payaso triste.
Este poema fue publicado en la sección poesía y ciencia de Tam Tam Press
Diablos azules en el mar de la Serenidad
Diablos azules en el mar de las Lluvias,
solo con tocar el cristal
el meñique ya siente la tristeza de los perros
bajo los sauces de Babilonia.
Diablos azules en el mar de las Nubes,
en el algodón que quiso ser nieve,
pero olvidó la cadencia de los copos.
Diablos azules en las líneas de la palma,
en el mar de la Humedad,
en el temblor que sostiene
la mano del verdugo de pétalos
cuando la flor inclina la cabeza.
Diablos azules en el océano de las Tormentas,
y al acariciar la porcelana,
al rozar las vetas de la madera,
una fisura, áspera al gusto, estremece.
Lunamoto en el país de las grietas.
Diablos azules en el mar de las Islas,
en los cordones que atas con nudo frágil,
como la vida.
Diablos azules en el mar de la Serenidad,
en el lago de los Sueños,
donde hibernan las fechas con el santo del día,
junto con las botellas rotas de la fiesta.
Diablos azules en el mar de los Vapores,
en la bahía del Medio,
donde, pálidos como huesos, los serenos
velan el aroma de ceniza de patchouli
en el altar de Hécate.
Diablos azules en el mar del Frío
asomando la garra tibia en el almanaque,
celestes como icebergs,
flotando sobre paisajes que vivieron épocas convulsas.
Diablos azules susurrando al menguante giboso
en el mar de la Tranquilidad,
con el canto abatido de los cárabos.
Diablos azules forrajeando en el mar de Néctar
ajustando silabas y mapas al velo del paladar
bahía del Arco Iris, lago del Olvido…
La noches saben a caramelo y mezcal
en el mar de la Crisis.
Diablos azules varados en los muelles del limbo,
inlunados en jergones de azúcar impalpable
esperando que el alba pinte el día
como un payaso triste.
Este poema fue publicado en la sección poesía y ciencia de Tam Tam Press
Etiquetas:
Elena Soto
jueves, 24 de septiembre de 2015
La migración de las neuronas monarca
"Las neuronas células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma"
Ramón y Cajal
La migración de las neuronas monarca
El aleteo de las neuronas, misteriosas mariposas del alma,
-como las llamó Cajal-
anuncia la migración de las monarca hacia el santuario de Michoacán.
Casi cinco mil kilómetros, desde el este de las Rocosas al hipocampo,
para invernar en el cálido territorio de la infancia.
Rutas trazadas con los aromas de las plantas que les dieron cobijo
y que nutrieron su estado de larvas.
Rutas trazadas con la brisa que susurró colores
inflamando las escamas piratas que las empujan al viaje cíclico de los ancestros.
Se desprenden de las ramas,
antes de llegar al manantial donde habita el caballo-pez,
descansan fugazmente en una casa que existe solo en la memoria,
en un cabello que existe solo en la memoria,
y murmuran signos que nunca fueron pronunciados.
Son criaturas híbridas, escamas hipocampo,
y migran
convertidas ya en neuronas monarca.
Este poema, publicado en el libro Invierno sin corazón (Kernlose winter), surgió a raíz de la conferencia de Javier de Felipe (investigador en el Instituto Cajal) «Reflexiones sobre el arte y el cerebro» y mi fascinación por la migración de las mariposas monarca.
Etiquetas:
ciencia,
Elena Soto,
Ramón y Cajal
jueves, 30 de julio de 2015
En el océano de Dirac
En el océano de Dirac
A Paul Dirac
no hay caballitos de mar,
ni corales candelabro
ni estrellas de cinco puntas con la divina proporción.
Hay partículas enigmáticas como anguilas,
cambiantes como sepias,
falaces como peces cabeza transparente.
En el océano de Dirac
las olas van a contracorriente,
sus crestas se hunden en el abismo
anegando los cementerios marinos
donde los argonautas toman baños de sombra
junto a la ecuación relativista del electrón,
cediendo siempre un hueco al vacío.
Orientadas por conjeturas
las tortugas laúd navegan
en espuma del espacio-tiempo del océano de Dirac
junto a una compañera imaginaria
-otra laúd idéntica desplazándose en su estela al pasado-
guiadas por el magnetismo de los primeros instantes del universo.
Elena Soto
In the Dirac’s ocean
In the Dirac’s ocean
no seahorses,
or candelabrum coral
or five-pointed stars with the divine proportion.
There enigmatic particles such as eels,
veering as cuttlefish,
false as transparent fish head.
In the Dirac’s ocean
the waves go against,
crests sink into the abyss
flooding marine cemeteries
where the Argonauts take baths shadow
by the relativistic equation of the electron,
always giving a hollow vacuum.
Guided by guesswork
leatherback sea turtles navigate
in the foam of spacetime Dirac’s ocean
with an imaginary companion
-another identical leatherback moving to the past in its wake-
Guided by the magnetism of the early universe.
Como Océano de Dirac o Mar de Dirac se conoce al modelo teórico del vacío que sería como un mar infinito de partículas con energía negativa. Fue desarrollado por el físico Paul Dirac en 1930 para tratar de explicar los estados cuánticos anómalos con energía negativa predichos por la ecuación de Dirac para electrones relativistas. Antes de su descubrimiento experimental en 1932, el positrón, la antipartícula correspondiente al electrón, fue concebida originalmente como un hueco en el mar de Dirac.

Parecería que este Mar de Dirac, conformado por los pares partícula-antipartícula, nos lleva a la deriva pero cuando nos hacemos un PET (Tomografía por Emisión de Positrones), están en juego los positrones y sus correspondientes aniquilaciones en el interior de nuestro organismo y todo comenzó con la ecuación de Dirac.
Adjunto el enlace a "La ecuación que nos ve por dentro", artículo de Clara Grima que explica el funcionamiento del PET.
Y un segundo de Francisco R. Villatoro Paul A. M. Dirac y el descubrimiento del positrón, que aclara y pone en contexto los hallazgos de este genial físico.
Etiquetas:
Elena Soto,
Física,
Paul Dirac
jueves, 9 de julio de 2015
Lo que la marea devuelve en Vlissingen
Lo que la marea devuelve en Vlissingen
A Simon Vinkenoog
Plástico y celofán, cartones de leche y envases de yogur, bolsas de red azules y anaranjadas
peladuras de clementina, bolsas de papel, plumas y algas, ladrillos y palos.
plantas de hojas verdes, ramas de pino, botellas de agua, chapas de madera, paquetes de tabaco,
tapas de tarros de café, tapones de botellas de leche, envases de arroz, cuerda azul, un viejo zapato marrón, una piel de cebolla
trozos blancos de cemento gastados modelados por las mareas, galletas marineras,
envases de detergente, corteza y tablas, un cepillo para la ropa, la tapa de una caja
un spray decapante, una pequeña cebolla marrón, una taza amarilla.
Un muchacho con dos bastones camina en la orilla, una gaviota muerta,
una zapatilla deportiva azul, el asa de un bolso, medio limón, un manojo de apio, una redecilla__
Tapa de corcho, pomelo, guante de goma, tubos de pirotecnia mojados,
masas de algas teñidas de herrumbre amontonadas a lo largo de la marca que deja la marea en el muro,
el guardabarros de plástico de un automóvil, un casco verde partido por la mitad,
un gran nudo de cuerda de cáñamo, un tronco de árbol sin corteza,
una estaca de madera, un cubo, innumerables botellas de plástico,
un paquete vacío de pasta marca Zara,
un gran bidón de plástico gris, un rollo de vendas, botellas de vidrio, latas,
un árbolito de navidad,
un tubo de hierro oxidado, yo mismo y mi pis.
Allen Ginsberg
What the Sea Throws Up at Vlissingen
for Simon Vinkenoog
Plastic, cellophane, milk cartons, yogurt containers, blue orange shopping bag nets
Clementine peels, paper sacks, feathers kelp, bricks sticks,
Succulent green leaves pine tips, waterbottles, plywood and tobacco pouches
Coffee jartops, milkbottle caps, rice bags, blue rope, an old brown shoe, an onion skin
Concrete chunks white pebbled, sea biscuits,
detergent squeezers, bark and boards, a whisk-brush, a box top
Formula A Dismantling Spray-can, a whole small brown onion, a yellow cup
A boy with two canes walking the shore, a dead gull, a blue running shoe,
A shopping bag handle, lemon half, celery bunch, a cloth net—
Cork bottletop, grapefruit, rubber glove, wet firework tubes,
Masses of iron-brown-tinted seaweed along the high water mark near the sea wall,
A plastic car fender, green helmet broken in half,
giant hemp rope knot, tree trunk stripped of bark,
A wooden stake, a bucket, myriad plastic bottles,
pasta Zara pack,
A long gray plastic oildrum, bandage roll, glass bottle, tin can,
Christmas pine tree
A rusty iron pipe, me and my peepee.
Ginsberg enumera los objetos vertidos al mar y que ve desde la orilla de Vlissingen.
Etiquetas:
Allen Ginsberg
martes, 9 de junio de 2015
El cometa Halley de Stanley Kunitz
El cometa Halley
Cuando estaba en primer curso la Señorita Murphy
escribió su nombre con tiza
en la pizarra y nos dijo
que estaba rugiendo en la dirección de las tormentas
de la Vía Láctea a una velocidad de vértigo
y que si se desviaba de su trayectoria
se estrellaría contra la tierra y
al día siguiente no habría escuela.
Un predicador de las colinas con barba roja
y una mirada salvaje en los ojos
de pie en la plaza pública
junto al parque infantil
decía que él había sido enviado por Dios
para salvarnos a cada uno de nosotros,
incluso a los niños pequeños.
“Arrepentíos, pecadores!” -gritaba,
agitando un cartel escrito a mano.
Durante la cena me sentí triste al pensar
que era probablemente
la última comida que compartiría
con mi madre y hermanas,
pero estaba tan emocionado
que apenas probé bocado.
Mamá me riño
y me mandó pronto a la cama.
Toda la familia duerme,
excepto yo. No me oyeron
cruzar el pasillo y subir
la escalera para sentir el aire fresco de la noche.
Mírame, Padre, en el tejado
del edificio de ladrillo rojo,
al pie de Green Street-
que es donde vivimos, ya sabes, en la planta de arriba.
Soy el chico de la ropa de franela blanca
tendido en esta cama de grava gruesa
buscando en el cielo estrellado,
esperando el fin del mundo.
Stanley Kunitz (1905-2005)
Halley’s Comet
Miss Murphy in first grade
wrote its name in chalk
across the board and told us
it was roaring down the stormtracks
of the Milky Way at frightful speed
and if it wandered off its course
and smashed into the earth
there’d be no school tomorrow.
A red-bearded preacher from the hills
with a wild look in his eyes
stood in the public square
at the playground’s edge
proclaiming he was sent by God
to save every one of us,
even the little children.
“Repent, ye sinners!” he shouted,
waving his hand-lettered sign.
At supper I felt sad to think
that it was probably
the last meal I’d share
with my mother and my sisters;
but I felt excited too
and scarcely touched my plate.
So mother scolded me
and sent me early to my room.
The whole family’s asleep
except for me. They never heard me steal
into the stairwell hall and climb
the ladder to the fresh night air.
Look for me, Father, on the roof
of the red brick building
at the foot of Green Street—
that’s where we live, you know, on the top floor.
I’m the boy in the white flannel gown
sprawled on this coarse gravel bed
searching the starry sky,
waiting for the world to end.
‘Halley’s Comet’ from The Collected Poems of Stanley Kunitz.
El cometa Halley, oficialmente denominado 1P/Halley, orbita alrededor del Sol cada 76 años aproximadamente. Es uno de los cometas de “periodo corto” mejor conocidos y más brillantes del cinturón de Kuiper y debe su nombre al astrónomo Edmund Halley que, en 1705, calculó su órbita. La última vez que pudo verse desde la Tierra fue en el año 1986, se calcula que su vuelta será en el año 2061.
Es el único cometa que, con suerte aparece dos veces en una vida humana – el nacimiento y la muerte del escritor Mark Twain ocurrieron muy próximas a apariciones consecutivas de Halley, en 1835 y 1910-.
Etiquetas:
ciencia,
Stanley Kunitz
Suscribirse a:
Entradas (Atom)