/ El establo de Pegaso: diciembre 2012

viernes, 21 de diciembre de 2012

Juan Carlos Pajares

Descalzos sobre las brasas


REGALO


No hay zapatos de cristal
para tus pies egipcios.

Busqué sin éxito
la horma del final del día
la máquina de fabricar caribes
la que multiplica por dos el año
un geranio que no se riega
el túnel de ir hacia atrás

y vengo a tu fiesta
sin nada que ofrecerte.


TRAFALGAR


Al pie del faro hicimos un refugio con piedras
y nos abrazábamos desnudos y cerrábamos con fuerza los ojos.

Todo giraba y se descomponía,
una plancha de plomo que temblaba,
el aliento caliente de una gran turbina,
no había insectos, no volaban pájaros, las adelfas sacudidas.

Mientras la arena nos cubría
qué indefensos y minúsculos en la dulce perfección de nuestro abrazo.





LLEGÓ EL BESO COMO SE POSA LA HOJA,
imprevisible, revoloteando indecisa
en el camino, hasta que un golpe de viento
la desplaza con desdén hacia cualquier
parte, descubriendo el hueco cálido
donde se guarece la alimaña.


BAILE LENTO DE DÍGITOS
se apaga el mundo
tu voz es entonces un susurro estrenado
tu cuerpo es un espacio por el que orbitando van
ingrávidos mis adentros.

Juan Carlos Pajares, Descalzos sobre las brasas, Colección Ería de poesía de Eje Ediciones.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Nadia Anjuman, poeta en Afganistán






Recuerdos celestes

 

¡Oh, exiliados de la montaña del olvido!

Oh, las joyas de vuestros nombres, adormecidas en el fango del silencio

Oh, tus recuerdos borrados, tus recuerdos celestes

En la mente lodosa de una ola en el mar del olvido

¿Dónde está la corriente clara y fluida de tus pensamientos?

¿Qué mano ladrona saqueó la pura estatua de oro de tus sueños?

En esta tormenta que da origen a la opresión

¿Dónde ha ido tu barco, tu serena nave lunar de plata?

Después de este frío amargo que da luz a la muerte -

Si el mar se calmara

Si la nube liberara las penas anudadas del corazón

Si la doncella de la luz de la luna trajera amor, ofreciera una sonrisa

Si la montaña ablandara su corazón, adornándose de verde,

volviéndose fructífera -

¿Será que uno de tus nombres, por encima de las cumbres

se volverá tan brillante como el sol?

¿Será que el ascenso de tus recuerdos

tus recuerdos celestes

en los ojos de los peces cansados de las aguas y

temerosos de la lluvia de la opresión

se convertirán en un reflejo de esperanza?

¡Oh, exiliados de la montaña del olvido!

Nadia Anjuman (Herat, 27 de diciembre de 1980 - 4 de noviembre de 2005) 

 

Light Blue Memories

 

O exiles of the mountain of oblivion!

O the jewels of your names, slumbering in the mire of silence

O your obliterated memories, your light blue memories

In the silty mind of a wave in the sea of forgetting

Where is the clear, flowing stream of your thoughts?

Which thieving hand plundered the pure golden statue of your dreams?

In this storm which gives birth to oppression

Where has your ship, your serene silver mooncraft gone?

After this bitter cold which gives birth to death –

If the sea should fall calm

If the cloud should release the heart's knotted sorrows

If the maiden of moonlight should bring love, offer a smile

If the mountain should soften its heart, adorn itself with green,

become fruitful –

Will one of your names, above the peaks,

become bright as the sun?

Will the rise of your memories

Your light blue memories

In the eyes of fishes weary of floodwaters and

fearful of the rain of oppression

become a reflection of hope?

O, exiles of the mountain of oblivion!

 

Nadia Anjuman, November/December 2001. /

Traducido del Farsi al Inglés por Zuzanna Olszewska y Belgheis Alavi.

 

Un grito sin voz

 

El sonido de los pasos verdes es la lluvia

Vienen del camino, ahora

Almas sedientas y faldas polvorientas traídas del desierto

Su aliento ardiente, mezclado con espejismos

Bocas secas y llenas de polvo

Vienen del camino, ahora

Con cuerpo atormentado, chicas criadas en el dolor

La alegría ha desaparecido de sus rostros

Corazones viejos y llenos de grietas

Ninguna sonrisa aparece en los sombríos océanos de sus labios

Ni una lágrima brota de los cauces secos de sus ojos

¡Oh, Dios!

¿No podría saber si sus gritos sin voz llegan a las nubes

A los cielos abovedados?

El sonido de los pasos verdes es la lluvia.

 

Julio/Agosto 2002

A Voiceless Cry

 

The sound of green footsteps is the rain

They're coming in from the road, now

Thirsty souls and dusty skirts brought from the desert

Their breath burning, mirage-mingled

Mouths dry and caked with dust

They're coming in from the road, now

Tormented-bodied, girls brought up on pain

Joy departed from their faces

Hearts old and lined with cracks

No smile appears on the bleak oceans of their lips

Not a tear springs from the dry riverbeds of their eyes

O God!

Might I not know if their voiceless cries reach the clouds,

the vaulted heavens?

The sound of green footsteps is the rain.

 

July/August 2002

Traducido del Farsi al Inglés por Zuzanna Olszewska y Belgheis Alavi.

 La información y poemas de Nadia Anjuman en la página UniVerse

En la página 25 de la revista AUCA, en PDF, María José Arques Cano escribe sobre la poeta afgana.

Auca : revista literaria y artística Nº 17, noviembre 2009

En 2005, cuando tenía veinticinco años, Nadia Anjuman publicó su primer libro de poesía, Gol-e Dudi ("Flor ahumada"), con gran éxito. Sin embargo, poco después de su publicación fue asesinada a golpes. Muchos afganos creen que Anjuman fue asesinada por su  marido y la familia de éste por la transgresión de escribir.

Anjuman nació y vivió en Herat, la querida sexta hija de su numerosa familia. Se graduó en la escuela secundaria, a pesar de una interrupción de dos años causada por el gobierno talibán en Afganistán. Durante este tiempo, estudió literatura en secreto y comenzó su carrera poética en reuniones clandestinas en casa de un profesor de literatura. Más tarde estudió Literatura Dari en la Universidad de Herat, donde fue siempre la mejor alumna.

Anjuman sentía un profundo compromiso con la poesía, a pesar de los riesgos de la escritura. "Desde que tengo uso de razón", escribió, "he amado la poesía, y las cadenas con las que seis años de cautiverio bajo el dominio talibán ataron mis pies me llevaron a entrar vacilantemente en el terreno de la poesía con el pie de mi pluma. El aliento de amigos afines me dio la confianza necesaria para seguir este camino, pero incluso ahora, cuando doy el primer paso, la punta de mi pluma tiembla, al igual que yo, porque no me siento seguro de tropezar en este camino, cuando el camino por delante es difícil, y mis pasos inseguros." 

En "Light Blue Memories", escrito semanas después de la caída de los talibanes en 2001, Anjuman se dirige a las víctimas del silencio impuesto por la política y se pregunta qué se pierde cuando se pierde la voz. El poema comienza dirigiéndose a los ciudadanos sin nombre de su país -las mujeres- y continúa preguntando quién ha "saqueado" las riquezas de su vida interior:

Herat, lugar de residencia de Nadia Anjuman, fue antaño, desde hace cinco mil años, la sede cultural y artística del país. Allí se creó el Club literario de Herat. Según su presidente, Ahmed Said Agigi, en los noventa los talibanes quemaron los libros, destruyeron las estatuas y encerraron a las mujeres. Los miembros del club se arriesgaron a ser torturados y a morir por escribir. El grupo era mixto, aunque las mujeres celebraban sus reuniones aparte, en un local donde podía leerse un cartel en el que rezaba: La aguja de oro. Clases de costura para mujeres.
Entre las prohibiciones que los talibanes instauraron para las mujeres figuraban: trabajar, estudiar, reírse en voz alta y maquillarse. Eso sí, podían coser. Así que lo hicieron tres veces por semana. Bajo el burka, seis mujeres escondían los bolígrafos y el papel donde plasmarían sus escritos. Un profesor las instruía sobre autores innombrables en Afganistán, como Shakespeare, Dostoievski o James Joyce. Nadia Anjuman, la más brillante de estas poetas, escribía versos de amor y también denunciaba en sus poemas a la terrible situación de la mujer afgana.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Dos poemas de Luis Miguel Rabanal

La fiebre oscura y el dolor,



La fiebre oscura y el dolor,
las bellas palabras de los otros
dispuestas y solemnes
sobre la colcha ardiendo.
Nada ha sucedido, la enfermera
le da a beber sin más su agua.
Ella es pertinaz y distinta.
Como la memoria.
El sueño que se entrega
después de mucho convocarlo,
el peligro en la casa
que habitó con ellos y sin ellos,
la edad no cierta
del que escucha.



Mortajas. Eolas Ediciones, Colección Seinne, León 2009.

Voz: María García Esperón
Música: L. Einaudi


Cerca de mí, la afonía del cuarto

XVI

Cerca de mí, la afonía del cuarto.
Exclusivamente la voz que dicta los poemas
y más tarde los destruye.

A mi espalda los libros, la media luz de quien observa
a veces sin querer, de quien me quiere.

Solos yo y esta silla boba y el frío que recorre
los miembros con cautela y un poquitín de dolor.
El engaño en apariencia se entumece, se deslíe.
Quiero apuntar aquí los actos improbables,
la temeridad del que no espera nada.



Fantasía del cuerpo postrado. Los libros de Camparredonda, León (2010)
Voz: Luis Miguel Rabanal
Música: L. Einaudi

Más palabras para olvidar, blog del poeta.